De la integraci¨®n a la asimilaci¨®n
El colegio El Puche de Almer¨ªa cuenta con m¨¢s alumnos marroqu¨ªes que aut¨®ctonos
Son las 10.30 de la ma?ana y en el comedor del Colegio P¨²blico El Puche, en el barrio de Almer¨ªa del mismo nombre, siete alumnos preparan las mesas. All¨ª est¨¢n Farid, Milod, Ikram, Fatijha, Jamira, Sara y Dani, el ¨²nico espa?ol del grupo y de etnia gitana. Este grupo da cuenta de las proporciones num¨¦ricas del centro: 48% de ni?os gitanos y 52% de magreb¨ªes. En algunas aulas hasta el 64% son musulmanes.
El Puche es un barrio marginal,territorio de nadie donde camellos, prostitutas y delincuentes de poca monta tienen su refugio. S¨®lo 15 a?os atr¨¢s el barrio era un gueto gitano que muchos han ido abandonando para dar paso a otros a¨²n m¨¢s marginados: los inmigrantes. A juicio del director del centro, Adolfo Mag¨¢n, la escala de valores de sus alumnos es "algo diferente" a la del resto de la ciudad.
"Ellos entienden la vida de una manera. La relaci¨®n entre ellos es regular. Hay unas connotaciones que no tienen otros colegios. Si ya esto era un gueto dentro de Almer¨ªa ahora hay un gueto dentro de otro gueto. Son dos culturas diferentes y eso marca a las personas. Dif¨ªcilmente una mayor¨ªa se integra en una minor¨ªa", aprecia.
Ikram y Fatijha, mientras ponen la mesa, esbozan con inocencia lo que el director ha expuesto: "Los ni?os son muy malos. Les ponen chinchetas a los maestros y son los que se pelean. Los espa?oles les pegan a los ¨¢rabes porque no quieren que vengamos a su pa¨ªs", resumen.
En este colegio hay dos recreos de 15 minutos para evitar que de tiempo a excusas que desencadenen conflictos. "Mientras salen, se comen el bocata y empiezan a jugar vuelve a tocar el timbre. As¨ª no se pelean", apunta Mag¨¢n.
La marginalidad que se respira en el barrio se desvanece, no obstante, cuando se entra en el colegio cuyos problemas de disciplina son "los mismos" que los de cualquier otro centro de Primaria. Mar¨ªa Jes¨²s Garc¨ªa Escarabajal es profesora de quinto y sexto de Primaria y lleva en el centro 20 a?os. Desde su percepci¨®n, el colegio puede mejorar con m¨¢s apoyo en recursos humanos, que no materiales.
"En clase no tenemos problemas para trabajar con los magreb¨ªes. Sus padres responden muy bien y apenas hay absentismo, algo que no ocurre con los gitanos. Los ¨¢rabes no faltan a clase. Pero ser¨ªa deseable bajar la ratio de las aulas, muchas de las cuales tiene 25 y 23 alumnos. Lo deseable ser¨ªa llegar a 18 o 20. En los a?os que llevo, puedo decir que hay promociones buenas y menos buenas. Pero este no es un centro con ni?os que tengan un rendimiento escolar bajo", asegura la maestra.
M¨¢s all¨¢ del estigma que los alumnos de El Puche puedan padecer por vivir donde viven, lo cierto es que el abandono por parte del Ayuntamiento de Almer¨ªa para el mantenimiento del centro es absoluto. El colegio no tiene pistas deportivas, no existe un parque infantil para los ni?os de preescolar, ni columpios. El Consistorio tampoco han pintado el interior del recibidor, cuyas losas se vinieron abajo; ni ha podado el jard¨ªn desde hace dos a?os.
El fe¨ªsmo que rodea a la escuela contrasta con el servicio y la atenci¨®n que reciben los alumnos en su interior: el centro dispone de una biblioteca de 5.000 vol¨²menes, un servicio de comedor con cocina propia gratuito para todos los alumnos, dos aulas temporales de Adaptaci¨®n Ling¨¹¨ªstica, dos aulas de Inform¨¢tica y un plan de acompa?amiento al alumnado a trav¨¦s de monitores educativos de ayuda al estudio fuera del horario escolar para cuatro grupos de alumnos de 5? y 6? de Primaria.
A Mina, inmigrante marroqu¨ª madre de la alumna Yasm¨ªn, de cinco a?os, las prestaciones del colegio no la entusiasman. Ella no oculta su incomodo por el centro donde su peque?a est¨¢ matriculada. "No estoy muy contenta porque hay muchos gitanos. Estoy obligada a vivir en El Puche y ella tiene que ir all¨ª. Los gitanos pegan a mi hija", confiesa la mujer. El marido de Mina compr¨® la casa donde ahora viven hace seis a?os por 2.400 euros. "La compr¨¦ barata, por eso no puedo vivir en otro lado", reconoce.
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