Man¨ªa de venganza
Hay cosas que estropean bastante la vida. Un asesino de cien v¨ªctimas, en la antesala de la ejecuci¨®n, confiesa, para descargar un poco la conciencia, que mat¨® por encargo a la hermana del ayudante del fiscal, hace quince a?os, en un incendio atribuido a un cortocircuito. El funcionario de la fiscal¨ªa sufre entonces una transformaci¨®n: ya no es el hermano de una muchacha muerta en accidente, sino el hermano de la v¨ªctima de un crimen que nadie ha vengado. Tres meses despu¨¦s, una madre feliz, Grace, encuentra entre las fotos de la familia en vacaciones, reci¨¦n reveladas, una foto antigua, con el color muerto de hace 15 a?os: dos hombres y tres mujeres, veintea?eros. Una de las j¨®venes tiene la cara tachada. Uno de los j¨®venes podr¨ªa ser el marido de Grace, aunque ¨¦l lo niega y desaparece. As¨ª empieza S¨®lo una mirada (Just One Look, 2004), de Harlan Coben, que vive en Nueva Jersey.
S?LO UNA MIRADA
Harlan Coben
Traducci¨®n de Isabel Ferrer
y Carlos Milla
RBA. Barcelona, 2005
382 p¨¢ginas. 19 euros
Esto pasa ahora, ayer mismo,
en los alrededores de Nueva York, ciudad reventada en pl¨¢cidas urbanizaciones perif¨¦ricas. Coben, novelista de cr¨ªmenes y suspense, escribe de muertos que no est¨¢n muertos o vivos que no est¨¢n vivos, desmemoria, identidades confusas, conspiraciones para borrar o vengar el pasado. Pero lo que fue destruido una vez no admite reconstrucci¨®n, aunque los afectados sean gente magn¨ªfica, marido y mujer, una pintora y un investigador farmac¨¦utico, d¨ªa y noche preocupados por el bienestar de sus hijos, ni?o y ni?a. La madre, mirando por la salud, los alimenta con hamburguesas vegetarianas y disimula el sabor vegetal con ketchup. El padre, antes de perderse en la oscuridad, lee a los chiquillos Charley y la f¨¢brica de chocolate. La antigua foto ha tra¨ªdo a la casa el encantamiento del pasado o, peor, la maldici¨®n del pasado. Los que aparecen en la foto antigua se mueren.
Existen familias agradables en este mundo, pero tambi¨¦n sujetos muy malos, como Eric Wu, asesino de burocr¨¢tica crueldad aprendida en las c¨¢rceles de Corea del Norte y hu¨¦rfano de una madre ahorcada por el tirano comunista. Los profesionales del crimen son asi¨¢ticos, argentinos quiz¨¢, o de apellido italiano, como si el mal fuera un oficio para inmigrantes. Los ciudadanos aut¨®ctonos que matan act¨²an por venganza, es decir, por imperativo moral, sentimental, jur¨ªdico-religioso, o por dinero serio y responsable, asuntos de herencia en familias perversamente ricas. Y el azar y las chiquilladas sirven de chispa de arranque para la m¨¢quina criminal: hace quince a?os hubo un concierto de rock que nunca empez¨®, disparos, una estampida de p¨²blico, 18 j¨®venes muertos. De all¨ª sali¨® Grace, la pintora, herida, coja, hacia su destino.
Las tramas de Harlan Coben son tan incre¨ªbles que la inverosimilitud se convierte en un valor est¨¦tico. Los investigadores de S¨®lo una mirada son excelentes: la mod¨¦lica madre pintora y su guardaespaldas de dientes de escualo, el buen polic¨ªa viudo y, sobre todos, la esposa y madre deprimida Charlaine Swain, cuarentona, engordando, que se pone en la ventana en ropa interior para ver c¨®mo la ve su vecino, el soltero m¨¢s solitario y perdido del mundo, oficinista infeliz y en peligro de muerte. Charlaine correr¨¢ a salvarlo, quijotesca, ¨¢vida consumidora de pel¨ªculas y novelas como las de Coben, observadora fenomenal y de gran poder deductivo, capaz de seguir por puro terror al asesino m¨¢s cruel, para no quedarse esper¨¢ndolo en el cuarto de estar, muerta de miedo. Es un magn¨ªfico personaje.
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