Vida de barrio en la Piazza Navona
Un recorrido por las calles, iglesias y 'trattorias' del coraz¨®n de Roma
En lo alto de la Torre de la Mona arde siempre una candela, en recuerdo de un milagro que ocurri¨®, se supone, hace tiempo. En un barrio abundante en milagros, el de la torre es el m¨¢s ex¨®tico y el menos documentado. Dicen que los due?os del edificio, construido hace mil a?os, ten¨ªan una mona, y que el animal tom¨® en brazos un beb¨¦ y se lo llev¨® a la cima con ¨¢nimo de hacer un destrozo. Los padres de la criatura, desde la calle, rezaron a la Virgen para que la mona no arrojara al beb¨¦. Y entonces la mona, muy atenta, baj¨® con cuidado y devolvi¨® el beb¨¦ a la familia. Podr¨ªa ser, cosas m¨¢s raras se han visto en este barrio. El caso es que todo el mundo llama Torre della Scimmia, o Torre de la Mona, a la Torre de los Frangipane.
En cuanto anochece, el centro de gravedad se desplaza hacia Campo dei Fiori. La vida social se concentra en La Vineria, donde uno puede toparse con Francis Ford Coppola, aunque algunos prefieren el Drunken Ship o el bar contiguo a la librer¨ªa Fahrenheit
En cuanto se atisba una de las raras nevadas romanas, los vecinos bien informados corren hacia el Pante¨®n. Los copos entran por el agujero de la c¨²pula y giran a gran velocidad en el interior: es como meterse dentro de una de esas bolas de cristal con nieve y casitas
En la torre vive ?ngel, un poeta vasco. Otro piso lo ocupa el due?o de la barber¨ªa de abajo, que mantiene el local tal como estaba el d¨ªa que lo alquil¨®, hace 51 a?os. Es una barber¨ªa antigua y sobria en un rinc¨®n bell¨ªsimo de la Via dei Portoghesi, enmarcado por la torre, la iglesia y las sombras. Pasan pocos turistas por ah¨ª. Los forasteros van a Piazza Navona, miran en la gu¨ªa qu¨¦ cosa hizo Bernini y qu¨¦ cosa hizo Borromini, hacen alg¨²n comentario sobre lo bonita y lo grande que es la plaza barroca y se largan con prisa a otro sitio.
Es una l¨¢stima tener prisa, porque este barrio debe recorrerse poco a poco, a la romana, con mucha parsimonia y mucho cuento. S¨®lo as¨ª se puede conocer un poco los riones (distritos de la ciudad imperial) de Parione, Ponte, Sant'Eustachio y Regola. Son los cuatro barrios de la pen¨ªnsula que forma el meandro del T¨ªber entre el f¨²nebre Augusteo al norte (que los ind¨ªgenas llaman "el diente picado" y seg¨²n la tradici¨®n est¨¢ lleno de fantasmas) y la Isla Tiberina al sur. Esta pen¨ªnsula es, con el Trastevere, la ¨²nica zona de Roma que ha permanecido viva y habitada durante m¨¢s de dos milenios. El Capitolio, el Coliseo y otros monumentos fueron refugios de pastores despu¨¦s de que la peste diera el golpe final a la ciudad de los c¨¦sares y la escasa poblaci¨®n se trasladara hacia occidente para acogerse a la sombra de los nuevos reyes, los papas. El terreno de la pen¨ªnsula se ha elevado unos diez metros en 20 siglos y posee las caracter¨ªsticas de un laberinto multidimensional, tan retorcido en la superficie como en el subsuelo.
Aqu¨ª gustan las callejas. La memoria local debe heredarse, porque a¨²n se oyen gru?idos contra las "calles piamontesas". En efecto, son calles horribles. Las construyeron los Saboya a partir de 1870, cuando conquistaron lo que quedaba de los Estados Pontificios y establecieron en Roma la capital de Italia. Corso Vittorio Emmanuele y Corso Rinascimento son ejemplos cl¨¢sicos del urbanismo que impusieron los monarcas turineses en una ciudad que viv¨ªa muy bien sin avenidas. Benito Mussolini hizo tambi¨¦n alguna barbaridad piamontesa. Quien se acerca a San Pedro por Via de la Conciliazione no sabe lo que se pierde. Hay que llegar a la bas¨ªlica callejeando por el Borgo y toparse de pronto con la sorpresa, concebida justamente para eso, para sorprender al peregrino. En fin, eso est¨¢ al otro lado del r¨ªo y no viene al caso.
El Gran Caffe
Supongamos que una persona amanece, por razones indeterminadas, ante la Torre de la Mona. Esa persona debe trasladarse de inmediato hacia la plaza de Sant'Eustachio para tomarse un caf¨¦ o, si hablamos en serio, un gran caffe en el establecimiento hom¨®nimo. Se trata de una cafeter¨ªa c¨¦lebre. Casi enfrente hay una iglesia, la de Sant'Eustachio, que celebra pocas bodas. Eso es por culpa del santo. Seg¨²n la tradici¨®n, san Eustaquio fue a cazar y se le apareci¨® el Cristo entre los cuernos de un ciervo. No hab¨ªa m¨¢s remedio que coronar la iglesia con la santa cornamenta. El efecto es pintoresco, pero ejerce un efecto desmoralizador sobre los novios, que acaban prefiriendo cualquier otra iglesia.
La ruta sensata entre Via dei Portoghesi y Piazza Sant'Eustachio evita la desolaci¨®n de Corso Rinascimento: mejor pasar por detr¨¢s de la Universidad de la Santa Cruz (centro intelectual del Opus Dei) y salir a la plaza de San Agostino. Se puede entrar en la iglesia para contemplar un fresco de Raffaello y un caravaggio curioso: la Virgen es representada en la puerta de la propia iglesia, a la espera de peregrinos. Un poco m¨¢s adelante, en San Luigi dei Francesi, hay m¨¢s caravaggios. El hombre era muy trabajador y un poco violento; en Campo dei Fiori mat¨® a uno porque le hab¨ªa ganado jugando al tenis. Peor car¨¢cter a¨²n el de Benvenuto Cellini, que mat¨® a dos sin la excusa del tenis. Est¨¢bamos en San Agostino, yendo por Via delle Coppelle a Piazza delle Coppelle, cuya peculiaridad es que contiene un mont¨®n de bares y restaurantes donde abrevan regularmente los habitantes de la pen¨ªnsula y los que vienen de fuera.
Quiera o no, uno acaba desembocando en el Pantheon. ?se es un edificio fabuloso, tan querido por los ind¨ªgenas como por los turistas. En cuanto se atisba una de las raras nevadas romanas, los vecinos bien informados corren hacia el Pantheon. Los copos entran por el agujero de la c¨²pula y giran a gran velocidad en el interior: es como meterse dentro de una de esas bolas de cristal con nieve y casitas.
Un poco m¨¢s hacia el oeste, en la esquina de San Ignazio con Pie di Marmo, est¨¢ la Biblioteca Casanatense. Una maravilla. El edificio es vulgar, pero basta subir una escalera (la entrada es libre desde 1701) para contemplar la espl¨¦ndida biblioteca donde se acumulan las herencias del cardenal Girolamo Casanate (bibliotecario de la Santa Romana Iglesia) y de otros donantes eruditos, como el padre Giacomo Ricci, iniciador de las misiones cat¨®licas en China y uno de los primeros estudiosos de Asia.
Ni los romanos ni los forasteros frecuentan la Casanatense. La gente del barrio no suele encerrarse con un mont¨®n de libros. Les divierte m¨¢s desempe?ar su papel en el teatro de la calle. El barbero de la Torre de la Mona me hizo notar un d¨ªa que se puede improvisar, pero s¨®lo hasta cierto punto. Un ejemplo: los comerciantes de su zona esperan al cliente detr¨¢s del mostrador, como en casi todas partes. Un poco m¨¢s al este, en las calles que se dirigen al Vaticano (Cappellari, Pellegrino; incluso en la solemne Coronari, en cuyos anticuarios Silvio Berlusconi se deja de vez en cuando un dineral), los comerciantes prefieren apostarse en el umbral con los brazos cruzados. El barbero de la Torre de la Mona opina que eso es falta de estilo.
Los tenderos de Governo Vecchio son los ¨²nicos que pueden alegar buenos motivos hist¨®ricos para quedarse en la puerta. Por esa calle iban y ven¨ªan los papas cuando se desplazaban desde casa (el palacio del Quirinale) a la oficina (el Vaticano), o cuando, en las entronizaciones, sal¨ªan en comitiva desde San Pedro para la misa en la catedral de San Juan de Letr¨¢n. Los papas salen menos desde que no son reyes de Roma, pero sigue siendo un espect¨¢culo verles pasar por Corso Vittorio con una escolta de coraceros en moto, seguidos por la columna de limusinas de los cardenales. Ya no tienen que desfilar ante el busto de Pasquino, donde los romanos escrib¨ªan sus cr¨ªticas a la administraci¨®n teocr¨¢tica y escriben ahora contra el gobierno.
Palacio Orsini
Detr¨¢s de Pasquino, hacia el oeste, se alzan los tres palacios de la familia Massimo, tan papista como los Orsini. En el palacio de las columnas (de fachada abombada porque se construy¨® sobre un Ode¨®n imperial) se produjo, el 16 de marzo de 1583, otro de esos milagros romanos un poco absurdos: san Felipe Neri resucit¨® a Paolo, un chico de la familia, pero Paolo le dijo que prefer¨ªa estar muerto y volvi¨® a morirse.
En un callej¨®n de Governo Vecchio, de nombre Savelli, se encuentra una instituci¨®n del barrio: la pizzeria La Montecarlo. Otras pizzerias, como la contigua Baffeto o La Sacrist¨ªa, junto al Pantheon, tienen m¨¢s fama. Pero carecen de Mario, llamado a veces Mariuccio, enciclopedia viviente de la romanidad. Ahora se han puesto en Internet (www.sevoinapizzadillo.com), pero el toque de modernidad resulta superficial: los tipos de La Montecarlo constituyen una de las pe?as m¨¢s aut¨¦nticas de la pen¨ªnsula. Mario es tan romano que tifa, como el propio alcalde, Walter Veltroni, por el Juventus de Tur¨ªn: puro esp¨ªritu de contradicci¨®n. Por las noches, despu¨¦s de cerrar y de servir unas cuantas cenas bajo mano a quien no puede pagarlas, Mario se aviene a disertar sobre lo que sea.
En cuanto anochece, el centro de gravedad peninsular se desplaza hacia Campo dei Fiori. La vida social se concentra en La Vineria, donde uno puede toparse con Francis Ford Coppola o con la aristocracia del barrio, aunque algunos disidentes prefieren el Drunken Ship o el bar contiguo a la librer¨ªa Fahrenheit. Otros se quedan del lado de ac¨¢, cerca de Navona, en la tur¨ªstica Via de Tor Millina, en un bar sin nombre que mantiene el r¨®tulo de un antiguo colmado, "Vino e olio". La camarera tiene un hermano que canta ¨®pera y de vez en cuando aparece por all¨ª para entonar un par de arias a capella, o sea, a pelo. Esos son momentos de alt¨ªsima calidad romana. Otro que frecuenta esa barra es un camarero-fil¨®sofo que dio mucha guerra en el 68 y que hoy, siempre con traje y sombrero, otorga enjundia al establecimiento en cuanto acaba de servir mesas en un restaurante cercano.
A los de fuera les extra?a la escasa iluminaci¨®n nocturna del centro de Roma. En realidad, esos farolillos proporcionan un ambiente acogedor y la intimidad necesaria para orinar en los rincones, una antiqu¨ªsima costumbre local que no acaba de perderse. Algunos se quejan de los meones. No ofrecen el mejor de los espect¨¢culos, pero peor es meterse en los Tre Scalini de Navona y encontrarse a Berlusconi con su troupe el d¨ªa en que el m¨¦dico, el diet¨®logo y los asesores pol¨ªticos le permiten meterse un chute de helado de pistacho. El milan¨¦s Berlusconi vive en el vecindario, en el palacio Grazioli. Alguna vez ha hecho parar su comitiva de limusinas azules para recoger a una se?ora cargada con la compra y acompa?arla hasta su casa. "Mi consenta, signora". El se?or es as¨ª.
Las madrugadas m¨¢s tranquilas proporcionan en ocasiones una epifan¨ªa. El paseante camina en silencio ante la Torre de la Mona y escucha el maullido de un gato: ya est¨¢, el barrio se entiende en ese instante.
- Enric Gonz¨¢lez es autor de Historias de Londres (Ediciones Pen¨ªnsula).
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Prefijo telef¨®nico: 00 39. Poblaci¨®n: Roma tiene 2,8 millones de habitantes.C¨®mo ir- Iberia (www.iberia.com; 902 400 500) tiene ofertas para volar a Roma desde Madrid y Barcelona, comprando el billete con 30 d¨ªas de antelaci¨®n, desde 99 y 49 euros, m¨¢s tasas y cargos, respectivamente.- Alitalia (www.alitalia.es; 902 100 323). Ida y vuelta Roma-Madrid por 99 euros, m¨¢s tasas y gastos.- Air Europa (www.air-europa.com; 902 401 501). Ida y vuelta a Roma desde 99 euros, m¨¢s tasas y cargos.- Vueling (www.vueling.com; 902 33 39 33) vuela a Roma desde Barcelona y Madrid a partir de 30 euros, m¨¢s tasas y gastos, el trayecto.- Ryanair (www.ryanair.com; 807 220 032) vuela a Roma desde Girona, Santander, Santiago de Compostela y Valencia. Por ejemplo, en enero, desde Valencia, a partir de 19,99 euros el trayecto, m¨¢s tasas. Conviene estar al tanto de ofertas puntuales.- Air Plus Comet (www.aircomet.com; 900 99 54 99) vuela a Roma desde Madrid, ida y vuelta, a partir de 89 euros, m¨¢s tasas y gastos.Informaci¨®n- Oficina de turismo de Italia en Madrid (915 67 06 70; www.enit.it).- Oficina de turismo de Roma (06 82 05 91 27; www.romaturismo.it).- Web de la ciudad de Roma: www.comune.roma.it.- www.provincia.roma.it.
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