Si no puedes vencerles, al¨ªate con ellos
?Seguir¨¢ creciendo China en los pr¨®ximos 20 a?os al mismo ritmo en que lo ha venido haciendo desde 1978, fecha en la que muri¨® Mao y una nueva generaci¨®n de dirigentes m¨¢s pragm¨¢ticos lleg¨® al poder? ?Cu¨¢l puede ser la estrategia exitosa de un pa¨ªs como Espa?a que ve esa nueva realidad asi¨¢tica como una amenaza para la continuidad de su propio desarrollo econ¨®mico e industrial y su bienestar? Ambas cuestiones tienen un inter¨¦s indudable para nosotros. La primera, porque la continuidad del desarrollo econ¨®mico est¨¢ muy vinculada a su democratizaci¨®n y al papel que China desempe?ar¨¢ en la marcha del mundo durante este siglo. La segunda, porque seg¨²n la forma en como se afronte el reto econ¨®mico que plantea China, Espa?a podr¨¢ o no mantener su estructura industrial y los actuales niveles de bienestar. Vayamos por partes.
Las historias nacionales del desarrollo econ¨®mico nos dicen que el camino del crecimiento no est¨¢ exento de sobresaltos y, en ocasiones, de ca¨ªdas y vueltas atr¨¢s. Como sucede con el arte de volar, lo dif¨ªcil no es despegar, sino mantenerse en vuelo durante largo tiempo. Hay muchos pa¨ªses que consiguieron despegar econ¨®micamente con fuerza, pero que despu¨¦s no lograron sostener el crecimiento y cayeron. Uno de ellos, cercano sentimentalmente a nosotros, es Argentina. Otro, de m¨¢s inter¨¦s para esta historia, fue la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Durante d¨¦cadas, los ritmos de crecimiento y dinamismo del antiguo gigante del Este de Europa fueron superiores a los de las econom¨ªas occidentales. Esos crecimientos se vivieron como una amenaza. Recuerdo que en la Facultad de Econ¨®micas de la Universidad de Barcelona, Ramon Trias Fargas nos explicaba que la raz¨®n de ese mayor dinamismo estaba en "el coste de la libertad" que ten¨ªan que pagar las econom¨ªas occidentales por ser democracias y que no ten¨ªa la URSS. Pero, a la postre, la falta de democracia abort¨® el crecimiento y gener¨® un retroceso del que a¨²n hoy no se han recuperado ni Rusia ni el resto de pa¨ªses sat¨¦lites, que en su mayor¨ªa intentan ahora pertenecer al club de las democracias de Europa.
La democracia parece ser una condici¨®n para la sostenibilidad del crecimiento. Esta hip¨®tesis, seg¨²n la cual el desarrollo y la liberalizaci¨®n econ¨®mica acaban socavando los cimientos de los reg¨ªmenes pol¨ªticos represivos, ha tenido predicamento en las ciencias sociales. La raz¨®n era que el desarrollo hace surgir unas clases medias que acaban exigiendo la democracia. La Espa?a del desarrollismo franquista se pone como ejemplo de ese c¨ªrculo virtuoso que va del crecimiento a la democracia y de ¨¦sta de nuevo al crecimiento. Aplicada a China, significar¨ªa que si el r¨¦gimen de partido ¨²nico y represivo quiere promover el crecimiento tiene que estar dispuesto a pagar el coste pol¨ªtico de democratizarse. Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os se ha podido comprobar que las dictaduras han aprendido a cortar ese v¨ªnculo logrando la continuidad de los beneficios del desarrollo sin tener que afrontar los riesgos de la democracia al estilo occidental.
Las relaciones entre desarrollo y democracia en China en las pr¨®ximas d¨¦cadas no ser¨¢n una cuesti¨®n indiferente para nosotros. Pero en cualquier caso, todo induce a pensar que el crecimiento se mantendr¨¢ fuerte durante las pr¨®ximas d¨¦cadas, aun cuando pueda sufrir alg¨²n sobresalto importante. Poco a poco las fuentes de su crecimiento sufrir¨¢n un cambio. En primer lugar, la econom¨ªa china pasar¨¢ de ser una simple exportadora de manufacturas baratas para emprender un proceso de implantaci¨®n exterior de sus empresas m¨¢s din¨¢micas a fin de producir en otros pa¨ªses los nuevos productos globales de marca china. En segundo lugar, el crecimiento basado en las exportaciones ir¨¢ dejando un campo m¨¢s importante al apoyado en la demanda interior de unas clases medias que est¨¢n creciendo de forma r¨¢pida y demandan mejor calidad de vida. Este cambio en los motores del crecimiento abre oportunidades para las empresas espa?olas.
?Qu¨¦ hacer? Por un lado, podemos convertirnos en aliados de las empresas chinas en su implantaci¨®n en Europa y Am¨¦rica Latina. Tenemos bazas importantes que ofrecer en este juego. Entre ellas, un grupo de grandes empresas espa?olas con buenas posiciones en Europa y en Am¨¦rica Latina, regi¨®n en la que las empresas chinas est¨¢n muy interesadas. En este terreno, el buen hacer y unas buenas relaciones econ¨®micas internacionales del Gobierno espa?ol ser¨¢n de gran utilidad.
Por otro, hay que entrar en el mercado chino no s¨®lo para producir desde all¨ª (deslocalizando) lo que ya no se puede producir aqu¨ª, sino especialmente para estar y vender en el propio mercado interior chino. Algunas grandes empresas, como Telef¨®nica, han comenzado a tomar posiciones. Otras de tama?o mediano y peque?o est¨¢n haci¨¦ndolo tambi¨¦n con m¨¢s intensidad. Hay terreno, porque China va a necesitar muchas empresas de este tipo, y las que existen tienen un bajo nivel de productividad. Dicen los exportadores que vender es lo mismo en cualquier lugar..., excepto en China. Hacer negocios all¨ª es m¨¢s dif¨ªcil, y no es problema de tener un buen traductor, sino de paciencia y habilidad. Pero ya tenemos algunos ¨¦xitos. El que m¨¢s gratamente me ha sorprendido es el de la escuela de negocios que el profesor Pedro Nueno, del IESE de Barcelona, ha impulsado en Shanghai. La mejor de Asia, y que lleva camino de ser de las mejores del mundo.
Si estamos formando a los nuevos gerentes chinos, ?c¨®mo no vamos a ser capaces de aliarnos con ellos? Todos los que hasta ahora lo han intentado dicen que hacer negocios en China es m¨¢s dif¨ªcil que en cualquier otro lugar. En cualquier caso, si estamos de acuerdo en que no podremos competir con China ni en salarios, ni en tecnolog¨ªa punta, la estrategia m¨¢s adecuada es aliarse con ellos. Y si no, al tiempo.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona.
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