El malo de la pel¨ªcula
Seg¨²n unos, mordi¨® la mano que le daba de comer. Para otros, fue un h¨¦roe capaz de plantar cara a uno de los mayores poderes. El monje alem¨¢n Mart¨ªn Lutero es casi un desconocido para la mayor¨ªa de los espa?oles de a pie, que siempre ver¨¢n en ¨¦l, por culpa de la (mala) educaci¨®n religiosa recibida durante a?os, al canalla de la pel¨ªcula. En Lutero, producci¨®n dirigida por Eric Till y financiada en parte por la Fundaci¨®n Luterana, es no s¨®lo el bueno de la historia, sino una figura que roza la santidad.
Harto de la corrupci¨®n de la Iglesia cat¨®lica del siglo XVI, y centr¨¢ndose en la reprobaci¨®n de las indulgencias a cambio de limosnas y donaciones (unos falsos pasaportes a la celestial tranquilidad del para¨ªso que ten¨ªan como objetivo, por ejemplo, la costos¨ªsima construcci¨®n de la iglesia vaticana de San Pedro), el sacerdote inici¨® un progresivo cuestionamiento de las pr¨¢cticas religiosas de la ¨¦poca que culmin¨® m¨¢s tarde en la reforma protestante.
LUTERO
Direcci¨®n: Eric Till. Int¨¦rpretes: Joseph Fiennes, Bruno Ganz, Peter Ustinov, Alfred Molina. G¨¦nero: drama. Alemania, 2003. Duraci¨®n: 113 minutos.
Con unos di¨¢logos de calidad y una convencional direcci¨®n, m¨¢s cercana a una miniserie televisiva que a un largo con ambiciones art¨ªsticas, la pel¨ªcula est¨¢ dotada de una correcci¨®n un tanto fr¨ªa. Eso s¨ª, a pesar del car¨¢cter excesivamente subrayado de la m¨²sica y de las limitaciones interpretativas de Joseph Fiennes (haga el personaje que haga, nunca sale de la altiva mueca de soslayo de Shakespeare in love), la cinta tiene el inter¨¦s de la Historia (as¨ª, con may¨²scula), de la siempre positiva cr¨ªtica de los poderosos, del contraste entre un pueblo llano paup¨¦rrimo y una iglesia recubierta de oro y palio.
Siempre tendente a la hagiograf¨ªa, el gui¨®n acude en ayuda de su personaje, al no echar demasiada sal en la herida de la supuesta responsabilidad en la sangrienta revuelta campesina (social y agraria, al tiempo que religiosa) posterior a su excomuni¨®n y al castigo por parte del Papa Le¨®n X y del emperador Carlos V, as¨ª como en su ulterior recomendaci¨®n a los fieles de obediencia debida a los poderes civiles. Adem¨¢s, como casi siempre en las historias que narran una gran cantidad de importantes episodios, la pel¨ªcula adolece de cierto apresuramiento en algunos de ellos (su esposa pasa de monja a celosa mujer casada cargada de hijos en apenas un par de secuencias), pero en general prevalece la atracci¨®n del discurso hist¨®rico elevado y la esencial significaci¨®n de un personaje habitualmente reducido a simple pelele que un mal d¨ªa se rebel¨® contra las directrices de la gloria.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
