La emoci¨®n de la ley
Cuando en el pasado octubre nos reunimos en la Casa de la Panader¨ªa para celebrar la boda del concejal Pedro Zerolo con Jes¨²s Santos, la voz de los negros en sus espirituales, sonando all¨ª, hecha himno y canto de libertad, no fue una gratuita elecci¨®n de los contrayentes para emocionar a los que, con la asistencia a su boda, celebr¨¢bamos tambi¨¦n un nuevo logro de la lucha por la igualdad. Tampoco la palabra en¨¦rgica, valiente y desgarrada de Luis Cernuda, 50 a?os antes, doli¨¦ndose del amor marginado, y que rescat¨® aquella ma?ana la poeta Ruth Toledano en una brillante pl¨¢tica civil que tambi¨¦n impuso la emoci¨®n, fue una casual elecci¨®n para el decoro de una ceremonia que honraba a la Constituci¨®n Espa?ola porque nos hac¨ªa a todos m¨¢s libres.
Hubo muchos motivos para la emoci¨®n en aquel acto, y no fue el menos importante el amor de los dos contrayentes, expresado en las miradas, las sonrisas o los besos. Hasta la solemnidad del bedel, impecablemente uniformado, que anunciaba la presencia de la oficiante, Trinidad Jim¨¦nez, completaba la elegancia de una ceremonia, que por ins¨®lita hasta ahora, convert¨ªa en emocionante lo m¨¢s protocolario. Pero el propio discurso de la concejal madrile?a, sin incidir demasiado en el logro pol¨ªtico y social que significaba aquella boda para que en la intimidad del acto fuera lo principal la vivencia personal y sentimental de los contrayentes, dio pie a la emoci¨®n de familiares y amigos. Y pocas veces la fr¨ªa prosa de un texto jur¨ªdico habr¨¢ emocionado tanto como lo consigui¨® la lectura de los art¨ªculos del C¨®digo Civil reformado que le permit¨ªan a la concejal Jim¨¦nez dar por casados a Pedro y a Jes¨²s en nombre del Rey de Espa?a.
De principio a fin, palabras, m¨²sicas y gestos conformaron una liturgia human¨ªsima en la que la emoci¨®n compartida por todos tuvo distintas intensidades y en la que el nombre de los que por diversas razones ya no estaban, algunos porque cayeron en el largo camino de la lucha de los homosexuales por el reconocimiento de su dignidad, y otros, familiares queridos, porque la vida nos les alcanz¨® para verlo, suscit¨® la l¨¢grima emocionada. Pero a la salida de aquel acto, cuando coment¨¢bamos sus variados momentos, Boti Garc¨ªa Rodr¨ªguez, tantos a?os presidenta del Colectivo de Lesbianas, Gays y Transexuales de Madrid y toda una vida dej¨¢ndose la piel en los afanes por la igualdad, confes¨® que a ella lo que m¨¢s le hab¨ªa emocionado hab¨ªa sido la lectura de los art¨ªculos del C¨®digo Civil reformado. Pareci¨® en principio una graciosa ocurrencia o una divertida reacci¨®n, propia de quien en efecto es, adem¨¢s de aguerrida, divertida y graciosa.
Pero se trataba de una afirmaci¨®n muy seria: aquel texto legal era una victoria de la justicia sobre el fanatismo, una conquista de la libertad de todos sobre la intolerancia de algunos y, en el caso de Boti, el logro de un sue?o que ha perseguido con todo coraje y no pocos sacrificios. Gracias a ese sue?o de Boti, al empe?o pol¨ªtico de Pedro Zerolo, a la lucha de muchos durante mucho tiempo, unas 500 parejas del mismo sexo han contra¨ªdo ya matrimonio en Espa?a. Ahora, el s¨¢bado pasado, con las variantes que decidieron Boti y su novia, Beatriz Gimeno, otra decidida activista, la Casa de la Panader¨ªa fue el escenario de su propia boda. Y los gestos, las miradas, las sonrisas, las palabras, todas distintas, fueron semejantes. Tambi¨¦n las emociones.
Trinidad Jim¨¦nez hab¨ªa dicho en la boda de Zerolo que le era imposible considerarla una boda m¨¢s. No lo era, realmente: ten¨ªa un valor simb¨®lico. Lo mismo suced¨ªa ahora con la de Boti. A pocos d¨ªas de que el Tribunal Constitucional negara facultades para resistirse a registrar matrimonios entre personas del mismo sexo a una juez de Denia que antepuso la misa a su oficio, y a otros administradores de justicia que se tomaron la justicia por su diestra mano, y a unos meses de que los obispos se pusieran la sotana de deporte para sudar en la calle de Madrid al grito de "casados no queremos a los gays, sino c¨¦libes", o que el PP llevara al Tribunal Constitucional su rechazo cerril a estas bodas, Boti se emocion¨® en la suya no s¨®lo con el C¨®digo Civil que le permit¨ªa a la republicana In¨¦s Saban¨¦s casarla con Beatriz en nombre del Rey de Espa?a, sino con la complicidad de cuantos por muchas razones le rodeaban. La raz¨®n del amor y la amistad, por supuesto, pero cont¨® mucho tambi¨¦n la raz¨®n a la que apel¨® Almudena Grandes en la Casa de la Panader¨ªa: "La deuda de todos con dos luchadoras por la libertad".
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