?Fumas o trabajas?
A partir del 1 de enero desaparecer¨¢n los ceniceros de las mesas en oficinas, f¨¢bricas o talleres. Para alivio de los no fumadores (69% de la poblaci¨®n adulta) y agobio de los empedernidos. La ley antitabaco, aprobada el 15 de diciembre por el Congreso, proh¨ªbe incluso que haya salas para fumadores en los centros de trabajo. Desde el sindicato Comisiones Obreras, que abog¨® por permitir estas estancias, hasta una empresa de inform¨¢tica, una f¨¢brica de camiones, una tabaquera, una peluquer¨ªa o un Ayuntamiento, EL PA?S ha visitado 11 centros de trabajo para ver c¨®mo se enfrentan a la nueva ley. Algunos iniciaron hace tiempo el camino.
Queda una semana. ?Dejar¨¢n de fumar realmente los espa?oles en su puesto de trabajo? El 77,2% apoya la ley antitabaco, seg¨²n el ¨²ltimo sondeo del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) difundido al d¨ªa siguiente de aprobarse ¨¦sta. Pero casi la misma proporci¨®n (69%) cree que "ser¨¢ dif¨ªcil que la gente obedezca". La consulta, realizada a 1.500 personas mayores de 18 a?os, registra alguna contradicci¨®n. Por ejemplo, m¨¢s de la mitad (53%) sostiene que fumar es un derecho y no hay por qu¨¦ limitarlo. A continuaci¨®n se narran situaciones y experiencias en varios centros de trabajo.
Los ¨²nicos lugares de la sede de IBM en los que los ceniceros no se han convertido en papeleras son unos balcones que dan a un patio interior
"Es peor la ansiedad que te produce saber que no vas a poder fumar que el hecho en s¨ª. Al principio sales cada dos horas, y luego, cada tres o cuatro"
1 IBM: el rinc¨®n del pitillo verde. Edificio de IBM en Madrid. 1.500 trabajadores. Prohibido fumar desde hace cinco a?os,salvo en zonas se?aladas.
Los ¨²nicos lugares donde los ceniceros no se han convertido en papeleras dentro de la multinacional son unos balcones en cada planta que dan al patio interior coronados por un gran cartel con un cigarrillo encendido, pintado de verde. Eso, y la mitad de la barra del bar. Hace cinco a?os se restringi¨® fumar en el resto del coloso. La prohibici¨®n se cumple. El director de recursos humanos, Pablo Pastor, juega con un clip sobre el cenicero de vidrio sin m¨¢cula y asegura: "No s¨¦ si un fumador seguir¨¢ contento en marzo cuando haya tenido que salir a la calle en pleno invierno". ?l redujo a la mitad el n¨²mero de cigarrillos que consum¨ªa. Luego lo dej¨®. "No me tuve que acoger a ninguna de las medidas que tomamos". Hubo charlas, conferencias y soporte m¨¦dico, pero menos del 10% de la plantilla fumadora solicit¨® las ayudas.
"En enero tendr¨¦ que salir a la calle o meterme en el v¨¢ter", dice Miguel ?ngel con un tono de voz que justifica sus dos paquetes diarios de tabaco negro. "En el v¨¢ter no se puede", advierte el encargado de prensa. "El modelo deber¨ªa ser ¨¦ste", dice se?alando la balconada. Concha comparte un pitillo con dos colegas. "Lo nuestro ha sido una buena medida. Pero lo de enero va a ser muy molesto, ponerte el abrigo y salir a la calle... Esto no es propio de un Gobierno que presume de tolerante".
Encarna aprovecha para fumar antes de entrar en una reuni¨®n. "Alguna ya la hemos hecho aqu¨ª. Cogemos los papeles y nos venimos para ac¨¢. La ley es una buena excusa para dejar de fumar". Los directivos no se preocupan mucho de la incidencia del tabaco en la productividad. "El que quiere perder el tiempo, lo puede hacer delante del ordenador", dice Pastor. "Trabajamos por objetivos y parte de la plantilla tiene port¨¢til y celular, puede trabajar donde quiera". Eso es justo lo que hace Paloma. Muchas tardes coge la computadora y se va a trabajar (y a fumar) a su casa. Se pregunta qu¨¦ har¨¢ a partir de enero, porque es muy friolera. "Que no se fume en ning¨²n sitio es excesivo, la verdad". Paloma y Enrique comparten un peque?o despacho con mucha luz. ?l no fuma, pero cree que el sistema ideal es ¨¦ste, el que desaparecer¨¢ en una semana.
2 Un centro comercial: humo en los pasillos. Centro comercial Alcal¨¢ Norte. Madrid. 150 tiendas. ?rea de ocio, cines y restaurantes. Se permite fumar.
"Es tremenda la falta de respeto que tienen los fumadores. Una vez, una se?ora estaba con el pitillo a mi lado en el and¨¦n del metro, ech¨¢ndome el humo. Yo me puse a toser y me lo reproch¨®. Le contest¨¦: 'Si dejas de atufarme, yo dejar¨¦ de toser". Quien habla, a la puerta de su comercio de ropa de se?oras, es Marisa, tan vehemente en su defensa de la ley antitabaco que Ana, la dependienta de la tienda de regalos vecina, que ha salido al pasillo a fumar, se aleja. Luego comenta: "A m¨ª me molesta mucho el humo cuando no fumo yo, as¨ª que la ley me parece bien". En ese momento llega Mar¨ªa Jos¨¦, que trabaja en un bar del centro y enciende un cigarro en las narices de su amiga Marisa y le espeta: "Que no se fume me parece muy injusto, porque el mismo derecho tienen los fumadores que los que no fuman". "Pues a m¨ª me fastidia much¨ªsimo", le replica Ana. Y Mar¨ªa Jos¨¦ la pincha: "?sta es una ex fumadora y una intransigente".
Hay inmensos ceniceros negros a los lados del pasillo. Dentro de una semana s¨®lo estar¨¢n en la entrada y en la terraza superior, dice el director del centro comercial, Jos¨¦ Manuel Blanco, que piensa reunirse con los restauradores. "La mayor¨ªa optar¨¢ por convertirse en espacios sin humo, porque sus mesas invaden nuestras zonas comunes. Si eligen cerrarlos, tendr¨¢n que quedarse con locales de 30 o 40 metros cuadrados, y eso no les compensar¨¢", explica.
?scar, propietario de un amplio bar de tapas del piso superior, se pregunta: "?Qui¨¦n va a pagar la remodelaci¨®n?". En una de sus mesas, cuatro amigas de mediana edad. S¨®lo una fuma. Una dice: "No le veo sentido a que, por un lado, vendan tabaco y, por otro, no dejen fumar". Otra, ex fumadora: "Yo no he tenido nunca una baja por bronquitis, y s¨ª por estr¨¦s". Otra: "Que proh¨ªban primero el trabajo. Los horarios de oficina son muy da?inos, y la contaminaci¨®n de la ciudad. Yo soy conductora pasiva. El coche mata, ?no?".
3 CC OO: sindicalistas ante la ley. Confederaci¨®n Sindical de Comisiones Obreras. Madrid. 80 trabajadores. Permitido fumar.
Tambi¨¦n Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, secretario general de CC OO, tendr¨¢ que salir a la terraza para encender su pipa a partir del 1 de enero. En el centro neur¨¢lgico del sindicato que defiende que se creen espacios para fumadores en las empresas se acatar¨¢ la ley, afirma Laura Luna, responsable de prevenci¨®n, fumadora que no fuma en su puesto de trabajo, y baraja que en la sede se subvencione parte del tratamiento antitabaco.
En el edificio trabajan 80 personas, entre ellas Manuela y Pilar. La primera, no fumadora, tuvo una neumon¨ªa hace un a?o. La segunda consume dos paquetes de Ducados rubio al d¨ªa. Se sientan casi mesa con mesa en el departamento de prensa. "Parece que ser sindicalista y no fumar es un sacrilegio", dice Manuela, que ha pegado al lado de su silla esta proclama: "Tabaco, producto que mata a sus mejores clientes. A partir de enero, si se tiene que denunciar a la empresa, se la denuncia". Desde la neumon¨ªa de Manuela, Pilar aprovecha para fumar cuando va a tomar caf¨¦ o a hacer fotocopias. ?Qu¨¦ va a hacer en enero?: "No s¨¦, ir al m¨¦dico y pedir una baja por depresi¨®n". Ambas conversan hasta llegar al asunto de qui¨¦n debe pagar los tratamientos.
- Se deber¨ªan financiar otras prestaciones -dice Manuela.
- T¨² fumas porque quieres.
- Fumo porque no puedo dejar de fumar.
- Los fumadores estamos hartos. Ha habido mucha intransigencia.
- Se deber¨ªa haber abierto una sala. Esta ley va contra el individuo, no contra la Administraci¨®n.
4 Sanitas: 5 a?os de experiencia. Sede central de Sanitas. 673 empleados. No se permite fumar. No hay carteles rojos con el cigarrillo tachado, ni ceniceros en los patios con plantas ba?ados de luz. La compa?¨ªa de seguros m¨¦dicos Sanitas cambi¨® en 2000 sus oficinas en la calle de Serrano, en Madrid, por un edificio de 20.000 metros cuadrados a las afueras de la ciudad. Los directivos (fumadores incluidos) acordaron dar ejemplo y convertir la nueva sede en un entorno sin humo.
"Se dieron facilidades para dejarlo", recuerda la jefa de recursos humanos, Coral Gonz¨¢lez. "Incluso uno de los directores lo hizo". Quince empleados se apuntaron a un programa de una empresa que sigue el m¨¦todo de Allen Carr, autor de Es f¨¢cil dejar de fumar. Hubo un ¨¦xito del 70%.
"Tampoco hubo consulta previa. En las sesiones de comunicaci¨®n a la plantilla, los no fumadores preguntaban si ellos, que no saldr¨ªan a fumar a la calle, iban a acabar trabajando m¨¢s. Pero es que casi todos tenemos que cumplir con una tarea en un plazo determinado. Si hay gente que se escaquea, se va a escaquear en cualquier caso. Y el que es responsable fuma responsablemente". Ella misma abandon¨® el h¨¢bito hace a?o y medio. "Me ha resultado muy f¨¢cil. En los a?os que llevo aqu¨ª, nadie me ha preguntado si puede fumar".
S¨®lo hay dos lugares con cenicero: una gran terraza en el ¨¢tico con vistas a la M-40 en la que se instalan mesas en verano (y donde ahora cuatro fumadores dan saltitos para combatir el fr¨ªo) y la puerta de entrada. En ella, Eva y Mar¨ªa Antonia, telefonistas, comparten cigarrillo y rigores oto?ales. ?C¨®mo lo llev¨¢is?: "En invierno, pasando fr¨ªo, y en verano, calor". Pero no parecen muy molestas: "En la otra oficina era asqueroso. Fum¨¢bamos por fumar. Y esta prohibici¨®n te hace reducir".
Yolanda trabaja en compras y se enter¨® en la entrevista de trabajo de que Sanitas era un espacio sin humo. Se acoda en una de las mesas. "Te preguntas: '?C¨®mo voy a llevar esto?'. Cuando ha pasado un mes te dices: 'Pues no es para tanto'. Es m¨¢s la ansiedad al saber que no podr¨¢s fumar que el hecho en s¨ª. Al principio sales cada dos horas, y luego, cada tres o cuatro".
En un rinc¨®n, seis empleados apuran los ¨²ltimos momentos de la jornada con el abrigo en la mano. La m¨¢s novata es una joven muy delgada. "S¨ª", dice Marta frente a sus compa?eros, que la miran divertidos. "Soy fumadora compulsiva. Vengo de un banco donde encend¨ªa un pitillo detr¨¢s de otro. Aqu¨ª hay un ambiente m¨¢s saludable". Susana y Nuria fuman la mitad, y se alegran. Y David, un tipo joven, alto y encorbatado, no fumador, est¨¢ ansioso por la llegada de la ley. "Hemos tenido mucha paciencia con los fumadores. Yo estoy harto".
5 Una peluquer¨ªa: con rulos a la calle. Alte Peluqueros. Madrid. Cinco trabajadores. Se permite fumar a los clientes. A los empleados, en una sala.
"El 1 de enero tirar¨¦ los ceniceros y pondr¨¦ el cartel", dice Tere Medrano, due?a de esta peluquer¨ªa de la zona de Arturo Soria. "Y saldr¨¦ a la calle a fumar. Yo veo m¨¢s problema en las clientas. No se puede entrar con perros y los meten". "Hay algunas que lo van a pasar mal", protesta Laura, la otra fumadora. "Preguntan: '?C¨®mo voy a salir a la calle con el tinte y todo?'. A m¨ª no me gusta la ley". "Pues tampoco es justo que vengas a lavarte el pelo y salgas oliendo a tabaco", replica Pilar, una clienta a quien Laura aplica el tinte. "?T¨² no te planteas que es malo para la salud?".
Cerca, Jes¨²s alisa el pelo a una se?ora. "Las he amenazado con denunciarlas si fuman", dice. "Bueno, tanto no, pero es que los fumadores son muy mal educados. No preguntan".
?Y si una clienta lo hace? "Pues le dir¨¦ que no se puede".
6 Altadis: pitillos en bandeja. Sede central de Altadis. Madrid. 500 empleados. Se permite fumar.
En algunas zonas de recepci¨®n de la sede central de la compa?¨ªa tabaquera que comercializa Fortuna, Ducados y Ducados Rubio (nueva marca barata) hay bandejas con cigarrillos para que empleados y visitas puedan fumar cuando y donde deseen. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ dentro de una semana? "?Usted que cree?", responde un portavoz. "Pues que se acatar¨¢ la ley, ?no?". Ning¨²n patio evitar¨¢ que los empleados acaben saliendo a la calle a fumar. El portavoz no autoriza que se fotograf¨ªe las oficinas de la empresa o que se converse con los empleados.
7 Local de banquetes: ?bodas sin puros? Gran Hotel Vel¨¢zquez. Madrid. Cuatro estrellas. 140 habitaciones.
"Por edad y estatus, muchos de nuestros clientes son fumadores de puros, y eso complica las cosas", dice Manuel Enr¨ªquez, el director financiero de Corporaci¨®n Hispano Hotelera, la propietaria de este hotel con solera, ubicado en el barrio de Salamanca, en Madrid, y de otros tres m¨¢s en la capital, que suman 548 habitaciones. "Si un se?or nos alquila una habitaci¨®n y quiere fumar en ella, es como si lo hiciera en su casa, tiene ese derecho, seg¨²n la jurisprudencia previa". El hotel, que ya tiene habitaciones para no fumadores, cumplir¨¢ la ley (reservar el 30% de los cuartos para quienes fumen), y adem¨¢s, los empleados ya no fuman en su lugar de trabajo. En general, dice, la ley es una limitaci¨®n m¨¢s que complica la gesti¨®n. "Estamos haciendo un gran esfuerzo de imaginaci¨®n para adaptar los restaurantes y la cafeter¨ªa. Pero el gran problema de la hosteler¨ªa son los banquetes, y nosotros servimos muchos. No podemos dividir a la gente". Enr¨ªquez se hace algunas preguntas: "?Ponemos a los fumadores en una habitaci¨®n y a los no fumadores en otra? ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ con la tradici¨®n de que el padrino invita a puros? ?Y en los bautizos y comuniones? ?Sentamos a los ni?os en un sal¨®n y a los padres en otro?".
8 Bar Evaristo: un refer¨¦ndum para decidir. Chez Evaristo. Pamplona. Se permite fumar.
Jos¨¦ Luis Biurr¨²n, el propietario de un bar que est¨¢, dice, en la calle m¨¢s famosa del mundo (la de la Estafeta, por donde corren los mozos delante de los toros cada a?o por los sanfermines), presume de tener m¨¢s de 200 pinchos diferentes en la barra. Tambi¨¦n est¨¢ orgulloso de haber plantado una urna para que sus clientes voten si en su establecimiento, menor de 100 metros cuadrados, se va a poder fumar o no. "He preferido que mis amigos y clientes lo decidan", explica. "Entre todos los que participen sortearemos un jam¨®n, pero la gente viene sobre todo para votar. Ya vamos por la quinta urna, 8.000 votos. Mucho me temo, en contra de mi criterio, porque me encanta que haya ni?os, que ganar¨¢n los fumadores".
En una consulta a 10 bares y restaurantes de Madrid elegidos al azar, y de diferentes tama?os, gan¨® la opci¨®n fumadores (9). "Los clientes me preguntan y yo les contesto: estar¨¢ permitido fumar, drogarse y tomar pastillas, pero nada de sexo, que tengo muchas cristaleras". Lorenzo, el encargado de una cervecer¨ªa en la calle de Espronceda, nunca ha fumado: "Yo creo que los bares peque?os 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![Humo al aire libre en una terraza de la sede central de IBM, en Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OQDPVMV5IGOFWB2KJ4CIRPIHS4.jpg?auth=0e9cbb76da5a0943fded279e129c0c47406627e27af672f82ac3ad6ecef00ba4&width=414)
![Un minuto para un cigarrillo (pero en el exterior), en la sede central de Sanitas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XNNLVDD5AANJHM7DDRGCIBFNUI.jpg?auth=51b6b2e30311c2e9a53f05aa389a9f364a37071d99e54c865655de9782257047&width=414)
La opini¨®n de los cient¨ªficos
"HABR? UNA INCOMODIDAD inicial en los fumadores m¨¢s adictos, pero en general adaptan con facilidad su patr¨®n de conducta a las circunstancias. No va a haber conflictos, si tenemos en cuenta la experiencia de otras empresas que han restringido fumar", afirma el m¨¦dico Rodrigo Garc¨ªa, del Comit¨¦ Nacional para la Prevenci¨®n del Tabaquismo (CNPT), una entidad que re¨²ne a 40 sociedades cient¨ªficas.
La CNPT ten¨ªa previsto repartir la pasada semana 40.000 folletos a las empresas con datos tan convincentes como ¨¦stos: ser fumador pasivo en el trabajo aumenta un 39% el riesgo de padecer c¨¢ncer de pulm¨®n.
El aire contaminado por humo del tabaco es uno de los principales peligros laborales de la poblaci¨®n trabajadora, s¨®lo superado por la exposici¨®n al sol. Este contaminante es el de mayor poder generador de c¨¢ncer. El riesgo de tumores malignos de pulm¨®n es 57 veces superior al estimado para la contaminaci¨®n por asbesto, ars¨¦nico, benceno, cloruro de vinilo y radiaciones.
La hosteler¨ªa y el tabaco
EN ESPA?A HAY 336.500 establecimientos hosteleros (240.00 bares, 14.000 cafeter¨ªas, 66.000 restaurantes y 15.000 hoteles, en n¨²meros redondos). La reciente encuesta del CIS se?ala que casi el 77% de la poblaci¨®n est¨¢ a favor de que los locales mayores de 100 metros cuadrados destinen un 30% del espacio para fumadores en dependencias separadas. El 17,8% se declara en contra y a un 4,4% le da igual. La Federaci¨®n Espa?ola de Hosteler¨ªa estima que el 85% de los locales peque?os permitir¨¢ fumar. Seg¨²n sus datos, el 45% de la clientela de estos locales es fumadora. Los hosteleros calculan que se perder¨¢n 1.600 millones de euros y 20.000 empleos al a?o.
?Se consumir¨¢ menos en bares y restaurantes?
EN NUEVA YORK, que introdujo una gran ofensiva antitabaco en 2002 prohibiendo fumar en todos los locales de ocio, no se perdieron empleos ni hubo disminuci¨®n de negocio un a?o despu¨¦s de la implantaci¨®n de la norma, seg¨²n el Departamento de Salud. Sin embargo, una encuesta de los restauradores enviada a 900 locales hall¨® que, de los 115 que respondieron, 88 dijeron que sus ventas hab¨ªan bajado. En Irlanda, la norma antitabaco implantada en 2004 se cumpli¨® en el 94% de bares y restaurantes, y eso que es m¨¢s restrictiva que la espa?ola, dado que no permite fumar en ninguno de los 10.000 pubs de la naci¨®n. El volumen de ventas en los bares baj¨® un 4,4%, pero el a?o anterior, cuando no se hab¨ªa implantado la ley, hab¨ªa descendido un 4,2%. En Italia, que introdujo la ley a comienzos de 2005, con limitaciones parecidas a las espa?olas, el 12% de los gerentes de establecimientos declararon que la prohibici¨®n hab¨ªa producido efectos negativos significativos, y el 25%, leves. El 55% contest¨® que la norma no hab¨ªa tenido repercusi¨®n econ¨®mica desde entonces o se hab¨ªan generado m¨¢s ganancias.
La experiencia neoyorquina
EN NUEVA YORK se inici¨® una gran campa?a antitabaco en 2002, que inclu¨ªa la prohibici¨®n de fumar en todos los centros de trabajo, bares y restaurantes, el incremento de impuestos (la cajetilla pas¨® a costar un 32% m¨¢s) y terapias gratis con parches de nicotina. Un a?o despu¨¦s se hab¨ªa reducido el h¨¢bito un 11% (desde el 21,6% de fumadores al 19,2%), lo que significa aproximadamente 140.000 fumadores menos. Las investigaciones hallaron que en el abandono del h¨¢bito hab¨ªa influido sobre todo el incremento de impuestos (al que se achaca entre el 33 y el 54% de las renuncias), seguido de la prohibici¨®n de fumar en centros de trabajo y hosteler¨ªa (del 13 al 21% de las deserciones) y la terapia gratis con parches de nicotina (un 8%). En Irlanda, que introdujo una ley similar a la espa?ola, en marzo de 2004, se cumpli¨® la norma en un 92% de las empresas pasado un a?o.
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