Espect¨¢culo
Si no he entendido mal, la defensa de los estatutos de autonom¨ªa y de su actual reforma se resume en dos premisas. La primera es que resulta m¨¢s eficaz que el poder est¨¦ cerca del lugar en el que se ejerce, ya que de ese modo los gobernantes tienen un conocimiento m¨¢s profundo y detallado de los problemas y de las necesidades de la regi¨®n. La segunda es que cuantas m¨¢s competencias tenga una comunidad aut¨®noma, m¨¢s posibilidades hay de decisi¨®n y por lo tanto m¨¢s progreso, m¨¢s bienestar para los ciudadanos.
Empecemos por la primera. La cercan¨ªa del poder no siempre es garant¨ªa de eficacia. A veces sucede lo contrario. Cuanto m¨¢s cerca est¨¢ el poder del lugar en el que se ejerce, m¨¢s posibilidades hay de corrupci¨®n. La ofensiva del ladrillo en nuestras costas, sobre la que nos alerta la lejana Bruselas, es un buen ejemplo. Tan bueno, que la propia Junta de Andaluc¨ªa ha decidido tomar cartas en el asunto y retirar, es decir, alejar del municipio de Marbella las competencias de urbanismo. Cuanto m¨¢s lejos de all¨ª se tomen las decisiones, m¨¢s seguridad tendremos de que no hay interferencias mafiosas ni intereses espurios. Se me dir¨¢: pero es que ha sido un gobierno regional, cercano a los problemas, el que ha detectado las irregularidades marbell¨ªes y el que las ha corregido gracias a las competencias que le otorga su estatuto. Cierto. Pero tambi¨¦n es cierto que gracias a las competencias que le otorga a la Comunidad Valenciana su estatuto de autonom¨ªa aquella gente se est¨¢ cargando una parte del Mediterr¨¢neo.
No es la existencia o inexistencia de estatuto de autonom¨ªa ni la reforma o contrarreforma del mismo lo que garantiza el progreso de una regi¨®n y frena las chorizadas, sino la voluntad pol¨ªtica de quien gobierna desde el centro o desde la periferia. Ciertamente es preferible el conocimiento in situ de los problemas; pero eso no justifica la hipertrofia burocr¨¢tica del Estado de las Autonom¨ªas. Como digo, no parece que la lejana Bruselas est¨¦ precisamente mal informada.
Y de esta primera premisa se deriva la segunda falacia: que una competencia equis siempre estar¨¢ mejor en manos de la comunidad aut¨®noma que en manos del Estado central. Algo que si fuera cierto hubiera colocado nuestro sistema de ense?anza p¨²blica a la cabeza, y no a la cola, de los pa¨ªses europeos. Me pregunto si esto se hubiera podido remediar en parte desviando hacia la Educaci¨®n las escandalosas cantidades de dinero que los Gobiernos aut¨®nomos, incluida la Junta, destinan a la informaci¨®n del ciudadano, llamada tambi¨¦n autobombo.
La mejora de la ense?anza p¨²blica tampoco depende de la cantidad de autonom¨ªa que se tenga, sino, otra vez, de la voluntad pol¨ªtica, se encuentre ¨¦sta en el centro o en la periferia. El problema es otro: la mejora de la educaci¨®n requiere inversiones a largo plazo, y nuestros pol¨ªticos tienen extirpada la capacidad de pensar en periodos superiores a cuatro a?os.
Ahora, eso s¨ª, gracias a nuestro estatuto la Junta se ha adelantado por unas horas -?uuuuy!- al Ministerio y acaba de aprobar la ley de clonaci¨®n terape¨²tica. Otra cosa no, pero espect¨¢culo los estatutos s¨ª que dan.
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