Un breve diciembre
La a?oranza de las negociaciones celebradas al borde del abismo 1978-79 para salvar in extremis el consenso sobre los proyectos de la Constituci¨®n o de los Estatutos vasco y catal¨¢n tiene reservado un piadoso lugar en el altarcito de los recuerdos embellecidos de la transici¨®n. Pero la resistencia del presidente del Congreso a respaldar una cuarta pr¨®rroga -del 27 al 30 de diciembre- para la presentaci¨®n de enmiendas a la propuesta estatutaria catalana por los grupos parlamentarios ha defraudado las expectativas de los portavoces que deseaban repetir aquellas haza?as; sin perjuicio de censurar a los populares su r¨ªgida negativa al aplazamiento, y tras proponer casi a la desesperada f¨®rmulas alternativas de entendimiento (admitir enmiendas hasta el 29 de diciembre o el 1 de febrero) finalmente rechazadas, Manuel Mar¨ªn hizo honor al compromiso verbal asumido por la Mesa del Congreso a comienzos de la legislatura de inadmitir una cuarta pr¨®rroga que no fuese solicitada por unanimidad. En cualquier caso, el procedimiento de pactar en el ¨²ltimo minuto ambiguos o chapuceros compromisos dilatorios para salvar el consenso no merece figurar en ninguna hornacina sagrada; antes por el contrario, las cicatrices que afean a la Constituci¨®n de 1978 -sirvan de ejemplo buena parte del T¨ªtulo VIII y los art¨ªculos 2, 16 y 27- fueron causadas por algunas precipitadas operaciones de cirug¨ªa sin anestesia a cargo de enfermeros aficionados.
Si la justificada decisi¨®n del presidente del Congreso -miembro distinguido del PSOE- frustr¨® las esperanzas depositadas por el portavoz parlamentario socialista sobre la taumat¨²rgica capacidad de la fracasada pr¨®rroga de tres d¨ªas para engendrar el milagro de una enmienda conjunta de todos los grupos (excepci¨®n hecha del PP) a la propuesta original, el cambio de la estrategia parlamentaria del principal partido de la oposici¨®n cogi¨® a sus adversarios con la guardia baja. Tras la incoada retirada al Aventino del PP, que rechaz¨® hace dos meses la toma en consideraci¨®n de la iniciativa del Parlamento catal¨¢n por el Congreso con el argumento de que no era sino una reforma encubierta de la Constituci¨®n, la repentina vuelta a casa del hijo pr¨®digo con el cuchillo entre los dientes para presentar m¨¢s de setenta enmiendas de supresi¨®n, modificaci¨®n o adici¨®n al texto rescatado del infierno resta vigor a la eficaz coartada manejada por los dirigentes socialistas y nacionalistas en favor de un entendimiento de m¨ªnimos: el com¨²n temor a las repercusiones del desestabilizador boicoteo por los populares de la tramitaci¨®n parlamentaria del Estatuto como cuesti¨®n de principios.
En cualquier caso, la hip¨®tesis seg¨²n la cual la frustrada pr¨®rroga hasta el 30 de diciembre del plazo de presentaci¨®n de enmiendas hubiese permitido un entendimiento satisfactorio y definitivo de los cuatro partidos catalanes con el Gobierno y el PSOE ofrece demasiados flancos d¨¦biles. Las supuestas analog¨ªas entre la actual negociaci¨®n y el clima constitucional y estatutario de los setenta resultan inexistentes. No s¨®lo la inminente entrada en vigor de la ley seca contra el tabaco habr¨ªa evaporado la imagen de los despachos llenos de humo que los historiadores asocian con la transici¨®n a la democracia. Aunque resulte imposible refutar una conjetura desvanecida antes de tener la oportunidad de materializarse, no hay argumentos concluyentes para sentenciar que la pr¨®rroga de tres d¨ªas del plazo de vencimiento y la habilidad prestidigitadora de los interlocutores para jugar con las palabras y las cifras hubiesen producido el efecto m¨¢gico de conciliar pac¨ªficamente las posiciones del Gobierno y los cuatro partidos catalanes, todav¨ªa muy separadas en materias simb¨®licas, competenciales y financieras.
Si bien la reuni¨®n celebrada por el PSOE y los cuatro partidos catalanes el pasado jueves logr¨® alcanzar -fuera de la ventanilla- modestos acuerdos parciales, las dificultades para aproximar en pocas horas posturas globales que se han resistido durante casi tres meses al acercamiento son evidentes. Ser¨ªa deseable, en cualquier caso, que la eventual maduraci¨®n de ese aconsejable entendimiento no se produjese en la penumbra de las negociaciones secretas sino a la luz de los debates que la Comisi¨®n Constitucional del Congreso iniciar¨¢ el pr¨®ximo febrero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- ?rganos Congreso
- VIII Legislatura Espa?a
- Reformas estatutarias
- Congreso Diputados
- Comunidades aut¨®nomas
- Estatutos Autonom¨ªa
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Legislaturas pol¨ªticas
- Catalu?a
- Parlamento
- Gobierno
- Administraci¨®n Estado
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Estatutos
- Normativa jur¨ªdica
- Legislaci¨®n
- Justicia