Mongolia: un viaje al fondo de la desesperanza
En la d¨¦cada de los noventa, en Mongolia aparecieron nuevas palabras para nombrar la cinta adhesiva, el maquillaje de contorno de ojos, las actividades empresariales y el parlamentarismo. Los t¨¦rminos, procedentes en su mayor¨ªa del ingl¨¦s, pasaron a designar realidades que, o bien no hab¨ªan existido hasta entonces en el remoto pa¨ªs enquistado entre Rusia y China, o bien exist¨ªan de otra forma, seg¨²n Narantuya Lundeg, una fil¨®loga que prepara una tesis doctoral sobre los vocablos incorporados al idioma mongol tras el desmoronamiento del comunismo. "Tambi¨¦n apareci¨® la palabra caf¨¦ referida a un lugar c¨®modo donde reunirse a tomar algo", explica Lundeg, que subraya el adjetivo c¨®modo. "Antes hab¨ªa cantinas, que eran sitios poco acogedores destinados a aplacar el hambre sin m¨¢s", aclara la fil¨®loga, que disfruta de un a?o sab¨¢tico para su investigaci¨®n.
La capital del pa¨ªs suele estar envuelta en una nube de contaminaci¨®n procedente de las centrales t¨¦rmicas de carb¨®n
"El 50% de Ulan Bator vive en 'gers' [tiendas de pastores]. No tienes ni trabajo, ni dinero, y el presupuesto del Estado no da para viviendas baratas"
"En 2004 ha habido m¨¢s manifestaciones de descontento que en los cuatro a?os anteriores; eso produce la impresi¨®n de que hay m¨¢s desorden"
El desempleo, la pobreza y la corrupci¨®n se perciben como los problemas m¨¢s graves, seg¨²n una encuesta patrocinada por una fundaci¨®n alemana
La palabra caf¨¦ tiene una cierta validez en los locales cosmopolitas abiertos en la capital, Ulan Bator, de un mill¨®n de habitantes; pero no se plasma en el trayecto de 373 kil¨®metros desde esta ciudad hasta las ruinas de Karakorum, la localidad destruida en 1388 que en el siglo XIII lleg¨® a ser la primera capital sedentaria del imperio mongol, hasta que Kublai Jan, el fundador de la dinast¨ªa Yuan, la traslad¨® a Pek¨ªn.
Bajo un sol radiante, el todoterreno japon¨¦s cruza sobre los baches de la carretera un paisaje desierto y g¨¦lido. De octubre a marzo, las temperaturas est¨¢n por debajo de cero, y de diciembre a febrero, las medias son inferiores a los 21 grados bajo cero. Atravesada de norte a sur por el ferrocarril transiberiano en su ruta de Mosc¨² a Pek¨ªn, Mongolia tiene unas comunicaciones deplorables.
Narantuya habla ruso y alem¨¢n. A fines de los a?os ochenta, cuando Mongolia era un pa¨ªs comunista aliado de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, comenz¨® sus estudios en la ciudad rusa de Sverdlovsk (hoy Ekaterimburgo). Cuando la URSS se desintegr¨®, los estudios en Rusia se hicieron de pago y resultaron demasiado caros para sus padres, unos intelectuales de provincias con numerosa prole. Narantuya se gradu¨® en Ulan Bator, perfeccion¨® el alem¨¢n en Pek¨ªn y ahora da clases en la Universidad de Darhan, adem¨¢s de dirigir una agencia de traducci¨®n y hacer de gu¨ªa tur¨ªstica. Gana cerca de 100 d¨®lares al mes; su marido, funcionario, cerca de 80 d¨®lares.
Miseria
Narantuya sale adelante gracias al pluriempleo, pero otros profesionales se marchan. De los 2,7 millones de habitantes, 100.000 viven en la emigraci¨®n; de ellos, 20.000 en Corea del Sur y 10.000 en Estados Unidos, seg¨²n la diputada Sanjaasurengin Oyun. Mongolia es uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo (el 36% de la poblaci¨®n est¨¢ en la miseria) y sobrevive en parte gracias a la ayuda internacional, de la que Jap¨®n es el mayor donante. Las transferencias del extranjero se a?aden a los ingresos de la miner¨ªa, la ganader¨ªa trashumante y la lana, que son algunos de sus principales recursos.
En los ¨²ltimos a?os, los mongoles se han beneficiado de los altos precios del cobre y de una mayor producci¨®n de oro. Tras un crecimiento econ¨®mico del 10,6% en 2004, la previsi¨®n para 2005 se moder¨® a un 5%. Las perspectivas de encontrar dep¨®sitos de minerales de categor¨ªa mundial son buenas, seg¨²n Oyun, que se form¨® como ge¨®logo antes de convertirse en pol¨ªtico. El Estado mongol, con sus problemas presupuestarios, no puede sustituir a las empresas extranjeras (rusas, australianas, canadienses, norteamericanas) que han convertido el pa¨ªs en uno de los primeros del mundo por las inversiones en exploraci¨®n geol¨®gica. Una nueva ley de miner¨ªa, que reglamentar¨¢ las actividades de las multinacionales y que crear¨¢ un fondo estatal con parte de los ingresos del sector, est¨¢ pendiente de aprobaci¨®n en el Parlamento. "Hay todav¨ªa mucho populismo y nacionalismo, y tambi¨¦n gente que no entiende de miner¨ªa que pide expulsar a los forasteros, sin saber que hay que invertir mucho en exploraci¨®n para obtener resultados", explica Oyun.
Con sus n¨®madas, sus monasterios budistas -que se recuperan de la campa?a antirreligiosa del comunismo- y sus tradiciones ancestrales, Mongolia es un destino ex¨®tico y enigm¨¢tico. El turismo cobra fuerza de a?o en a?o, pero la dureza del clima y la falta de infraestructura hacen que sea un fen¨®meno de temporada. No es lo mismo dormir en un ger (como se llama aqu¨ª a la yurta o tienda tradicional de fieltro de los pastores de la estepa) en verano, cuando la temperatura es suave, que pernoctar en invierno, a 30 grados bajo cero y sin servicios.
'Gers' urbanos
Jarjorin (la localidad levantada en ¨¦poca comunista en las inmediaciones de la desaparecida Karakorum) es un poblado inh¨®spito donde cuesta encontrar un rinc¨®n al que calificar de urbano con criterios occidentales. Bordeando las callejuelas polvorientas e irregulares se alzan los gers, cercados en grupos de dos o tres. Algunos adultos vestidos con del (el traje tradicional) acuden a los colmados, bien abastecidos con fideos chinos y tambi¨¦n con media docena de marcas de vodka de producci¨®n local. El obispo cat¨®lico de Mongolia, el filipino Wenceslao Padilla, considera el alcoholismo un problema m¨¢s grave que las drogas, y ha formado un grupo de Alcoh¨®licos An¨®nimos en Ulan Bator. La incidencia del sida es escasa: en total, 16 casos registrados hasta diciembre pasado.
El desasosiego que inspira la terrosa y desangelada Jarjorin se transforma en otro sentimiento bien distinto a pocos kil¨®metros de all¨ª, en el monasterio de Erdenezuu. Las murallas almenadas, las letan¨ªas de los monjes, el sonido de las caracolas llamando a oraci¨®n, el fr¨ªo y la soledad infunden en el visitante un profundo respeto por la naturaleza y la historia.
Erdenezuu comenz¨® a construirse en la segunda mitad del siglo XVI y lleg¨® a albergar mil monjes. Durante el estalinismo, la mayor¨ªa de los templos fueron destruidos, y los lamas, deportados o ejecutados. Erdenezuu fue reabierto al culto en 1990, y hoy alberga a una cincuentena de monjes y otros tantos seminaristas. Badamir Egzen, uno de los monjes, a¨²n habla un poco de ruso aprendido cuando estudiaba ingenier¨ªa agr¨®-noma con un instructor ucranio. Uno de los seis hijos de Egzen ha emigrado a Corea del Sur. Y en una f¨¢brica de ese pa¨ªs, con un contrato de tres a?os, est¨¢ tambi¨¦n una de las hijas de la familia formada por la mecan¨®grafa Togoohorol y el polic¨ªa jubilado Myngan, que viven en un ger de Jarjorin. La hermana menor ya ha interrumpido sus estudios para cuidar a los hijos de la emigrante durante su ausencia.
N¨®madas
En el camino entre Jarjorin y Ulan Bator nos desviamos de la carretera principal para visitar a unos n¨®madas. En medio del campo, tres tiendas, una antena parab¨®lica y una bater¨ªa solar que alimenta un televisor indican la presencia de los pastores. Mal a?o ¨¦ste. No ha llovido y apenas hay nieve. Purew, de 68 a?os, padre de 10 hijos, dice preferir la econom¨ªa de mercado al socialismo. "Antes el n¨²mero de cabezas de ganado estaba limitado, ahora puedo tener todos los animales que quiera". Una vez al mes, Purew viaja a Ulan Bator en su utilitario sovi¨¦tico para vender una veintena de pieles. Le dan hasta 4.500 tugriks (tres euros) por unidad. En invierno, las duras condiciones clim¨¢ticas y la falta de pasto y agua obligan a los pastores a matar parte del ganado.
Los primeros a?os tras la desintegraci¨®n del comunismo fueron muy duros para Mongolia. La industria local, vinculada con otros pa¨ªses socialistas, se vino abajo, dejando a los trabajadores en el paro. Entonces, muchos se trasladaron de las ciudades al campo para aprovechar la privatizaci¨®n de las explotaciones ganaderas colectivas. Pero la infraestructura subvencionada que aseguraba el funcionamiento de la ganader¨ªa estatal se hab¨ªa hundido y los costes de transporte y distribuci¨®n eran enormes. M¨¢s tarde, la tendencia migratoria se invirti¨® del campo a las ciudades.
Situada en un valle, Ulan Bator suele estar envuelta en una nube de contaminaci¨®n procedente de las centrales t¨¦rmicas de carb¨®n, de las estufas de los gers y de los tubos de escape de los veh¨ªculos, que forman grandes atascos. Hay en Ulan Bator coches caros y casas confortables que subrayan el abismo social, pero, en general, el lujo no es tan evidente como el de las ciudades de Kazajist¨¢n o de Rusia, enriquecidas gracias a las materias primas. En la capital mongola hay vagabundos que viven en las alcantarillas y ni?os callejeros que piden limosna. La misi¨®n cat¨®lica, que tiene unos 300 fieles, trabaja con los ni?os callejeros y con otros grupos vulnerables, como ancianos, enfermos y chicas adolescentes solas. El obispo Padilla dice tener buenas relaciones con los budistas, que constituyen la principal confesi¨®n religiosa del pa¨ªs. En el templo budista de Gandan, en Ulan Bator, pagan a los lamas para que recen oraciones ante la estatua del dios Megzhid Janraisig, que fue fundida para metal durante la II Guerra Mundial y construida de nuevo gracias a las donaciones.
En Mongolia, los contrastes entre una sociedad de servicios posindustrial y una comunidad rural primitiva, que tan bien reflej¨® el director ruso Nikita Mijalkov en la pel¨ªcula Urg¨¢, son una realidad cotidiana. Erdenebulgan, de 28 a?os, un empleado en la administraci¨®n del monasterio de Gandan, y su esposa, Nominerdene, de 24, abogada en paro, son una pareja de reci¨¦n casados que vive en un ger de Ulan Bator. Su domicilio de fieltro, comprado de segunda mano, se alza junto con otras dos tiendas en un solar vallado. No tienen ni agua, ni servicios, y pagan 10.000 tugris (algo m¨¢s de seis euros) al mes por su asentamiento al due?o del solar. Enfundado en una bata naranja y sin quitarse las gruesas botas, Erdenebulgan, que procede del campo, contempla un concierto de rock en la televisi¨®n mientras su esposa prepara el t¨¦ en la estufa. Un sof¨¢, un aparador y las dos aspiradoras que les regalaron para su boda son sus comodidades. La calle est¨¢ sin asfaltar, y el vecindario est¨¢ formado por chal¨¦s de lujo, masificados bloques de viviendas de la ¨¦poca comunista y la sede de una multinacional de mensajer¨ªa.
"El 50% de Ulan Bator vive en gers. No tienen ni trabajo, ni dinero, y el presupuesto del Estado no da para programas de viviendas baratas", explica la diputada Oyun. Hace varios a?os, los habitantes de estos campamentos urbanos pudieron privatizar los terrenos. "Se los dieron gratis, y con el tiempo, cuando se revaloricen, podr¨¢n venderlos o utilizarlos como garant¨ªa para conseguir un pr¨¦stamo", se?ala.
En v¨ªsperas del 800? aniversario de la uni¨®n de las tribus mongolas bajo la ¨¦gida de Gengis Jan proliferan las discusiones sobre el papel de este caudillo en la historia de Mongolia. Para construirle un monumento en el centro de Ulan Bator ha sido demolido el mausoleo que albergaba los restos de Damdin S¨¹jbaatar y Jorloogiin Choibalsan, dos de los l¨ªderes del Estado comunista fundado en los a?os veinte. S¨¹jbaatar ha recibido sepultura en un cementerio con permiso de sus descendientes. Su estatua ecuestre sigue siendo una de las se?as de identidad de Ulan Bator.
El desempleo, la pobreza y la corrupci¨®n son percibidos como los problemas sociales m¨¢s graves en Mongolia, seg¨²n una encuesta del pasado noviembre patrocinada por la fundaci¨®n alemana Konrad Adenauer. El 87% de los encuestados cre¨ªa que su nivel de vida no hab¨ªa mejorado e incluso que hab¨ªa empeorado en el ¨²ltimo a?o, y el 61% consideraba que la situaci¨®n econ¨®mica era mala o bastante mala. "Desde que se form¨® el Gobierno de coalici¨®n [entre el Partido Popular Revolucionario de Mongolia, ex comunista, y varios partidos liberales] en 2004 ha habido m¨¢s manifestaciones de descontento que en los cuatro a?os anteriores, cuando el PPRM gobernaba en solitario. Eso produce la impresi¨®n de que entonces hab¨ªa m¨¢s avance y ahora hay m¨¢s desorden", afirma Oyun, que discrepa de esta tesis.
M¨¢s libertad
"Antes, el partido en el Gobierno controlaba f¨¦rreamente la televisi¨®n y la gente ten¨ªa miedo a decir lo que pensaba, y ahora, la pol¨ªtica se discute y la gente se siente m¨¢s libre", dice la diputada, que es una de los pol¨ªticos m¨¢s populares de Mongolia. La reciente detenci¨®n del jefe de aduanas (un alto cargo del PPRM) como sospechoso de corrupci¨®n hubiera sido impensable cuando gobernaban los ex comunistas, opina. La diputada preside una fundaci¨®n en memoria de su hermano Zorig, un carism¨¢tico pol¨ªtico asesinado en 1998, y ha dirigido grupos de trabajo dedicados a una ley anticorrupci¨®n, que obligar¨¢ a los funcionarios a declarar sus ingresos, y a una reforma del sistema electoral. Junto con la ley de la miner¨ªa, se trata de dos borradores pol¨¦micos para el Parlamento de 76 diputados, de los cuales 72 apoyan a la coalici¨®n gobernante. El sistema pol¨ªtico de Mongolia es parlamentario-presidencial.
En el ¨ªndice de corrupci¨®n de Transparencia Internacional, Mongolia ocupa el puesto 87, por debajo de China, pero por encima de Rusia y de los pa¨ªses de Asia central. La diputada, no obstante, aspira a m¨¢s. "Para los pa¨ªses de Europa del Este, el ingreso en la UE ha sido un est¨ªmulo para democratizarse. Aqu¨ª ese est¨ªmulo no existe, y el contexto geogr¨¢fico m¨¢s bien nos hunde que nos potencia", afirma.
Estudiantes, jubilados y 'verdes' (entre otros) se echan a la calle
CUANDO ALGO NO LES GUSTA, los mongoles protestan en el centro de Ulan Bator, la capital del pa¨ªs. En oto?o, m¨¢s de 20.000 estudiantes se manifestaron en contra de la subida de los precios de los pases de autob¨²s y cerca de cien fueron detenidos por apedrear las ventanas de los edificios p¨²blicos. Tambi¨¦n en oto?o, los jubilados reivindicaron una subida de las pensiones, mientras los ciudadanos decididos a luchar contra la corrupci¨®n entregaron en el Parlamento m¨¢s de 300.000 firmas pidiendo la dimisi¨®n de 18 de los 76 diputados. Hubo incluso una manifestaci¨®n simb¨®lica de los verdes que ped¨ªan la paz en Irak y la firma del Protocolo de Kioto al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para cuya breve visita se paraliz¨® todo el espacio a¨¦reo de Mongolia.
Las fundaciones filantr¨®picas, como la del multimillonario George Soros, han tenido un papel muy importante en la creaci¨®n de una sociedad civil en Mongolia. La Open Society Forum (la fundaci¨®n de Soros) en Ulan Bator tiene una bien surtida biblioteca y participa activamente en la vida pol¨ªtica. Ha confeccionado proyectos de ley como el que garantiza el acceso a la informaci¨®n, participa en debates sobre temas de actualidad y emite un programa televisivo de una hora por semana.
Mongolia ha aprobado una ley que reglamenta el funcionamiento de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos bajo el control de un consejo de radiotelevisi¨®n de 15 personas (entre ellas, un monje, editores, periodistas y activistas). La existencia de un cauce del control sobre los medios del Estado no asegura su funcionamiento. La elecci¨®n del presidente del consejo ha dividido a este ¨®rgano colectivo en dos bandos irreconciliables, y la minor¨ªa ha impugnado ante los tribunales la decisi¨®n de la mayor¨ªa.
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