Y el Rock volvi¨® a la pasarela
Tercer disco y freno al desmadre: los neoyorquinos The Strokes, impulsores de la nueva est¨¦tica rock, han abandonado hasta la solter¨ªa. Han crecido. Su m¨²sica ha madurado. Acaban de cerrar en Madrid una gira de calentamiento por todo el mundo. Ahora est¨¢n m¨¢s calmados. Y tienen claro que en este negocio quieren durar.
Julian Casablancas entra en la suite de un exclusivo hotel madrile?o. M¨¢s bien se arrastra. Aparenta resaca y evidencia el cansancio de su en¨¦simo tour promocional por medio planeta. "Acabo de comer", es lo primero que bosteza mientras se tumba en el sof¨¢ con ganas de siesta. Nacido hace 27 a?os en Nueva York, lleva la voz cantante del grupo que "vino a salvar el rock", o los culpables de que los vaqueros pitillo, las chupas de cuero, las americanas entalladas y las zapatillas Converse vuelvan a molar. Aunque ni en impacto, ni en ventas (sus dos primeros ¨¢lbumes no alcanzan los cuatro millones de copias) vaya a superar a sus idolatrados Nirvana, muchos ven en ¨¦l al icono pop de principios de siglo, lo mismo que el malogrado Kurt Cobain signific¨® en la anterior d¨¦cada. Todo a su alcance, incluidos los excesos que irremediablemente rodean a una figura de su calibre. Finalmente, Julian se levanta. Entre el negro de su indumentaria y lo p¨¢lido de su piel se distingue la alianza dorada en uno de sus dedos.
"En nuestros inicios no compramos ropa especial para aparentar. Fue natural. Y eso es lo que nos hace atractivos"
Pero ¨¦l no es el ¨²nico del quinteto que ha puesto freno al desmadre. Entre los que est¨¢n casados y con pareja estable, no queda ning¨²n solter¨®n. Ya, esto no es prensa del coraz¨®n; pero s¨ª ayuda a entender el leve giro de su tercer ¨¢lbum, First impression of Earth, comparado con ese hurac¨¢n titulado Is this it que en 2001 se llev¨® todo por delante. De la urgencia y el primitivismo de aqu¨¦l al "sonido m¨¢s profesional", seg¨²n el propio compositor, de su nueva criatura. De hablar sobre chicas y de lo que fluye en la cabeza de un veintea?ero com¨²n a tratar sobre la muerte (On the other side) o sobre los peligros de la farsa (Killing lies). ?Tendr¨¢ que ver con la que ha liado Bush? "Mmm?, que cada uno deduzca lo que quiera. Creo que es m¨¢s inteligente tratar estas cosas indirectamente que decir algo del tipo: paremos la guerra de Irak". Contesta Nikolai Fraiture; a su lado, Albert Hammond Jr. (bajo y guitarra de la banda, respectivamente). Durante dos d¨ªas conceder¨¢n la friolera de 53 entrevistas a diferentes medios espa?oles, y, como todo buen equipo, se reparten las tareas.
La trayectoria de los Strokes incluye el paradigma de toda banda que sobrevive al pelotazo del primer disco. Luego viene otro, hecho a toda prisa, que, aparte de ser una segunda parte menos buena, suele verse abocado al batacazo comercial, como pas¨® con Room on fire. Y por el camino, periodos de autodestrucci¨®n. Y si a¨²n existen aprovechan para arrepentirse de alg¨²n detalle. "Sol¨ªa tomarme mis cosas y beber como un cosaco, pero a la que empez¨® a afectar mi manera de escribir decid¨ª relajarme. Un poco. Eso no quiere decir que ahora llegue a casa y me ponga a leer hasta la hora de dormir", confiesa Julian. Parte de esta lucidez se nota en 14 temas nuevos grabados sin prisa en el estudio que se han montado con el anticipo de la discogr¨¢fica. Tambi¨¦n han cambiado al productor de toda la vida -sin contar el fiasco de su relaci¨®n con Nigel Godrich (Beck, Radiohead) en el segundo ¨¢lbum- por David Khane. T¨ªpico personaje de la industria mainstream (ha grabado con Paul McCartney, K. D. Lang o The Bangles), es un perfeccionista enfermizo que ha agudizado las guitarras y ha provocado que todo suene m¨¢s complejo.
Pero la brillantez de Casablancas fabricando melod¨ªas sigue intacta. Y es una de las razones por las que sigue interesando un grupo que ni ha salvado al rock ni era una moda pasajera, pero que tuvo la suficiente personalidad para obviar el metal, que era lo que tocaba hacer en EE UU, y actualizar un discurso revivalista que habla de los Television de Tom Verlaine, del nervio de los Stooges, de la finura de los Talking Heads o de la Velvet Underground. Con estos ¨²ltimos, especialmente con Lou Reed, comparten el deje de su voz, el estar sin estar, esa actitud arty de las bandas surgidas en los setenta en la Gran Manzana y, en parte, una posici¨®n distante hacia la prensa. Amantes de las respuestas monosil¨¢bicas y del no sabe, no contesta, The Strokes est¨¢n en el lado opuesto de bocazas como Oasis, proclives a las declaraciones que alimentan el amarillismo y a dar mascados en cada entrevista cuatro o cinco titulares. "La cosa va de hurgar en la basura, de seguirte hasta tu casa. Y los periodistas que act¨²an as¨ª son los que acaban dando una imagen equivocada de nosotros; claro, que me importa una mierda. Nunca entend¨ª el porqu¨¦ de dar a conocer intimidades. A m¨ª me gustaban Nirvana y Pearl Jam, y nunca me cre¨ª con derecho a saber cada detalle de su vida", dice Julian.
Son celosos de lo privado, sobre todo Albert y Julian, hijos de famosos y excusa perfecta para los que siempre les tacharon de "ni?os pijos jugando a ser rockeros". El progenitor del primero es el compositor Albert Hammond, que en los setenta alcanz¨® el olimpo con It never rains in southern California. "Nunca he tenido la sensaci¨®n de criarme en un entorno exclusivo. Me ha ayudado la honestidad de mi padre: siempre me dijo que en la m¨²sica abunda el fracaso, y que, en caso de triunfar, me enfrentar¨ªa a muchos altibajos. Ser su hijo s¨®lo me molesta porque todos pregunt¨¢is. Nada m¨¢s. ?l es fan nuestro, un tipo majo". El caso de Julian tiene m¨¢s miga. V¨¢stago de Miss Dinamarca 1965 y Tom Casablancas, fundador de Elite (una de las principales agencias de modelos), uno se lo imagina con el biber¨®n rodeado de famoseo y champa?a. "Una chorrada", justifica el aludido. "Tuve una infancia bastante normal. Crec¨ª con mi madre, y cuando visitaba a mi padre s¨ª que a veces palpaba cierto mundo de locura, pero nunca sent¨ª que eso fuera mi vida. Cuando nos lleg¨® el ¨¦xito flip¨¦ tanto como otro cualquiera".
Que durante las fren¨¦ticas jornadas de entrevistas de hoy est¨¦n acreditadas revistas como Elle, Cosmopolitan y Vogue no es casual. Aunque cuesta afirmar qui¨¦n es el huevo y qui¨¦n la gallina, la fulgurante irrupci¨®n de los Strokes coincidi¨® con el desempolvamiento de la est¨¦tica rockera por la industria de la moda. Y ah¨ª estaban ellos, en el momento justo y en el sitio adecuado, para convertirse en icono fashion. M¨¢s ahora, cuando el rock, perdida su capacidad transgresora, se ha convertido en el principal aliado de los nuevos creadores. Si en los noventa asistimos a la apuesta de Marc Jacobs por el grunge, hoy la estrella es Hedi Slimane. Mel¨®mano reconocido, la cabeza pensante de Dior Homme tiene estrecha relaci¨®n con Pete Doherty, errante estrella del rock brit¨¢nico y conocido por su rollo con la modelo Kate Moss.
De Slimane tambi¨¦n visten firmes valores como los escoceses Franz Ferdinand, los ¨²nicos que ahora disputan el trono al combo neoyorquino en popularidad y ventas. "Hasta los ochenta era impensable que las marcas de lujo tuvieran tanta relaci¨®n con el rock? De todos modos, esto durar¨¢ hasta que el tema llegu¨¦ a H&M", vaticina el dise?ador patrio Juan Duyos. Los de los Strokes se muestran ajenos a este rol. Nikolai: "En nuestros inicios no compramos ropa especial para aparentar. Fue natural. Y es esa naturalidad, creo, la que nos hace atractivos. A las bandas que me gustaban de joven, como Nirvana y Pearl Jam, les importaba un carajo c¨®mo iban vestidos. No iban disfrazados, eran honestos, y se notaba. Lo mismo que con su m¨²sica".
Abajo, en el garaje del hotel, posan para la sesi¨®n de fotos. Fuera del objetivo no paran de contar chistes, darse abrazos y besarse. ?Pose? Albert, Julian, Nikolai, Nick y Fabrizio son amigos de siempre. Los primeros se conocieron en un internado suizo; a?os despu¨¦s, Julian conocer¨ªa a los dos ¨²ltimos en el instituto, y entre medias aparecer¨ªa Nikolai. La semilla estaba plantada. Se criaron en el exclusivo Upper East Side de Manhattan, formaron grupo para pasar el rato, y hoy, junto a otros colegas -tipo Sean Lennon y los hermanos Coppola, Roman y Sofia-, forman la avanzadilla cool neoyorquina. "Lidiar con todo lo malo que implica el ¨¦xito es m¨¢s f¨¢cil si est¨¢s unido, m¨¢s divertido. No entiendo c¨®mo se lo montan esas bandas en las que cada uno vive en ciudades diferentes y s¨®lo se juntan para las giras", resume Albert. Otro dato: a pesar de que sus temas van firmados por Casablancas, los royalties se dividen a partes iguales junto con Ryan Gentles, sempiterno manager y el considerado sexto stroke. Todo un detalle.
Madrid es la ¨²ltima etapa de la gira. En Argentina y Brasil han arrasado ante grandes audiencias. El resto, conciertos de aforo reducido como el del 17 de diciembre en la sala El Sol. Aparte de engrasar en directo su nuevo repertorio, las colas de fans durmiendo a bajo cero para conseguir entradas son una valiosa herramienta promocional. Como sacar un primer videoclip, del single Juicebox, plagado de sexo expl¨ªcito para que lo censure la MTV. O que el nuevo disco circul¨¦ por Internet antes de publicarse. "Yo mismo lo regal¨¦ hace meses, y sab¨ªa que ser¨ªa una de las consecuencias", declaraba Valensi, el otro guitarra, al Diario de Sevilla. Fueron ellos mismos los que se?alaron la capital como fin de viaje. ?Ser¨¢ por los v¨ªnculos con Espa?a? El abuelo de Julian, Ferran Casablancas, empresario textil de Sabadell, tiene una plaza con su nombre en Barcelona; parte de la familia de Albert vive en Andaluc¨ªa -su padre creci¨® en Gibraltar, "esa peque?a roca que ten¨¦is en el sur", aclara ¨¦l-, y Ryan, el manager, se cas¨® hace un par de veranos con una chica de Granollers.
Entre ellos y ?ngel Tejero, la persona de la discogr¨¢fica pegada a la banda durante sus cuatro d¨ªas madrile?os, detallan su diario. En el extremo opuesto del yanqui estereotipado que nos visita, no han pisado un McDonald's. Su visita al Bernab¨¦u para el Real Madrid-Osasuna ha sido el primer partido visto en directo en su vida. El resto, perrear por el hotel, pasear por Malasa?a y visitar el Museo del Prado y el Reina Sof¨ªa. "Por fin hemos visto el Guernica", comentan entusiasmados. ?ltimo cap¨ªtulo de cinco chicos que con s¨®lo un ep¨¦ aprovecharon la rampa de lanzamiento de la prensa musical brit¨¢nica para situarse en el mapamundi, lo que les llev¨® a telonear a los mism¨ªsmos Rolling al a?o de su deb¨². "Parece que se lo pasan bien haciendo m¨²sica", dice Nikolai, "pero no creo que yo a su edad quiera seguir en esto". Ma?ana, un grupo de amigos despeinados, vestidos con vaqueros pitillo y zapatillas de baloncesto, devolver¨¢n las llaves a recepci¨®n y volar¨¢n rumbo a casa.
'First impression of Earth' est¨¢ publicado por Sony / BMG.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.