Solidaridad y diferencia
Acierta Eduardo Mendieta, editor del presente volumen de entrevistas con Richard Rorty, cuando coloca como cita p¨®rtico de su introducci¨®n la siguiente frase del fil¨®sofo neoyorquino: "Cuida la libertad y la verdad se cuidar¨¢ a s¨ª misma", frase que proporciona asimismo la clave del t¨ªtulo (Cuidar la libertad) bajo el que se han subsumido estas conversaciones.
En efecto, la afirmaci¨®n rortyana condensa, con la sencilla brillantez que le caracteriza, el n¨²cleo esencial de su ideario en lo tocante a la pol¨ªtica y al compromiso del fil¨®sofo en la esfera p¨²blica. Al lector demasiado influido por los t¨®picos sin duda le habr¨¢ de sorprender la imagen de Rorty que va emergiendo a lo largo de estos di¨¢logos. Frente al lugar com¨²n -todo hay que decirlo: en parte alimentado por el propio autor al calificarse en un momento a s¨ª mismo como "liberal burgu¨¦s posmoderno", designaci¨®n que luego ha considerado "un ox¨ªmoron gracioso"-, seg¨²n el cual pod¨ªa establecerse una l¨ªnea de continuidad entre su pensamiento y las propuestas presentadas por algunos posmodernos, las afirmaciones que aqu¨ª se desgranan parecen m¨¢s bien cargar de raz¨®n a Habermas, quien preguntado en cierta ocasi¨®n acerca del "posmodernismo" rortyano declar¨® que para ¨¦l no puede ser considerado posmoderno alguien a quien le preocupan, por encima de todos los dem¨¢s temas, la justicia y la solidaridad.
CUIDAR LA LIBERTAD
Richard Rorty
Edici¨®n de Eduardo Mendieta
Traducci¨®n de Sonia Arribas
Trotta. Madrid, 2005
206 p¨¢ginas. 15 euros
Y es que la inicial exhortaci¨®n a cuidar la libertad significa dar prioridad a la pol¨ªtica entendida como horizonte de solidaridad. Nada hay en esto de frivolidad posmoderna ni -otro t¨®pico antirrortyano que ha hecho fortuna- de perspectiva exageradamente localista. Antes bien al contrario, su reproche a las preocupaciones de ciertos intelectuales de izquierda en Estados Unidos no puede resultar de mayor actualidad entre nosotros. Porque parecen pensadas para nuestra realidad observaciones como la de que dichos sectores "deben equilibrar su inter¨¦s por las minor¨ªas con la vieja pregunta de c¨®mo impedir que los ricos desvalijen a los pobres". Hoy, cuando con tanta frecuencia por estas latitudes se pretenden disolver en un magma indistinguible las reivindicaciones de inmigrantes, mujeres, grupos culturales minoritarios y comunidades que reclaman mayores cotas de autogobierno, o en que -?cosas veredes, Sancho!- sectores presuntamente progresistas consideran prioritario defender la OPA de Gas Natural sobre Endesa antes que a los obreros de la Seat, el recordatorio de que "los pobres son la gran mayor¨ªa" constituye lo m¨¢s parecido a una bocanada de aire fresco.
En todo caso, los amantes de
las emociones fuertes en materia de pensamiento no saldr¨¢n defraudados de la lectura de este libro. Rorty nunca decepciona, y en esta ocasi¨®n tampoco pod¨ªa ser menos. No faltan sus proverbiales mandobles a diestro y siniestro (en este caso en sentido literal: conservadores e izquierdistas no se van de vac¨ªo en estas conversaciones), que har¨¢n las delicias de sus incondicionales. Aunque ¨¦stos debieran preocuparse por alguna de las afirmaciones que, con el proverbial desparpajo te¨®rico, deja caer su autor favorito. As¨ª, el convencimiento rortyano de que los fil¨®sofos tienen la obligaci¨®n moral de intentar que el mundo sea diferente parece deudora de una concepci¨®n ingenuamente progresista de la historia que necesita de matices. La amenaza de retroceso en muchos terrenos es demasiado grande para seguir manteniendo -como si todav¨ªa permaneci¨¦ramos en aquellos momentos en los que todo parec¨ªa posible (tanto, que lo realista era pedir lo imposible)- que se trata de transformar a toda costa lo existente. Para nuestra desgracia, nos toca asistir a demasiadas situaciones en las que resulta dif¨ªcil sustraerse a la idea de que tal vez lo que hab¨ªa hasta ahora constitu¨ªa un mal menor.
El libro -que se abre con una ¨²til, solvente y oportuna introducci¨®n- se cierra con una "nota del editor" en la que Eduardo Mendieta no duda en considerar a Rorty como "el fil¨®sofo vivo m¨¢s importante de Estados Unidos". Al terminar de leer este ramillete de entrevistas, al lector no le quedar¨¢n muchas dudas de ello. Por cierto: no se pierdan Contra los jefes, contra las oligarqu¨ªas. Adem¨¢s de interesante, es divertida (he aqu¨ª una de sus perlas: "Yo quise con desesperaci¨®n ser un plat¨®nico: hacerme uno con el Uno, fusionarme con Cristo o con Dios o con la forma plat¨®nica del Bien, o algo parecido").
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