Por una arquitectura ambiental
Urge transformar el utillaje mental y t¨¦cnico de la arquitectura. De hecho, en la situaci¨®n actual del planeta -con el agotamiento de los recursos naturales, la creciente contaminaci¨®n y la manifiesta injusticia medioambiental-, todas las carreras, desde biolog¨ªa o medio ambiente hasta las que parten de las premisas m¨¢s productivistas, como econom¨ªa, deber¨ªan tener asignaturas dedicadas a la sostenibilidad y a las aportaciones que desde cada disciplina se pueden hacer para el reequilibrio del entorno.
Este es uno de los retos m¨¢s importantes para las escuelas de arquitectura -con unos planes de estudio obsoletos y alejados de la realidad- y para los colegios que agrupan a una profesi¨®n que ya hace a?os ha perdido su lugar en el proceso de producci¨®n y en el de la cultura cr¨ªtica. Pero, ?c¨®mo podr¨ªa ser esta arquitectura del ambiente? Una de las claves consistir¨ªa en dejar de entender la arquitectura como creadora de objetos ¨²nicos y singulares, edificios aut¨®nomos y aislados, productos definitivos y acabados, grandes m¨¢quinas para el consumo, y pasarla a entender y a practicar como estrategias y procesos, como sistemas de relaciones, como formas cuya materia esencial es la energ¨ªa, como ambientes para los sentidos y la percepci¨®n.
Es necesario recuperar la funci¨®n ¨¦tica de la arquitectura y dar respuesta a los retos contempor¨¢neos de la diversidad y la adaptabilidad
S¨®lo ser¨¢ posible que cada intervenci¨®n urbana mejore el medio ambiente si los que intervienen son autores diestros en la diversidad de los sistemas que existen para adaptarse al entorno. Deber¨ªa partir de una arquitectura que construya sin destruir, que recicle lo existente, que restituya mediante sus cubiertas vegetales el territorio urbanizado, que entienda los recursos como patrimonio, que interprete el medio como un sistema de relaciones entre lo construido y lo humano, recurriendo, posiblemente, a morfolog¨ªas escalonadas que creen espacios colectivos y a edificios livianos que creen ambientes humanos y saludables. Se tratar¨ªa de un urbanismo que integre las redes sociales existentes, que reequilibre transformaciones, que modele flujos, que incorpore din¨¢micas de cambio, que proponga complejos multifuncionales, que encadene sistemas de parques y que invente nuevos tipos de espacios p¨²blicos. Ser¨ªa necesario recuperar la funci¨®n ¨¦tica de la arquitectura y dar respuesta a los retos contempor¨¢neos de la diversidad y la adaptabilidad, construyendo esferas ambientales para la vida, biosferas que faciliten la gesti¨®n eficaz de los recursos.
Esta sensibilidad por el medio ambiente, que ya estaba en la buena arquitectura tradicional, entroncar¨ªa con la capacidad para crear paisajes culturales demostrada por los arquitectos finlandeses Alvar Aalto, Aino Aalto y Elsa Kaisa M?kiniemi, y por el colombiano Rogelio Salmona. Una sensibilidad que dispone ahora de m¨¢s posibilidades utilizando materiales avanzados tecnol¨®gicamente, experimentales, inteligentes, maleables y permeables; creando microclimas delimitados por velos de cristal, caracterizados por juegos de luz y de reflejos; por ejemplo, con p¨¦rgolas de paneles solares y fachadas de placas fotovoltaicas que capten su propia energ¨ªa.
Esta arquitectura ambiental, a¨²n por inventar, tiene ya ejemplos, como los espacios interiores llenos de luz c¨¢lida y policroma que configura Steven Holl en sus edificios-entorno, como el Museo de Arte Moderno, Kiasma, de Helsinki (1993-1998), con espacios en los que la luz natural y la artificial se concatenan con sus efectos, tonos y temperatura, o la capilla de San Ignacio en la Universidad de Seattle (1995-1997), que juega magistralmente con los efectos pol¨ªcromos de la luz natural desliz¨¢ndose por las paredes rugosas.
Cuando se inaugure el Museo de las Artes Primeras en el Quai Branly, en Par¨ªs, proyectado por Jean Nouvel, que gan¨® el concurso de 1999, ser¨¢ otro ejemplo de b¨²squeda de una arquitectura ambiental: un gran pabell¨®n curvado, elevado sobre pilotis, como un refugio en el coraz¨®n del bosque, escondido entre los ¨¢rboles, situado sobre un exuberante jard¨ªn en movimiento dise?ado por Gilles Cl¨¦ment (que pasa por debajo del edificio y que ocupa casi todo el solar), y camuflado detr¨¢s de una fachada cubierta de vegetaci¨®n.
Esta arquitectura de la luz y del ambiente saludable tiene su emblema en la ligera y transl¨²cida Mediateca en Sendai, Jap¨®n (1995-2001), de Toyo Ito, quien concibe sus espacios interiores como el recorrido por un jard¨ªn de sensaciones. Y est¨¢ tambi¨¦n en la ra¨ªz de edificios emblem¨¢ticos de Barcelona, como los sistemas de iluminaci¨®n y ventilaci¨®n en las obras de Antoni Gaud¨ª; el Palau de la M¨²sica Catalana, en el que Llu¨ªs Dom¨¨nech i Montaner concibi¨® un interior estimulado por la luz natural y artificial, con alegor¨ªas a la naturaleza y a la m¨²sica, y con la voluntad de crear un espacio metaf¨®rico de un jard¨ªn, y el Pabell¨®n de Mies van der Rohe, que se puede percibir m¨¢s como el recorrido por un jard¨ªn de visiones que como un edificio convencional.
Una arquitectura del ambiente que en Espa?a desarrollan los equipos de Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta (RCR) con obras que se adaptan al paisaje y que se configuran como espacios intangibles, basados en la percepci¨®n cinem¨¢tica de recintos delimitados por velos de cristal, sucesiones de luz y reflejos, episodios de transparencias. Y que plantea Alfons Soldevila con sus sistemas de casas modulares, lo m¨¢s livianas posible, hechas con materiales de cat¨¢logo asequibles en el mercado, que potencian efectos de translucidad y que cada usuario podr¨ªa montar f¨¢cilmente.
Estos ejemplos son muestras de lo que podr¨ªa ser esta arquitectura ambiental del futuro, que en vez de imponer objetos aislados y depredadores, meros alardes de lenguaje o tecnolog¨ªa, lo que haga esencialmente sea crear ambientes, entornos saludables para facilitar las condiciones para los modos de vida contempor¨¢neos. A¨²n por desarrollar, lo que puede parecer una utop¨ªa tiene ya algunos referentes.
Josep Maria Montaner es arquitecto y catedr¨¢tico de la Escuela de Arquitectura de Barcelona (UPC).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.