La caspa
La convivencia entre parejas siempre se establece por el nivel m¨¢s bajo de los dos. Si madame Curie o Virginia Woolf se casaran hoy con uno de esos patriotas cabreados que se retroalimentan oyendo la Cope, lo m¨¢s seguro es que acabaran siendo tambi¨¦n unas reaccionarias descerebradas. Sin duda, estar¨ªan a favor de la ense?anza obligatoria de la religi¨®n, creer¨ªan que Espa?a est¨¢ a punto de romperse en pedazos y entender¨ªan que algunos militares est¨¦n dispuestos a tomar cartas en el asunto, pero es impensable que su marido se interesara por el descubrimiento del radio o por el grupo literario de Bloomsbury. Si Einstein o Arthur Miller se casaran hoy con una de esas ricachonas enjoyadas como las burras toledanas cuando las cargan de loza, lo l¨®gico es que se tragaran hasta las heces toda la basura de Salsa Rosa o de Aqu¨ª hay tomate, mucho antes de que ellas se preocuparan por entender la teor¨ªa de la Relatividad o se conmovieran viendo Muerte de un Viajante. La convivencia por la l¨ªnea m¨¢s baja no s¨®lo se establece entre parejas. En la sociedad hay tambi¨¦n pol¨ªticos y l¨ªderes de opini¨®n que generan mucha caspa ideol¨®gica y nos obligan a convivir en un nivel inferior a nuestros sue?os. Atravesar el d¨ªa de forma limpia sin que esa caspa ata?a a tu moral es una empresa muy ardua. Hay que realizar en cada momento un gran esfuerzo para no deslizarse por esa suave pendiente que lleva de forma natural hacia la estupidez o la ignominia. Cada ma?ana hay que levantarse de la cama con un firme prop¨®sito: no o¨ªr esa emisora hist¨¦rica, no leer ese peri¨®dico amarillo, que ese militar golpista no te fastidie el desayuno, que el matonismo verbal de cierta derecha que rebuzna cada d¨ªa con m¨¢s fuerza no altere tu estilo de vida, que los reg¨¹eldos grasientos de un senador franquista no te impidan disfrutar de una sobremesa agradable con los amigos, que no te excite comprobar en cada telediario que el Partido Popular juega de nuevo a reventar al Gobierno hasta poner la democracia al borde del precipicio, que la agresividad de los gallos que cacarean en la vida p¨²blica no perturbe tu ¨¢nimo cuando Mozart llene serenamente tu espacio privado a media tarde. Pese a todo, por mucho esfuerzo que hagas cada d¨ªa, puede que llegues a la noche cubierto con esta caspa ib¨¦rica y deber¨¢s ducharte por dentro antes de meterte en la cama. La pol¨ªtica y la moral de este pa¨ªs se han convertido en una pesadilla muy cutre, pero mientras oigas Don Giovanni, como un acto de rebeld¨ªa, te sentir¨¢s a salvo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.