Desaparecidos en la selva paname?a
Los habitantes de la zona fronteriza con Colombia sospechan que un m¨¦dico espa?ol y su hijo est¨¢n en manos de la guerrilla
Jos¨¦ Vicente Colastra dej¨® jugando al domin¨® y tomando caf¨¦ a su hijo Sergio, de 30 a?os, y al grupo de 18 hombres que le ayudaba a construir su centro de turismo en Panam¨¢. Eran las 7.35 del 20 de enero y la noche se presentaba cerrada. Se intern¨® 200 metros en la selva, se quit¨® la ropa, se solt¨® la melena y se meti¨® a la piscina natural que le regalaba desde hace dos a?os un riachuelo sin nombre que desemboca en el oc¨¦ano Pac¨ªfico.
En el campamento donde qued¨® el resto, en la inh¨®spita ensenada de El Guayabo, las cosas no iban bien: dos hombres armados con fusiles de asalto, vestidos de civil y a cara descubierta, y otros dos con pasamonta?as pon¨ªan contra el suelo a los ind¨ªgenas, a los desplazados colombianos, a dos bi¨®logos y al hijo de Jos¨¦ Vicente, y a gritos preguntaban qui¨¦n era el jefe de este heterog¨¦neo grupo. Uno de los trabajadores rompi¨® el silencio y los armados fueron a buscar a este m¨¦dico naturista espa?ol de 52 a?os que desde hace siete vive en Panam¨¢.
Cuando todos los hombres estuvieron en fila, los armados, con seguridad guerrilleros colombianos, comenzaron a iluminarlos con una linterna y localizaron a Sergio. Los espa?oles fueron embarcados en un peque?o bote y se perdieron en la oscuridad del mar, aunque pocos minutos despu¨¦s el motor par¨®, por lo que se cree que la huida fue a pie por uno de los innumerables caminos que conecta esta regi¨®n selv¨¢tica de Panam¨¢ con Colombia, un espacio sin control policial de unos 30 kil¨®metros por el que transitan drogas, armas y grupos ilegales.
El campamento est¨¢ al pie del inmenso esqueleto de la construcci¨®n donde Jos¨¦ Vicente pensaba instalar un centro de turismo y conservaci¨®n de la naturaleza. En 2004 Colastra hall¨® su para¨ªso. Su amigo y socio, el maestro jubilado Heriberto Torres, lo explica: "Jos¨¦ se enamor¨® de El Guayabo nada m¨¢s verlo". Con su fundaci¨®n de desarrollo sostenible, Tierra Viva, busc¨® fondos y comenz¨® a trabajar con ayuda de la comunidad vecina de Jaqu¨¦, el ¨²ltimo n¨²cleo habitado en la costa pac¨ªfica paname?a. All¨ª malviven 2.400 habitantes, de los cuales unos 400 son desplazados colombianos.
Ning¨²n acompa?ante de Jos¨¦ Vicente y Sergio en el momento del secuestro quiso hablar, aunque el relato de lo sucedido circula por el pueblo. "Hay mucho miedo, porque los armados les dijeron que cuidado con lo que hablaban, porque hay informantes en el pueblo", justifica un vecino. La Polic¨ªa Judicial paname?a ha confirmado que los espa?oles han sido secuestrados por "grupos armados", aunque sin especificar m¨¢s.
Tampoco genera confianza la presencia policial cuasi militarizada en un pa¨ªs que aboli¨® el Ej¨¦rcito tras la invasi¨®n estadounidense y la captura del dictador Manuel Antonio Noriega en 1989. Decenas de agentes se pasean por el casco urbano, pero en la zona del secuestro no hay rastro de ellos. "Aqu¨ª los polic¨ªas vienen s¨®lo a engordar como chanchos y a hacer maldades a las muchachas. La vaina est¨¢ all¨ª fuera, cerca de la frontera. Aqu¨ª no hay guerra ni se ha metido nadie, pero all¨¢..., eso es territorio libre para narcotraficantes e insurgentes", explica otro temeroso habitante.
La sensaci¨®n de algunos agentes que dormitan en las trincheras que rodean el cuartel de Jaqu¨¦ es que a Jos¨¦ Vicente y a Sergio ya los tienen en territorio colombiano, en la espesa selva del Dari¨¦n. Seg¨²n fuentes cercanas a su familia, no ha habido a¨²n contacto para pedir rescate.
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