Ceci n'est pas un livre d'art
!Et-qui-livre? ?quilibre", escribi¨® Duchamp acerca de su hilarante La novia..., una forma de negar al mito con la cr¨ªtica y a la cr¨ªtica con el mito. ?sta podr¨ªa ser la perspectiva desde la que juzgar el nuevo y voluminoso libro/equilibrio, la biblia revolucionaria de October firmada por Hal Foster, Rosalind Krauss, Yve-Alain Bois y Benjamin Buchloh, llamado a romper con las inercias del academicismo que ha convertido la historia del arte del siglo XX en un cementerio de la modernidad de nichos desemparentados. Art since 1900: Modernism, antimodernism, postmodernism es una negaci¨®n cr¨ªtica del "monumento arte" occidental desde la afirmaci¨®n interpretativa y la ambici¨®n intelectual. Una pista del rigor de este "ensayo de ensayos" es el glosario de t¨¦rminos que aparece a modo de ¨ªndice, con entradas como "apor¨ªa", "condensaci¨®n", "entrop¨ªa", "polisemia", "alteridad" o "falogocentrismo".
ART SINCE 1900
Hal Foster, Rosalind Krauss, Yve-Alain Bois, Benjamin Buchloh
THAMES & HUDSON
LONDRES Y NUEVA YORK 2004
704 P?GINAS. 85 D?LARES
FORMALISMO E HISTORICIDAD. Modelosy m¨¦todos en el arte del siglo XX
Benjamin Buchloh
Traducci¨®n de Carolina del Olmo y C¨¦sar Rendueles
Akal. Madrid, 2004
245 p¨¢ginas. 23 euros
Los cuatro historiadores que autorizan este volumen -Akal lanzar¨¢ la versi¨®n en castellano en breve- son, hoy por hoy, relevantes figuras de la cr¨ªtica de arte que abonaron sus credenciales en la revista October y en las much¨ªsimas y prestigiosas publicaciones de MIT Press. Art since... es el resultado de todo ese magma te¨®rico encuadrado en un mapa metodol¨®gico de cuatro puntos cardinales, que van desde el an¨¢lisis de la interpretaci¨®n de los sue?os de Sigmund Freud a la deconstrucci¨®n derrideana: Foster se encarga del psicoan¨¢lisis, Buchloh de la historia social del arte, Bois del formalismo y estructuralismo y Krauss del posestructuralismo. Los autores se reparten un total de 104 ensayos que corresponden a un acontecimiento art¨ªstico ocurrido cada a?o: Las se?oritas de Avi?¨®n (1907), la aparici¨®n del collage cubista (1912), el kitsch modernista (1925), las aportaciones te¨®ricas de Walter Benjamin y Andr¨¦ Malraux (1935), el preminimalismo de Barnett Newman (1951), la eclosi¨®n del pop en la exhibici¨®n This is tomorrow (1956), la publicaci¨®n de la biograf¨ªa ficticia de Beuys (1964), el posminimalismo (1969), la cr¨ªtica institucional en los setentas, el museo globalizado o planeta Guggenheim (1990) y, finalmente, la Biennale de 2003.
Defecto com¨²n en este tipo de publicaciones es la visi¨®n excesivamente euroc¨¦ntrica y angl¨®fona; incluso cuando se analizan las aportaciones del grupo Guta? y del neoconcretismo suramericano de los cincuenta, Bois escribe que es "una mala interpretaci¨®n creativa del expresionismo abstracto" o "una reinterpretaci¨®n perif¨¦rica de la abstracci¨®n geom¨¦trica", respectivamente. La llamada "vuelta al orden" de la pintura de los ochenta, literalmente, no existe; salvo para el (mal) pastiche neocon de Anselm Kiefer, un artista que acaba hecho a?icos, en el mismo saco que David Salle y Julian Schnabel (Foster dixit). Nada que objetar.
Un buen complemento a esta visi¨®n antidogm¨¢tica de la historia del arte es el libro que Akal acaba de presentar con los ensayos de Benjamin H. D. Buchloh, Formalismo e historicidad, que abarca un periodo de casi tres d¨¦cadas donde este profesor de Harvard centra sus prioridades en el estudio de la ideolog¨ªa imbricada en la pr¨¢ctica est¨¦tica, en el sentido que le dio Adorno, esto es, el modelo que incluye e identifica las condiciones ideol¨®gicas de producci¨®n del arte. La antolog¨ªa de art¨ªculos -publicados originalmente en cat¨¢logos y en la revista October, de la que Buchloh es uno de los editores- recorre con vehemencia y lucidez los trabajos de Daniel Buren, Piero Manzoni, Marcel Broodthaers, Dan Graham, Michael Asher, Hans Haacke, Yves Klein, Gerhard Richter, Joseph Beuys o James Coleman. El cap¨ªtulo dedicado a la "cr¨ªtica de las instituciones" (1986-1996) es un punto de partida para entender las pr¨¢cticas de artistas como Andrea Fraser, y plantea que el destino de la cr¨ªtica institucional es otro tipo de relacionalidad, que pasa por la socializaci¨®n m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites del museo, ya que si se limitase al reducto del cubo blanco y la exposici¨®n se podr¨ªa convertir f¨¢cilmente en un nuevo formalismo. As¨ª, habr¨ªa que decir, como Broodthaers: "Ceci n'est pas un mus¨¦e". O el museo como "producci¨®n en tanto que producci¨®n".
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