"Como gust¨¦is"
CIERTAMENTE en muchos otros terrenos culturales, pero quiz¨¢s en ninguno, se ha producido un cambio social tan radical como el que se ha dado en nuestro pa¨ªs en relaci¨®n con el arte contempor¨¢neo durante el ¨²ltimo cuarto de siglo, justo la historia de Arco. El cambio en la difusi¨®n social del arte en general ha sido enorme, con todo lo que ello comporta, pero muy en especial, sin duda, por lo que se refiere, en efecto, a lo contempor¨¢neo, que es interpretado cada vez m¨¢s como simple "actualidad". El ¨¦xito de Arco es la manifestaci¨®n m¨¢s estruendosa de lo anterior, tanto por lo que esta feria tiene de atenci¨®n preferente a esa actualidad art¨ªstica como por lo que tiene de mercado. Aunque al comercio art¨ªstico le es indiferente la ¨¦poca o el estilo de ¨¦ste, siempre que sea rentable, el negocio econ¨®mico sobre el presente tuvo poco peso espec¨ªfico inmediato, dentro o fuera de nuestro pa¨ªs, hasta hace relativamente poco, pero menos en Espa?a, que acababa de salir de una dictadura, basada en la promoci¨®n cultural de los rancios valores de un m¨ªtico pasado y, por tanto, muy desconfiada y cicatera con todo lo moderno. En este sentido, no hab¨ªa apenas infraestructuras y escas¨ªsima informaci¨®n de cualquier tipo al respecto. Un dato ilustrativo muy elocuente fue la tardanza de los medios de informaci¨®n espa?oles en tan siquiera distinguir que una feria de arte contempor¨¢neo no era una bienal, ni una muestra antol¨®gica sobre los valores consolidados o emergentes de la actualidad, lo cual explica, por cierto, la curiosa evoluci¨®n padecida por Arco durante su ¨²ltimo periodo por convertirse en un evento cultural, como si vender arte no lo fuera o hubiera que disimularlo.
Cuando Arco abri¨®, por primera vez sus puertas en unos recintos pr¨®ximos a la plaza de Castilla gracias al entusiasmo y el denuedo de la galerista Juana de Aizpuru, su primera directora y la promotora de su ¨¦xito, la participaci¨®n de firmas fue escasa y, fundamentalmente, nacional que es como decir que lo uno por lo otro y, claro, nadie era excluido. ?C¨®mo podr¨ªa haber habido exclusiones si una parte importante de ese recinto ferial estaba ocupado por firmas que vend¨ªan marcos, entre otras ofertas peculiares? En cualquier caso, al margen de la sorpresa que produjo su irrupci¨®n y los divertidos malentendidos que gener¨®, lo que produjo Arco, desde esa primera edici¨®n, fue curiosidad y simpat¨ªa p¨²blicos, porque entonces Madrid viv¨ªa esa euforia cultural generalizada tan "movilizadora" que no es extra?o que a un listo se le ocurriera el eslogan de "la movida". Por otra parte, no nos olvidemos de que el reclamo de las exposiciones temporales, sobre todo, del arte del siglo XX, promovido por instituciones privadas, como la Fundaci¨®n Juan March, hab¨ªa preparado el camino de la atenci¨®n p¨²blica masiva. De manera que, casi en tan s¨®lo media docena de a?os, ese primer Arco, encantadoramente ingenuo, entusiasta, controvertido y provinciano, se transform¨® no s¨®lo en una cita anual de obligada asistencia masiva, sino que logr¨® trascender las fronteras locales, revisti¨¦ndose de un aura cosmopolita, muy dudosa en el terreno mercantil, pero que colmaba las ansias colectivas de nuestra sociedad por integrarse en el mundo y en la modernidad a cualquier precio. De esta forma, al creciente ruido medi¨¢tico y al exponencial aumento de visitantes le sigui¨®, como no pod¨ªa ser menos, un total e indiscriminado apoyo pol¨ªtico, que vio en la feria un escaparate publicitario de primer rango.
No es ¨¦se el lugar para hacer una historia prolija de Arco, empezando por el cambio de la direcci¨®n, que pas¨® de su fundadora, atacada por sus colegas galeristas por su posici¨®n de privilegio, a una profesional ferial ajena al mundo del arte, Rosina G¨®mez Baeza, que se ha mantenido en el tim¨®n hasta la presente edici¨®n conmemorativa, o continuando por los sucesivos cambios de sede, desde el primitivo en Chamart¨ªn hasta el alargado paso por la Casa de Campo y, finalmente, al de los flamantes pabellones actuales de IFEMA. Se mire por donde se mire, en cuanto a n¨²meros, el crecimiento de Arco ha sido constante, lo cual explica su fagocitaci¨®n de toda la oferta art¨ªstica madrile?a y, en una buena parte, del resto del Estado. Ni siquiera las crisis econ¨®micas internacionales o alg¨²n grave conflicto b¨¦lico internacional pudieron quebrar, de forma significativa, este creciente aumento del ¨¦xito de la Feria de Madrid, que logr¨® abrumar y disuadir a todos los competidores nacionales o locales que le salieron al paso, por lo menos, hasta el d¨ªa de hoy.
Me parece ocioso elogiar las luces, demasiado a la vista, de este ¨¦xito, pero no me resisto a comentar algunas de sus sombras, quiz¨¢ ya discernibles por lo que lac¨®nicamente he apuntado. La m¨¢s grave es que Arco ha sido y es un falso mercado porque est¨¢ intervenida la oferta y la demanda y, lo que es peor, porque esta intervenci¨®n es b¨¢sicamente pol¨ªtica, ya sea a trav¨¦s del Gobierno central, el de las autonom¨ªas y el de las corporaciones locales, todas centradas en la promoci¨®n del evento como un espect¨¢culo. En este sentido, si Arco naci¨® con el loable designio de promocionar el mercado de arte contempor¨¢neo espa?ol, se ha convertido en otra cosa de dif¨ªcil definici¨®n, pero entre cuyas ¨¢reas cubiertas, mejor o peor, no est¨¢ o, muy accidentalmente, la ferial.
No me atrevo a conjeturar cu¨¢l puede ser el futuro de una feria que ha renunciado progresiva y descaradamente a serlo, entre otras cosas por lo que hoy se gestiona como art¨ªstico y, por tanto, sus medios y soportes, es de lo m¨¢s confuso. Por otra parte, la actual cultura del espect¨¢culo es tan depredadora que "usa y tira" sin rebozo y, por supuesto, sin un ¨¢tomo de melancol¨ªa, ya se trate de ferias, centros o museos. Desde esta perspectiva, la duraci¨®n de Arco durante un cuarto de siglo es ya como tal un hito. No lo es menos su popularidad masiva que hoy, al parecer, es el bar¨®metro de los valores culturales y, no digamos, los art¨ªsticos. Un veterano como yo no comparte estas alegr¨ªas, pero, dadas las circunstancias, qu¨¦ m¨¢s puedo decir: pues, "as you like it", "como gust¨¦is".
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