Malos tiempos para la libertad
Antes de que algunas hordas fan¨¢ticas irrumpieran en las retinas del televisor quemando banderas de Dinamarca, servidora ten¨ªa previsto hablar del CAC y su ¨²ltima andanza. Despu¨¦s del sustito por el informe de la COPE, y lejos de enmendar entuertos, esta especie de tribunal period¨ªstico, le ha dado en el cogote a TV-3, al bueno de Albert Om y al malo de Pepe Rubianes. Debe de ser por aquello tan cristiano de la otra mejilla, seguramente convencidos de que d¨¢ndole a TV-3 compensar¨ªan el desaguisado que perpetraron con la radio episcopal. Como fuere, lo cierto es que estamos entrando en una espiral enloquecida en la que las opiniones no est¨¢n sometidas al rigor democr¨¢tico de las leyes, sino a tribunales paralelos, puestos en su sitio por los partidos pol¨ªticos, y cuya autoridad moral est¨¢ por ganar. Si esto no es censura, que cambien la definici¨®n del diccionario. Ya s¨¦ que Rubianes hizo de Rubianes y sac¨® a pasear su gusto por la escatolog¨ªa. Ya s¨¦ que hay pieles especialmente finas por esos mundos de la Espa?a castiza. Ya s¨¦ que los radiopredicadores manipulan y tergiversan lo que se dice por aqu¨ª. Y ya s¨¦ que alguien puede cabrearse con todo ello. Pero miren ustedes, en un sistema de libertades, y creo recordar que la libertad de expresi¨®n es una de las fundamentales, uno puede cagarse en lo que quiera, sobre todo si, adem¨¢s, del cagar ha hecho todo un inteligente y sarc¨¢stico estilo teatral. Puede que no sea educado y, sin duda, no es cort¨¦s, pero ?y qu¨¦? A partir de ahora, ?va a estar el CAC detr¨¢s de cada entrevista para ver si se pasa un pelo de lo pol¨ªticamente adecuado? ?Cuando se entrevisten a provocadores natos -muchos de los cuales forman parte de lo mejor de nuestra cultura-, habr¨¢ que ponerse los guantes peque?os burgueses que, seg¨²n parece, regulan la moral del tripartito? ?Tendr¨¢n que ser, los Albert Om, una especie de censores con las tijeras en el micr¨®fono, para vigilar a cualquier d¨ªscolo presente? Y lo peor, ?qu¨¦ hacemos, a partir de ahora, con la autocensura? ?Qu¨¦ pu?etas hacemos? Estamos instaurando una sociedad tutelada cuyo miedo a la libertad obligar¨ªa a releer, urgentemente, a Erich Fromm. Repito lo dicho en su momento: si se vulnera la ley, pongan ustedes querellas y g¨¢nenlas, pero ah¨®rrennos estos censores vocacionales cuya autoridad period¨ªstica, para regular la profesi¨®n, est¨¢ a la misma altura que el clima en Siberia. ?A cu¨¢ntos bajo cero? Y por fatiga, ni entro en c¨®mo ha acabado la historia, con todo el mundo haciendo genuflexiones expiatorias, que la penitencia se invent¨® para los pecadores. En este pa¨ªs de maravillas se levantan en armas dial¨¦cticas jueces del Supremo, generales en retaguardia, legionarios con cabra, micr¨®fonos bendecidos y hasta pol¨ªticos en activo, y no pasa nada. Pero va Rubianes y provoca un ratito, y se rompen las vestiduras de Isabel la Cat¨®lica. Y toda Catalu?a corriendo a pedir perd¨®n. Pat¨¦tico.
Pero hablando de libertades, la semana obliga a reflexionar sobre algo mucho m¨¢s gordo que las deposiciones de Rubianes y la moralina de Carbonell. Parece que el mundo se empe?a en darle la raz¨®n a Hungtinton, o as¨ª lo pareciera si nos qued¨¢ramos con el estridente titular de la pol¨¦mica. Van los daneses y hacen lo que ha hecho Europa desde que descubri¨® la carta de derechos fundamentales: ejercer su libre opini¨®n y llevarla hasta los l¨ªmites que su sistema legal le permite, un sistema legal que garantiza y protege esas mismas libertades. Adem¨¢s, y siguiendo una nutrida tradici¨®n de s¨¢tira religiosa, dan en el cogote a una de las grandes religiones monote¨ªstas, quiz¨¢ la menos acostumbrada a las querencias de la libertad. Y a partir de aqu¨ª, las hordas se levantan en grito, los actos de vandalismo callejero se convierten en una foto recurrente, desde el Mediterr¨¢neo hasta el Pac¨ªfico, y en los rincones del miedo, empiezan a proferirse amenazas de muerte. Como pas¨® con Salman Rushdie, condenado a muerte por ejercer libremente su profesi¨®n, y como pas¨® con Teo Van Gogh, asesinado por ello, otra vez nos damos de bruces con una lectura totalitaria del islam, no s¨®lo incapaz de respetar los mecanismos de la libertad, sino abiertamente enemigo de su pr¨¢ctica. A partir de aqu¨ª, algunos se mean en el ombligo (exc¨²senme, es un homenaje a Rubianes), y empiezan a arrodillarse para pedir perd¨®n, no se sabe si por convicci¨®n o por miedo. En el top ten de las verg¨¹enzas, el cese fulminante del director de France Soir por haber publicado las caricaturas de Mahoma, el penoso comunicado franc¨¦s de Exteriores o la pat¨¦tica comprensi¨®n p¨²blica con el islam de Reporteros sin Fronteras, como si aceptando los planteamientos integristas se ayudara al islam... Por suerte, tambi¨¦n existe el otro lado de la noticia, especialmente la resistente postura danesa, la solidaridad de muchos peri¨®dicos europeos e incluso la sorprendente publicaci¨®n jordana que ha mostrado los dibujos. Veremos como acaba todo.
Acabe como acabe, no puede acabar de ninguna manera recortando la libertad de expresi¨®n. Y no hago tal afirmaci¨®n porque no crea firmemente en la necesidad de prohibir. La democracia y sus leyes se basan en saber prohibir lo necesario. Lo afirmo porque no es el sistema legal establecido el que pone en cuesti¨®n las caricaturas, sino la presi¨®n de una ideolog¨ªa totalitaria que intenta imponer, a trav¨¦s de la coacci¨®n, la amenaza y el miedo, sus reglas de juego. Si recortamos nuestras libertades por culpa del miedo, el miedo, y no la civilizaci¨®n, marcar¨¢ sus l¨ªmites, y entonces empezaremos a ser derrotados. Personalmente no me gustan las caricaturas, pero eso importa poco. Lo que importa es que nadie, por miedo y por autocensura, deje de hacer aquello que legalmente le es permitido. Ese es el reto que nos lanzan desde las calles enfurecidas. No es un reto religioso. Es un reto a la libertad y, como tal, es inadmisible.
www.pilarrahola.com
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