La proyecci¨®n Messi
Historia del ascenso mete¨®rico del joven delantero del Barcelona, llamado a marcar toda una ¨¦poca
Lionel Messi ha revolucionado al Barcelona. Ausentes hoy, ante el Atl¨¦tico, Ronaldinho, sancionado, y Eto'o, en la Copa de ?frica, el argentino se ha convertido en el principal argumento ofensivo del equipo de Frank Rijkaard. Ha marcado cuatro goles en los tres ¨²ltimos partidos ligueros, en los que el Bar?a anot¨® siete.
Una pulga de cuatro a?os
La historia empieza en la Cl¨ªnica Italiana de Rosario (Argentina) el 24 de junio de 1987. All¨ª, Celia, esposa de Jorge, dio a luz a un beb¨¦, su cuarto hijo, que "dio en b¨¢scula" 3,6 kilogramos. Un ni?o, Lionel Andr¨¦s Messi, que creci¨® junto a sus hermanos, Jorge y Rodrigo, en el n¨²mero 500 de la calle Estado de Israel, en el barrio de Las Heras. Tres a?os despu¨¦s, por Navidad, recibi¨® un regalo que cambiar¨ªa la vida de la familia: un bal¨®n blanco con motitas rojas. Descubrieron que aquel ni?o, al que Rodrigo apod¨® La Pulga, hab¨ªa nacido para jugar a la pelota. "De peque?o, s¨®lo miraba f¨²tbol. Nunca le sorprend¨ª viendo dibujos", recuerda su madre, que vive a caballo entre Argentina, donde residen dos de sus hijos, y Barcelona.
A do?a Celia le daba mucho miedo cada vez que Lio sal¨ªa a jugar peladas a la calle con los mayores: "?Cu¨ªdenle!", rogaba, sufriendo por aquel chaval de cuatro a?os al que su hermanos llamaban pulga. Al poco tiempo, le fueron a buscar del club Grandoli. Eso fue mucho antes de que el socio 3.584 del Barcelona, el ex intermediario y ex candidato a la presidencia del club, Josep Mar¨ªa Minguella, hablara con Carlos Rexach, Charly, y le consiguiera una prueba en el Bar?a.
Un telefonazo a Minguella
La empresa Marka, con sede en Buenos Aires, se dedica a la compraventa de futbolistas. Regentada por Fabi¨¢n Solv¨ªn y Mart¨ªn Montero, supo del talento de un cr¨ªo de Rosario y de sus extra?as negociaciones con el River Plate. El club bonaerense se negaba a pagar a Messi el tratamiento de crecimiento que su padre reclamaba como ¨²nica condici¨®n para que dejara el Newell's Old Boy. "Tuve que ir cuarenta veces a buscar 200 pesos y me hart¨¦", recuerda Jorge, su padre. Uno de los socios de Marka en Buenos Aires telefone¨® una ma?ana de agosto de 2000 a su socio en Barcelona, Horacio Gagioli, que por entonces sol¨ªa hacer negocios con el despacho de Josep Mar¨ªa Minguella, con el que habl¨® poni¨¦ndole en antecedentes. "Minguella lo desbloque¨® todo", dice Gagioli. "Yo lo ¨²nico que hice fue llamar a Charly y pedirle que hiciera una prueba a aquel chaval", se limita a confirmar Minguella. "Me llam¨® y les dije que lo trajeran, que no ¨ªbamos a montar un viaje a Argentina", recuerda Rexach, que ejerc¨ªa de director t¨¦cnico. "Afortunadamente, Minguella era socio del Bar?a. Si lo hubiera sido de la Juve o hubiera querido hacerse m¨¢s rico, Messi no estar¨ªa en el Barcelona", sentencia.
Se concert¨® una prueba. Messi lleg¨® a Barcelona con su padre en septiembre de 2000. Se instal¨® en un hotel de la plaza de Espa?a, al pie del Montju?c, donde, curiosamente, debutar¨ªa en partido de Liga a?os m¨¢s tarde con el primer equipo. El Bar?a organiz¨® una prueba: "Era infantil B y le hicimos jugar con el A y contra los cadetes", recuerdan en el club. Fue en el campo 3, anexo al Miniestadi. "Llegue con el partido empezado y no me dio tiempo a sentarme. Ten¨ªa claro que, si no le fich¨¢bamos, nos arrepentir¨ªamos", recuerda Rexach, que a?ade: "Si hubiera pasado un marciano por all¨ª, se habr¨ªa dado cuenta de que era muy especial". Cesc Fabregas tampoco lo olvida: "Me qued¨¦ impresionado", reconoce el centrocampista del Arsenal. A partir de ese momento, Rexach se tom¨® como algo personal que Lionel se quedara. "Nunca conoc¨ª a Rexach, pero tengo claro que si Leo juega hoy en el Bar?a es por dos motivos: Por la insistencia de Charly y porque prefiri¨® que ¨¦l y yo nos qued¨¢ramos en Barcelona cuando nuestra hija menor ten¨ªa que regresar a Argentina porque no se adaptaba", confiesa Jorge Messi.
Contra la burocracia
"Es incre¨ªble la madurez que est¨¢ mostrando Messi", comentaron en el vestuario los que le ve¨ªan soportar su extra?a situaci¨®n: por motivos burocr¨¢ticos no pod¨ªa jugar la Liga, pero s¨ª la Champions. No ocultaban su sorpresa al ver c¨®mo se entrenaba aun sabiendo que estaba condenado por imperativo legal a ver los partidos en la tribuna o por televisi¨®n. De Ronaldinho a Xavi, pasando por el entrenador, Frank Rijkaard, o el presidente, Joan Laporta, todos elogiaron la fortaleza mental de Messi. La Pulga no pudo debutar en la Liga hasta la jornada s¨¦ptima. Ni se inmut¨®. Para Jorge, su padre, no es novedad. "A mi hijo no le he visto nervioso nunca", comenta.
Sucedi¨® lo mismo cinco a?os antes. Cuando el Bar?a decidi¨® incorporarle al f¨²tbol base, pasaron casi seis meses entre la fecha de su fichaje y la emisi¨®n del transfer. En ese tiempo, como infantil, s¨®lo pod¨ªa participar en torneos amistosos. Rodolfo Borrell, que fue su primer entrenador, le recuerda en la grada viendo a sus compa?eros jugar: "Me daba mucha pena, pero nunca se quej¨®". Adem¨¢s, era muy t¨ªmido, y eso, seg¨²n recuerda Cesc, "complic¨® su integraci¨®n". "Se sentaba al fondo del vestuario y no hablaba", recuerda V¨¢zquez, uno de sus amigos.
Hasta bien entrada la temporada 2001-02 los problemas no se solventaron. Tito Vilanova, entrenador entonces del cadete B, hace memoria: "Cog¨ª el equipo en diciembre y hasta mayo s¨®lo pod¨ªa jugar amistosos". Pese a ello, "su comportamiento siempre fue de 10 en esos momentos duros".
En los despachos, el Bar?a hizo "lo que ten¨ªa que hacer", seg¨²n Ant¨®n Parera, por la ¨¦poca hombre de confianza de Joan Gaspart. "No ¨ªbamos a pelearnos con el Newell's por un jugador de 13 a?os. Simplemente, le dijimos al padre que, si hallaba trabajo en Barcelona, su hijo quedaba invitado a jugar en La Mas¨ªa". Parera no lo explica, pero la oferta de trabajo parti¨® del club y era parte del plan de intenciones previstos en el documento del Pompeya.
La servilleta del Pompeya
Octubre de 2000, restaurante del Club de Tenis Pompeya. A un lado de la mesa, Horacio Gaggioli, en representaci¨®n de la familia Messi; al otro lado, Rexach, director deportivo del Barcelona. "Yo ten¨ªa claro que aquel chaval no se nos pod¨ªa escapar, y Horacio..., que si pum, que si pam, que si patat¨ªn..." rememora Charly, que sab¨ªa que desde el otro lado de la mesa no se fiaban de ¨¦l ni del Barcelona: "Era l¨®gico, ven¨ªan escarmentados del River, donde les prometieron mucho al dejar Rosario y despu¨¦s no cumplieron. As¨ª que al final, harto, ped¨ª un papel al camarero, que me trajo una servilleta de ¨¦sas de bar". Sobre ella, Charly escribi¨® un compromiso b¨¢sico: "No recuerdo, pero escrib¨ª algo as¨ª como que yo, en calidad de director deportivo del club, garantizaba que la entidad asumir¨ªa cuatro cosas si ellos ven¨ªan a vivir a Barcelona y el chaval entraba en el f¨²tbol base". De regreso al despacho, Rexach dio orden de movilizaci¨®n para que no se escapara aquella perla. "Horacio se fue en busca de Jorge Messi y le explic¨® que ten¨ªa un acuerdo entre caballeros firmado en una servilleta". Gaggioli, representante legal del jugador hasta hace unos pocos meses, a¨²n conserva ese trozo de papel.
8 de enero de 2001, restaurante Via Veneto, de Barcelona. El entonces responsable del ¨¢rea de f¨²tbol y secciones de la entidad azulgrana, Joan Lacueva, ten¨ªa una cita para zanjar un tema que preocupaba al f¨²tbol base: "Rif¨¦, responsable de la cantera, me dijo que hab¨ªa que hacer un esfuerzo y firmarle un contrato con perspectivas de futuro. Rexach era m¨¢s vehemente, as¨ª que les ped¨ª un informe para justificar mi gesti¨®n ante la directiva". El Noi de Pedralbes lo recuerda: "S¨ª, es cierto, alguien me pidi¨® por escrito el informe. ?Qu¨¦ puse? ?Que era acollonant!".
Aquel documento, elaborado bajo el asesoramiento del letrado Leopoldo Hinjos, garantizaba siete millones de pesetas al padre del jugador en concepto de un puesto de trabajo dentro del f¨²tbol base. En realidad, era una manera "elegante" de encubrir una ficha para Messi. Ese dinero se incrementar¨ªa anualmente hasta que Messi tuviera ficha del Bar?a B, cosa que los t¨¦cnicos daban por hecho. Llegar al primer equipo tambi¨¦n ten¨ªa precio: 100 millones de pesetas al a?o.
"El club empezaba a vivir de incendio en incendio, as¨ª que aquel documento termin¨® por originar otro fuego", recuerda Lacueva, que se niega a dar el nombre del directivo que mont¨® en c¨®lera al enterarse de que hab¨ªa negociado un acuerdo sin el benepl¨¢cito de la junta: "?Crees que sigues en el Espanyol y puedes hacer lo que te de la gana", le ech¨® en cara [Lacueva trabaj¨® para el Espanyol durante varias temporadas]. Nunca le explic¨® que un d¨ªa firm¨®, por su cuenta y riesgo, los pagos de los primeros plazos del tratamiento hormonal al que se someti¨® Messi al llegar a Barcelona. "Eran casi 2.000 euros, pero alguien ten¨ªa que tomar decisiones. Era la ¨²nica manera de que Messi no se marchara a otro sitio". Aquel contrato firmado por Castells en el restaurante V¨ªa Veneto lo fren¨® encolerizado el directivo. Hubo que negociar otro. "Minguella tuvo mucho que ver en la paciencia que el padre de Messi ha tenido", revela Rexach.
Sin la firma de un segundo vicepresidente del club, aquel documento no era legal, pero sirvi¨® para que Messi se quedara. En julio de ese mismo a?o, el directivo P¨¦rez Farguell negoci¨® un nuevo documento, bajo la supervisi¨®n de Gaspart. Desde 2000, Messi ha rubricado cinco contratos con el Barcelona.
El 25 de enero de 2001 "hac¨ªa fr¨ªo", recuerda Leo. A media tarde, la familia Messi lleg¨® al aeropuerto de El Prat, cogi¨® un taxi y se instal¨® en un piso en la calle Carlos III. ?scar, el portero de la finca, se enter¨® hace un mes de que ese chaval que lleva cinco a?os salud¨¢ndole t¨ªmidamente juega en el Bar?a. "Es un portento, ?no? Es que yo paso del f¨²tbol. No me gusta", dice. "Hace cinco a?os ya era Dios, pero lo sab¨ªamos cuatro", dice Charly. Todav¨ªa faltaban unos meses para que llegara el transfer.
El partido de la m¨¢scara
"No hay duda, la carrera de Messi ha estado bien llevada", asegura Jos¨¦ Ram¨®n Alexanko, actual responsable de la cantera azulgrana. Sus antecesores en el cargo, Quimet Rif¨¦ y Josep Colomer, tampoco lo tuvieron muy dif¨ªcil. "Es un chaval excepcional", asegura Colomer desde Qatar, donde trabaja tras ser despedido durante la pasada temporada. "A los 13 a?os, ya se comportaba como un profesional", recuerda Rodolf Borrell, su primer entrenador en el Infantil. Guillermo Hoyos, seleccionador argentino juvenil, le conoci¨® el 28 de julio de 2003. Al d¨ªa siguiente embarcaron para Jap¨®n. "Nada m¨¢s llegar, nos entrenamos un poquito. A los cinco minutos estaba alucinado ?Era un fiera!", recuerda. ?l, como casi todos los t¨¦cnicos que ha tenido, coinciden en que Messi tiene las antenas bien desplegadas: "Parece que no, pero escucha mucho". Juan Carlos P¨¦rez Rojo, que le tuvo en el Juvenil A lo confirma. "Hace dos a?os jug¨® en tres categor¨ªas. Subi¨® del Juvenil B al Bar?a C en un a?o. Al final de temporada, le necesitaba el Juvenil y volvi¨® a bajar. Otro se habr¨ªa enfadado. Si ma?ana Rijkaard le pide que ayude al Juvenil -de hecho, sigue siendo juvenil-, lo har¨ªa, seguro".
Alex Garc¨ªa, el ¨²nico entrenador del Bar?a que ha disfrutado de Messi un a?o entero, en el Cadete A, bien lo sabe. "Desde el partido de la m¨¢scara, supe que Messi entiende el f¨²tbol desde el respeto a sus compa?eros, al entrenador y al juego en s¨ª mismo" ?El partido de la m¨¢scara? A saber: ultimo choque de Liga, temporada 2002-03. El Cadete A gana 3-0 al Espanyol y a Messi le parten un p¨®mulo. Los doctores prescriben 15 d¨ªas sin pisar un campo. En una semana se juega la final de la Copa del Rey, tambi¨¦n contra el Espanyol. Y Messi quiere jugar. La c¨¦lebre m¨¢scara confeccionada para Puyol aparece como soluci¨®n. "O juegas con ella o no juegas", advierte el entrenador a Messi. Y ¨¦ste, obediente, sale al campo con la protecci¨®n. A los siete minutos aparece por el banquillo: "M¨ªster, no veo nada". Se arranca la m¨¢scara, vuelve al campo, toca tres pelotas y marca dos goles. "En el descanso gan¨¢bamos por 3-0. Le hice ver que el partido estaba resuelto, que ¨¦l corr¨ªa mucho riesgo y lo acept¨®". El equipo gan¨® por 4-1.
En el f¨²tbol base azulgrana se suele usar el 3-4-3 con rombo en el centro del campo. Messi nunca tuvo problema para adaptarse a ninguna posici¨®n. Se le ha visto jugar en los tres puestos de la delantera, como punta del rombo y, ocasionalmente, tambi¨¦n de volante. Su querencia es ir al centro, parta de donde parta. "Interpreta muy bien el juego. Siempre fue como una esponja", asume Alex.
"Cre¨ªamos que era mudo"
El grupo se las trae: Plancher¨ªa, Piqu¨¦ (Manchester United), Cesc F¨¢bregues (Arsenal), Pedraza, Giribet, Songo'o, Sito Riera, V¨ªctor V¨¢zquez y, entre algunos m¨¢s, Toni Calvo, en el Bar?a C. Todos coinciden: "Sab¨ªamos que no era normal. Era muy distinto". Y Cesc bromea: "Cre¨ªamos que era mudo hasta que, siendo infantiles y gracias a la Play, descubrimos que hablaba". "Fue en Italia. Leo juega mejor con la m¨¢quina que en el campo", asegura V¨ªctor V¨¢zquez; "hasta ese viaje no hablaba. Llegaba al vestuario, se sentaba en un rinc¨®n, se cambiaba y se iba". "Incluso de mayores costaba quedar. Le llam¨¢bamos para ir al cine y prefer¨ªa quedarse en casa", recuerda Sito Riera.
V¨¢zquez y Toni Calvo son los mejores amigos de Messi en el Barcelona: "Con nosotros se solt¨® mucho". Fueron ellos quienes le empezaron a llamar Enano. "Y Leo", cuentan, "para vengarse, nos hablaba en argot argentino, ?No entend¨ªamos nada!". Recuerda Cesc que Messi "transmite bondad". Por eso todos aluden a un partido contra el Damm: "Fueron a por ¨¦l y tuvimos que defenderle", asegura Piqu¨¦, el m¨¢s fuerte. "Daba gusto ver c¨®mo defend¨ªan a su compa?ero", recuerda Garc¨ªa; "tuve que cambiarle. Incluso me sacaron tarjeta por quejarme de las patadas que le daban".
"Es muy buen t¨ªo. El otro d¨ªa vino a vernos jugar", dice V¨¢zquez. "Siempre que puede se pasa a vernos", corrobora Toni. Y el mensaje siempre es el mismo: "Les espero en el campo grande".
Y la ESO por terminar
El colegio General Las Heras era para Messi el lugar donde, durante tres horas, le separaban de la pelota: "Lo que m¨¢s recuerdo eran los partidos en el recreo". Rememora con afecto las ense?anzas de sus maestras, pero asume que nunca le gust¨® estudiar. El traslado a Espa?a signific¨® la exigencia de adaptarse a un nuevo plan de estudios. En el Colegio P¨²blico Juan XIII, en el barrio de Les Corts, cerca del Camp Nou, le recuerdan como un alumno "poco estudioso, pero formal. Jam¨¢s se interrump¨ªa una clase por su culpa. Pero no ha nacido para el estudio".
A Lionel se le complic¨® mucho estudiar porque el ascenso al B hac¨ªa coincidir los entrenamientos con las clases de la ma?ana. Luego deb¨ªa trabajar en el gimnasio para ganar musculatura. El club azulgrana mantiene un estricto control sobre sus jugadores en edad formativa y en el caso de Messi enseguida comprendieron un par de cosas, seg¨²n explica Rub¨¦n Bonastre: "El paso de Argentina a Espa?a supon¨ªa un cambio de plan de estudios y su vocaci¨®n es la justa".
Messi no ha terminado 4? de ESO. Bonastre le disculpa: "Hay gente que sirve para estudiar y otros que no". Y a?ade. "Intuyo que Messi es el t¨ªpico caso que en dos o tres a?os vendr¨¢ y buscaremos estudios de inform¨¢tica, ingl¨¦s... Es listo y tiene facilidad para aprender lo que le motiva". Messi lo reconoce: "No me gustan los libros. En mi vida empec¨¦ s¨®lo uno y no lo termin¨¦". Aquel libro no era un tratado filos¨®fico, sino la biograf¨ªa de Maradona.
"?Y qu¨¦ si no le gusta leer? Que lean los dem¨¢s y ¨¦l juegue como juega", concluye Guardiola, confeso devoto del talento de Messi.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.