Sabios dantescos
Ahora ya no, pero en una ¨¦poca no muy lejana estuvieron de moda los bustos de personajes hist¨®ricos. Se trataba sobre todo de artistas cuya leyenda vital hab¨ªa ido m¨¢s all¨¢ de la fama de su obra. Shakespeare, Beethoven, Napole¨®n, Churchill, Wagner, Cervantes. Nombres de enciclopedia. Cabezas que reinaban en muchos hogares sin que all¨ª su obra fuera realmente conocida. Esos bustos robustos sol¨ªan medir entre uno y tres palmos de altura y variaban de peso seg¨²n se tratara de hierro macizo o de yeso pintado. Su presencia distingu¨ªa a las mejores bibliotecas. Los potentados los utilizaban como pisapapeles en sus despachos de caoba. Las amas de casa les sacaban el polvo con una ternura maternal. Esos bustos, que aparec¨ªan en las novelas de misterio para terminar siendo el arma del crimen, hoy en d¨ªa permanecen tan s¨®lo como un recuerdo del pasado.
Cada mes, la Societat de Dantistas se re¨²ne para leer la 'Divina Comedia' en voz alta. Ning¨²n busto coronado del poeta preside el acto
Todo esto viene a cuento porque d¨ªas atr¨¢s me pas¨¦ por los Encants de Barcelona con la intenci¨®n de encontrar un busto de Dante Alighieri. Estaremos de acuerdo en que el busto del Dante es probablemente uno de los cinco m¨¢s representados de todos los tiempos. Existen innumerables versiones, pero en todas confluyen los mismos rasgos: la nariz aguile?a, la expresi¨®n seria, la cabeza tocada con una especie de capucha o manto, o incluso un casco, la corona de laurel... Yo estaba convencido que en los Encantes hallar¨ªa un Dante exiliado y le restituir¨ªa su honor, un Dante expulsado acaso de una finca regia venida a menos, pero no fue as¨ª. Mi gozo en un pozo. Se frustr¨® de esta manera mi intenci¨®n de regalar la estatuilla a los miembros de la Societat Catalana d'Estudis Dantescos, con quienes tuve la ocasi¨®n de compartir hace unos d¨ªas uno de sus encuentros mensuales. Dicha sociedad -conocida tambi¨¦n con el equ¨ªvoco nombre (en catal¨¢n) de Societat de Dantistes- naci¨® hace algunos a?os en el seno de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y est¨¢ consagrada a organizar actos de tipo acad¨¦mico o divulgativo relacionados con la figura de Dante y su tiempo.
Una de estas iniciativas, quiz¨¢ la m¨¢s longeva, lleva en marcha desde hace ya m¨¢s de cuatro a?os y es un lujo para los aut¨¦nticos dantistas. Cada tercer mi¨¦rcoles de mes, a las siete de la tarde, los miembros de la sociedad y un nutrido grupo de lectores se re¨²nen en el Instituto Italiano de Cultura de Barcelona. Su misi¨®n es leer e interpretar detenidamente un canto de la Comedia de Dante, s¨®lo uno. La buena literatura necesita reposo. Un especialista escogido para la ocasi¨®n lee verso a verso el canto en cuesti¨®n y luego analiza el sinf¨ªn de entresijos que teji¨® el poeta italiano en sus versos. Los organizadores cuentan que en las primeras convocatorias el grupo era m¨¢s nutrido, pero hoy en d¨ªa sigue resistiendo un buen n¨²mero de fieles -de happy few, por as¨ª decirlo-. Llegan siempre a tiempo, con su edici¨®n de la Comedia bajo el brazo, anotada y subrayada, ya sea en lengua original o en las traducciones de Sagarra, de Crespo, de Mira, y al final de cada sesi¨®n no dudan en aportar sus comentarios.
Durante estos a?os -con pausas de vacaciones incluidas-, la ex¨¦gesis ya ha dado cuenta de todo el viaje por el Infierno y se encuentra en este momento justo en la mitad del Purgatorio (s¨ª, pueden decirlo: nel mezzo del cammin de la Divina Comedia). El pasado mi¨¦rcoles 16 de enero, cuando asist¨ª a una nueva lectura, el encargado de iluminarnos fue Alfons Garrig¨®s, un dantista consumado. En una acogedora sala del instituto, escuch¨¦ como el profesor empezaba su intervenci¨®n sobre el canto XVII del Purgatorio recordando que era "un canto con mucha luz y con una reivindicaci¨®n del amor como gu¨ªa", y argument¨® que hablar¨ªa de Dante "como contempor¨¢neo nuestro y no como un simple autor cl¨¢sico". No voy a reproducir aqu¨ª con detalle el an¨¢lisis de Garrig¨®s. Sus palabras eran muy juiciosas y ten¨ªan una virtud especial: pod¨ªan ser comprendidas por los que ¨¦ramos legos o profanos y al mismo tiempo pulsaban la curiosidad intelectual de los sabios dantescos que asist¨ªan al acto. Los profesores Raffaelle Pinto, Rossend Arqu¨¦s y Eduard Vilella, aut¨¦nticas almas de la Societat Catalana d'Estudis Dantescos, escuchaban con atenci¨®n. Se ve que dicho canto, por ejemplo, es especial porque supone dentro de la Comedia una especie de eje, el centro mismo del viaje de Dante y Virgilio, ese punto en que el poeta abandona la oscuridad y empieza a ver la luz. En fin, poco a poco, mientras avanzaban los versos, el profesor nos habl¨® de la libertad humana, del hecho que a partir del siglo XIII ning¨²n intelectual es santo. Otro verso le llev¨® a hablar sobre la acedia o pereza, origen de la melancol¨ªa y que en Dante a¨²n conserva su sentido primigenio: "de resistencia al esfuerzo de parecerse a Dios".
Al cabo de dos horas, la sesi¨®n lleg¨® a su fin entre comentarios del p¨²blico. Para poner el punto final, como l¨ªrica referencia a un verso le¨ªdo, el profesor Garrig¨®s nos invit¨® a escuchar un disco con gorjeos del ruise?or. Sentado all¨ª, en esa sala del Instituto Italiano, me vino entonces a la memoria la imagen del busto de Dante. Puede que los doctores de la Societat Dantista ya hubieran pensado en ello, pero deber¨ªan contar con un busto que presidiera dichas sesiones. Por mi parte, seguir¨¦ buscando y si doy con ¨¦l, el pr¨®ximo mi¨¦rcoles 15 de febrero asistir¨¦ a un nueva sesi¨®n con el busto bajo el brazo.
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