Am¨¦n
Fui uno de aquellos j¨®venes necios de Occidente que celebr¨® la revoluci¨®n de los ayatol¨¢s. Cre¨ªa, ingenuo de m¨ª, que una parte del planeta pod¨ªa liberarse yendo de la mano de un sanedr¨ªn de cl¨¦rigos chi¨ªtas, int¨¦rpretes oscurantistas de una religi¨®n profunda y grandiosa, en cuyo seno la humanidad lleg¨® en el medievo a su cima de esplendor y de belleza. De arrebatadora pasi¨®n por lo absoluto.
Pero aquellos cl¨¦rigos de Persia no pod¨ªan ser la panacea de la felicidad de su pueblo. Y escondieron su fracaso incendiando los corazones y las mentes de muchos fieles indocumentados, dentro y fuera de sus fronteras: esos muchachos afganos o palestinos que se inmolan de modo tan terrible, v¨ªctimas ellos tambi¨¦n de un resentimiento, por desgracia, bien fundado. Ir¨¢n es el origen principal de ese odio que recorre a muchos musulmanes, que, por otra parte, siempre ser¨¢n ¨ªnfima minor¨ªa entre mil millones de seguidores pac¨ªficos, honorables y sensatos. Depositarios de la alt¨ªsima sabidur¨ªa oriental que nos revel¨® Sherezade, de quien todos los hombres lectores de este mundo estamos rendidamente enamorados. En las Mil y una Noches.
Debemos llevarnos bien con el islam. Conocernos, comprendernos y perdonen esta salmodia de cura posconciliar, lo que no soy, desde luego. Recuerden a los doscientos mil musulmanes europeos asesinados hace poco en la antigua Yugoslavia. Puentes hacen falta entre Al¨¢ y Dios, que deben ser el mismo. Y el Jehov¨¢ de los jud¨ªos. No tendr¨ªa que resultar tan dif¨ªcil llevarnos mucho mejor. No provocar, respetarnos. Y quienes no disfrutamos de los dones de la fe, tambi¨¦n hemos de procurar entender a los creyentes. Me educaron en Cristo, guardo un gran aprecio por su moral. En memoria de ella, pido humildemente la paz y el acercamiento a nuestros parientes mahometanos. Y si somos m¨¢s ricos que ellos, m¨¢s afortunados ahora en el juego de la historia, somos nosotros los m¨¢s obligados a salir a su encuentro. Am¨¦n. Aleluya. Al¨¢ es grande. Y eso que no espero cielo ni infierno. Sencillamente, creo que la tierra a¨²n puede ser un razonable para¨ªso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.