Agilidad desbordante
"A menudo lo que nos enga?a es nuestra propia vanidad", proclama uno de los personajes de Orgullo y prejuicio. Un juicio sobre el que la brit¨¢nica Jane Austen levant¨® los cimientos de una de sus novelas m¨¢s c¨¦lebres, adaptada al cine (y sobre todo a la televisi¨®n) con cierta asiduidad, y que hoy llega a las pantallas en versi¨®n (m¨¢s que notable) del joven brit¨¢nico Joe Wright.
En efecto, entre el orgullo y el prejuicio hay un peque?o paso. M¨ªnima distancia que puede llevar a la simple impertinencia si el sujeto en cuesti¨®n no posee la debida inteligencia ni la personalidad adecuada. Elizabeth, protagonista de la historia, es uno de esos personajes cuya firmeza arrastra sin remedio. Una chica moderna en tiempos de mercantilismo matrimonial. Una mujer enfundada en un cuerpo de joven, con talante individualista e ideas propias. Tan ¨ªntegra y orgullosa que se encuentra a unos cent¨ªmetros del prejuicio, aunque nunca de la vanidad, ya que, como dice la autora, mientras el orgullo est¨¢ relacionado con la opini¨®n que tenemos de nosotros mismos, la vanidad lo est¨¢ con lo que deseamos que el pr¨®jimo piense de nosotros. Como la Joe de Mujercitas, el personaje mantiene una actitud tan apasionante que el espectador no puede dejar de sentirse imbuido por su esp¨ªritu.
ORGULLO Y PREJUICIO
Direcci¨®n: Joe Wright. Int¨¦rpretes: Keira Knightley, Brenda Blethyn, Rosamund Pike, Donald Sutherland. G¨¦nero: comedia rom¨¢ntica. Reino Unido, 2005. Duraci¨®n: 127 minutos.
Wright y la guionista Deborah Moggach han llevado a la pantalla la letra y la esencia de Austen con una alegr¨ªa desbordante. Los elementos c¨®micos funcionan en todo momento. Los rom¨¢nticos siguen poseyendo ese poso psicologista contenido en el texto. Y la direcci¨®n de Wright huye de ese aire falsamente elevado y profundamente tedioso que poseen a veces las adaptaciones decimon¨®nicas brit¨¢nicas, moviendo la c¨¢mara con agilidad a base de planos secuencia favorecidos por la t¨¦cnica de la steadycam. Sin llegar a la maestr¨ªa de Robert Altman (quiz¨¢ le sobren un par de giros un tanto solemnes), pero con elegancia, los personajes entran y salen del encuadre con una facilidad pasmosa. Tras la g¨¦lida correcci¨®n de Mansfield Park y Emma, ¨²ltimas adaptaciones de textos de Austen, el estallido de pasi¨®n de Wright enlaza con el genio de Ang Lee. Eso s¨ª, mientras el director de Brokeback Mountain optaba por la delicadeza y la templanza en su adaptaci¨®n de Sentido y sensibilidad (1995), Wright prefiere la osad¨ªa vertiginosa como motor de su Orgullo y prejuicio.
Babelia
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