Fertilidad del amor
Vicente Aleixandre insist¨ªa en que los superrealistas espa?oles, al contrario que los franceses, nunca hab¨ªan utilizado la "escritura autom¨¢tica", para algunos el gran hallazgo del surrealismo con Freud: el libre fluir de la subconsciencia. Releyendo a Paul Eluard (18951952) vengo a darme cuenta de que el mejor surrealismo franc¨¦s tampoco us¨®, sin m¨¢s, la "escritura autom¨¢tica" que en estado puro no pasa de ser un juego, como el "cad¨¢ver exquisito" o los poemas de Picasso. El mejor Breton, Aragon, y sobre todo Eluard usaron como Lorca, Cernuda o Aleixandre algo que puedo llamar "escritura autom¨¢tica controlada". En ella las im¨¢genes se trenzan sorpresiva y libremente, pero de acuerdo a un sentido del ritmo y de la forma (a la existencia de una voluntad art¨ªstica) que ni la ausencia de puntuaci¨®n, ni la frondosidad de esas mismas im¨¢genes on¨ªricas logra atenuar. Lo que a¨²n es m¨¢s notorio en la poes¨ªa amorosa, porque toda la imaginer¨ªa desbordada, entonces, act¨²a (por utilizar un t¨ªtulo de Lezama) como "fragmentos a su im¨¢n".
?LTIMOS POEMAS DE AMOR
Paul Eluard
Versi¨®n de Jes¨²s Mun¨¢rriz
Hiperi¨®n. Madrid, 2006
274 p¨¢ginas. 12 euros
Es verdad que Eluard sigue siendo un poeta muy popular en Francia, porque ha sido musicado y cantado, y porque su faceta de poeta comprometido (alrededor de la Resistencia, recordemos su c¨¦lebre Libert¨¦) se a¨²na poderosamente con un gran poeta del amor. Como Neruda, como el mejor Salinas, Paul Eluard es un poeta surrealista del amor concreto: Gala primero (que luego se fue con Dal¨ª, sin dejar la amistad con Paul), Nusch despu¨¦s y finalmente Dominique, su ¨²ltimo gran amor, hasta el final. En buena versi¨®n de Jes¨²s Mun¨¢rriz, estos ?ltimos poemas de amor -dedicados a las dos ¨²ltimas mujeres y a la ausencia de Nusch, que falleci¨® a fines de 1946- dan testimonio de una profunda voluntad amorosa, de un no saber vivir sin amor, porque la mujer amada se hace sin¨®nimo de plenitud de vida. Escritos entre 1945 y 1951 (El F¨¦nix, que es ¨¦l renovado por Dominique) lo que le dice a ella -en Te amo- tiene un valor totalizador: "Te amo por todas las mujeres que no he conocido / Te amo por todos los tiempos que no he vivido...". ?Qu¨¦ m¨¢s claro surrealismo que este que, luminoso o sombr¨ªo, lo lleva todo al campo de la pasi¨®n, incluida la ausencia? Es posible que algunos vean cierta monoton¨ªa en unos poemas que (aunque siempre impecables) est¨¢n escritos con el mismo m¨®dulo, con la misma teor¨ªa, pero si ello fuese verdad se contrarresta con la asombrosa capacidad imaginaria de este Eluard maduro, que aunque ya no es el de Capitale de la Doleur -para muchos su m¨¢s cerrado libro- no baja nunca la guardia.
Hay cinco recopilaciones
en este tomo, pero todas cabr¨ªan -insisto, luces y sombras, eleg¨ªa tambi¨¦n- en el t¨ªtulo de la primera, todav¨ªa dedicada a Nusch, Una larga reflexi¨®n amorosa. S¨®lo con la l¨®gica de la pasi¨®n, desesperada a veces: "Ella surg¨ªa del hombre / Y el hombre surg¨ªa de ella (...) Surg¨ªa de las infancias vagas / De los m¨¢s bellos sue?os en espirales coloreadas / Y de las realidades r¨ªgidas / Jorobadas partidas blancas negras". El surrealismo al servicio de la l¨®gica amante en un poeta que del amor hizo todo o casi. Un importante, vivo recuerdo.
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