Indignaci¨®n desde Lavapi¨¦s a Melilla...
En la televisi¨®n del bar se ve Al Yazira, pero la parroquia que llena el local se ha reunido sobre todo por el partido: en 10 minutos comenzar¨¢n a jugar Senegal y Egipto la semifinal de la Copa de ?frica. Esto es Lavapi¨¦s, en el centro de Madrid, y estas selecciones cuentan aqu¨ª con tantos seguidores como el Real Madrid o el Atleti. La mayor¨ªa va con Egipto. Pero el f¨²tbol se acaba en cuanto alguien menciona las caricaturas de Mahoma, tema ante el que nadie permanece indiferente. Jalid Morjane, de 40 a?os, marroqu¨ª, licenciado en arte y cultura ¨¢rabe y francesa y trabajador en Espa?a en lo que va saliendo desde 2003, asegura muy tranquilo: "Es algo m¨¢s que respeto al profeta, es algo m¨¢s que amor hacia ¨¦l. Es algo sagrado. Esos dibujos nos han herido en el fondo del coraz¨®n porque han atacado algo sagrado. ?Comprende? No, ya s¨¦ que es dif¨ªcil de comprender para el que no es musulm¨¢n".
"Antes me muero de hambre que comprar un solo producto de Dinamarca", asegura un musulm¨¢n en un bar de Lavapi¨¦s
En Espa?a viven cerca de 800.0000 musulmanes. Y llevan meses indignados por las 12 vi?etas publicadas en el peri¨®dico dan¨¦s Jyllands-Posten, casi desde su publicaci¨®n, el 30 de septiembre. Numerosos l¨ªderes de asociaciones religiosas han estado puntualmente informados de la respuesta que recib¨ªan en Dinamarca quienes lideraban la protesta. Y esa informaci¨®n, que apenas hab¨ªa tenido reflejo en los medios espa?oles hasta hace un par de semanas, flu¨ªa entre los colectivos musulmanes. Por dos v¨ªas: las p¨¢ginas de Internet dedicadas al mundo isl¨¢mico y Al Yazira. "El que tiene una parab¨®lica ve Al Yazira, de eso no hay duda", comenta Mohamed Said, el joven im¨¢n de Getafe.
Enter¨¢ndose por Internet
En la tele del bar de Lavapi¨¦s ataca Egipto. Pero otro marroqu¨ª se suma a Morjane para dar rienda suelta a su rabia: "Pueden insultar a mi madre, a mi padre, pero no al profeta como se ha hecho. Le juro que antes me muero de hambre que comprar un producto dan¨¦s". Tambi¨¦n Morjane y un tercer parroquiano, Mohamed Haimudi, de 40 a?os, alba?il, est¨¢n de acuerdo: "El problema es que a¨²n no sabemos qu¨¦ cosas vienen de Dinamarca. Pero nuestros chicos est¨¢n en Internet enter¨¢ndose".
Las p¨¢ginas web se han convertido en un poderoso medio de transmisi¨®n de ideas entre musulmanes de distintas procedencias. Las m¨¢s extendidas utilizan el ingl¨¦s y el ¨¢rabe, como el caso de Islamonline.net e Islamicity.org, la primera, originaria de Qatar, y la segunda de EE UU. Tambi¨¦n hay en espa?ol, como Webislam.com, la m¨¢s difundida en habla hispana, que pas¨® de 700.000 accesos en 2004 a los ocho millones de ahora. El conflicto, como reconoce su director, Yusuf Fern¨¢ndez, ha aumentado su notoriedad. La contribuci¨®n a la calma de estas p¨¢ginas ha sido evidente, ya que defienden la indignaci¨®n, pero propugnan respuestas dentro de la ley . Las reacciones violentas da?an la imagen de los musulmanes, aseguran. En general, a trav¨¦s de Internet, los imanes y los expertos recomiendan a los fieles la protesta pac¨ªfica y el boicoteo a los productos daneses.
El ¨¦xito del boicoteo en Espa?a est¨¢ por ver, pero su difusi¨®n es elevada, precisamente porque est¨¢ avalada por los principales l¨ªderes religiosos. "Estoy en contra de cualquier acto de violencia y lo condeno", dice Riay Tatary, presidente de la Uni¨®n de Comunidades Isl¨¢micas de Espa?a (UCIDE), la principal federaci¨®n musulmana en Espa?a, "pero el boicoteo me parece una respuesta l¨ªcita dentro del marco legal". De la misma manera se expresan l¨ªderes religiosos de Valencia, Catalu?a y Madrid. El m¨®vil se ha sumado a la campa?a. Muchos musulmanes han recibido en sus tel¨¦fonos este mensaje: "El c¨®digo de los productos daneses empieza por 57. Aquellos que quieran sumarse al boicoteo, que tengan en cuenta esta numeraci¨®n". Dichos l¨ªderes reconocen que en algunos casos sus fieles ped¨ªan alg¨²n tipo de acci¨®n m¨¢s visible. Por tal motivo, una asociaci¨®n de Bilbao se planteaba hacer una concentraci¨®n silenciosa, y en Catalu?a se estaba estudiando pedir permiso para una manifestaci¨®n.
Muy cerca del bar, en la peluquer¨ªa Alhambra, Mustaf¨¢ Badr¨¦ se est¨¢ rapando el pelo. Naci¨® en T¨¢nger hace 24 a?os. Es simp¨¢tico, amable, viste ropa moderna deportiva (con gorra ladeada), mide casi dos metros -en Marruecos jugaba al baloncesto- y pertenece a una generaci¨®n distinta que Haimundi o Morjane. Pero en algunas cosas piensa de forma muy parecida: "Los dibujos son como una declaraci¨®n de guerra a los musulmanes". Luego precisa, a la hora de enjuiciar la quema de embajadas y los disturbios: "El islam no es eso, no es el mal. Pero la imagen de Mahoma es sagrada". Badre, que lleva seis a?os en Espa?a y que en la actualidad trabaja de pintor, viajar¨¢ dentro de unos d¨ªas a Noruega. "All¨ª vive mi novia. Pasar¨¦ por Dinamarca, pero no pienso comprar nada all¨ª", cuenta.
El sentimiento de humillaci¨®n se ha extendido por el pa¨ªs. Desde las comunidades peque?as hasta las m¨¢s grandes. Entre estas ¨²ltimas se cuentan Ceuta y Melilla, donde durante los ¨²ltimos d¨ªas se han celebrado reuniones para organizar una manifestaci¨®n. Hasta el momento ha triunfado la opci¨®n del boicoteo. En Melilla, las declaraciones del presidente de la ciudad, Javier Imbroda, condenando las caricaturas, ayudaron a aliviar la indignaci¨®n de los musulmanes, seg¨²n reconocen sus principales l¨ªderes.
Illescas (Toledo), de 14.700 habitantes, cuenta con una peque?a comunidad musulmana de 700 personas agrupada en torno a una peque?a mezquita construida en una casita baja. Al lado hay una carnicer¨ªa en la que un vers¨ªculo del Cor¨¢n preside la pared frontera, una fruter¨ªa y un locutorio en donde se anuncian viajes a La Meca. Tambi¨¦n aqu¨ª han dolido mucho los dibujos de Mahoma. Tambi¨¦n aqu¨ª los musulmanes aseguran, llev¨¢ndose la mano al pecho, que la caricatura del profeta les ha hecho mucho da?o. Las reacciones van desde la del due?o de la fruter¨ªa, Madi Elanaya, de 45 a?os -"lo han hecho para re¨ªrse de nosotros"-, hasta la de una clienta de 26 a?os, Hanna Taurati, que lleva por la calle la cabeza cubierta con un pa?uelo y que piensa que "hay que matar al dibujante que ha insultado al profeta".
En general, dentro de la comunidad musulmana en Espa?a se ha consolidado el argumento de que hay un doble rasero. Lo explicaba un experto en una p¨¢gina de Internet. "Imaginemos a un dibujante haciendo un chiste grosero sobre un negro. Eso ser¨ªa racismo. El mismo dibujante mezclando jud¨ªos y s¨ªmbolos nazis. Estar¨ªamos hablando de antisemitismo. Y si se trata de Mahoma no. Entonces es libertad de expresi¨®n".
Doble rasero
Sobre el argumento del doble rasero ha escrito Yonaida Selam, musulmana y presidenta de Intercultura, una asociaci¨®n de Melilla que re¨²ne a gente de las cuatro religiones: "Si por encima de todo debe primar la libertad de expresi¨®n, entonces no se entiende la condena a Roger Garaudy por condenar el Holocausto, o la condena al im¨¢n de Fuengirola por hacer apolog¨ªa del maltrato a la mujer en parte de un libro que ¨¦l mismo escribi¨®, as¨ª como las cr¨ªticas a la entrada de Butiglione como comisario de Justicia de la UE, porque emit¨ªa unas opiniones personales que cuestionaban la homosexualidad. Lo que les parece a muchos musulmanes es que lo que para unos es condena para otros es permisividad".
El presidente de la comunidad isl¨¢mica de Illescas y due?o del peque?o locutorio, Muhamad Asis, concluye: "No se puede dibujar a Mahoma porque no hay ning¨²n hombre igual. Pero si ellos insultan a Mahoma y hacen el mal, nosotros haremos el bien, y si los otros queman embajadas, nosotros haremos el bien. El islam es el camino y debemos mostr¨¢rselo a los dem¨¢s". Y luego a?ade: "Pero yo no voy a comprar ya nunca m¨¢s productos de Dinamarca".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.