S¨ª, pero...
La CMT ha dado v¨ªa libre a los OMV. La raz¨®n en la que fundamenta su decisi¨®n reside en la influencia que tiene la aparici¨®n de esos operadores sobre el n¨²mero de competidores y el nivel de precios a corto plazo. Es evidente que se pretende aumentar el nivel de competencia en el mercado de la telefon¨ªa m¨®vil en el plazo m¨¢s corto posible. Cuesti¨®n diferente es determinar las consecuencias de esta medida en el medio y largo plazo, sus efectos sobre la competencia efectiva y sobre la sostenibilidad de un modelo que ha llevado al sector de la telefon¨ªa m¨®vil en Espa?a a ser (sobre todo en a?os de vacas flacas) uno de los motores del desarrollo de las telecomunicaciones.
La experiencia de los mercados en que esta figura ha tenido una mayor importancia, como Dinamarca, demuestra que, una vez pasados los efectos a corto plazo, la sostenibilidad del modelo y sus efectos sobre el nivel de desarrollo del mercado, tales como la incorporaci¨®n de nuevos servicios, la calidad de las redes y el nivel de inversi¨®n de los operadores, deben mover a una seria reflexi¨®n, antes de replicar experiencias que nadie duda se han saldado con un evidente fracaso.
A estas razones deben a?adirse otras. Los tres operadores m¨¢s importantes de Europa est¨¢n apostando estrat¨¦gicamente por el mercado espa?ol, lo que hace cuando menos dudosa la conveniencia de introducir medidas adicionales de incremento de la competencia. Existe adem¨¢s la expectativa de un cuarto operador con una red de tercera generaci¨®n. No parece que introducir, precisamente ahora, la figura de los OMV vaya a favorecer el desarrollo de nuevos operadores que contribuyan a que el UMTS alcance en Espa?a un nivel de desarrollo en l¨ªnea con los principales pa¨ªses europeos.
No obstante, se debe ver con alivio que esta decisi¨®n venga acompa?ada de la ca¨ªda de uno de los tab¨²es m¨¢s y mejor establecidos en nuestra regulaci¨®n: el principio de no discriminaci¨®n tal y como se ven¨ªa interpretando, lo que permitir¨¢ que la aplicaci¨®n del modelo se base en el juego del mercado y la libre competencia y en la utilizaci¨®n por la CMT de su buen juicio a la hora de arbitrar los desacuerdos. Todo ello, de manera que no sea un instrumento de depredaci¨®n de m¨¢rgenes, sino que permita aumentar los niveles de competencia, favoreciendo la entrada de los agentes que muestren un mayor perfil innovador y basen su modelo de negocio en el desarrollo de nuevos servicios y no s¨®lo en la competencia en precios. Existe un precedente del que la CMT sabr¨¢ sacar conclusiones: el muy discutible desarrollo del modelo de acceso indirecto que hace algunos a?os vivi¨® la telefon¨ªa fija, tanto en Espa?a como en el resto de Europa.
Carlos L¨®pez Blanco es presidente de Enter
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