Una desbordante energ¨ªa

El pianista ruso Grigori Sokolov (San Petersburgo, 1950) se ha convertido, gracias a estos ciclos de grandes int¨¦rpretes, en un artista familiar en Madrid. De las 11 ediciones ha estado en ocho. Esta asiduidad no ha generado ning¨²n tipo de monoton¨ªa, entre otras razones porque Sokolov posee una t¨¦cnica y una fuerza interpretativa excepcionales, porque no repite a?o a a?o las mismas obras y porque su manera de enfrentarse al piano es sustancialmente diferente de la gran mayor¨ªa de sus colegas. Es decir, que el inter¨¦s que despierta en cada una de sus visitas no solamente se renueva sino que se multiplica. Sokolov inaugur¨® estos ciclos en 1996 e hizo para Canal + su primera grabaci¨®n televisiva en 1998 con obras de Rameau, Beethoven y Brahms. Vamos, que es como de la casa. La posibilidad de seguir su evoluci¨®n durante todos estos a?os ha sido un privilegio.

Anteayer arranc¨® con un Bach -el de la Suite francesa, n? 3- plet¨®rico de energ¨ªa e intensidad, continu¨® con un Beethoven -la Sonata en re menor, opus 31, n? 2- misterioso y hechizante, y culmin¨® el programa oficial con una deslumbrante versi¨®n de la Sonata en fa bemol menor, op. 11, de Schumann. Digo oficial pues las propinas son como otro recital.

Lo primero que destaca en el pianista es la personalidad de sus versiones. Lo segundo, la intensidad que transmite. Sokolov est¨¢ en las ant¨ªpodas del convencionalismo. Es un artista de enorme concentraci¨®n, cuyo virtuosismo siempre est¨¢ al servicio de desentra?ar los confines m¨¢s ocultos de las partituras. Se podr¨¢ estar m¨¢s o menos de acuerdo con ¨¦l, pero no creo que nadie niegue su esfuerzo tit¨¢nico por ir en busca de la verdad ¨²ltima. As¨ª, su Schumann de anteayer son¨® a revelaci¨®n. Tuvo fantas¨ªa, brillantez, tensi¨®n, y puso el broche de oro a un recital cimentado antes con dos hermos¨ªsimas versiones de una suite de Bach y una sonata de Beethoven.