Verg¨¹enza
Una vez m¨¢s nos enfrentamos a una vieja, terrible y vergonzosa noticia. Un genocidio est¨¢ en marcha, no m¨¢s lejos de lo que se halla Irak de nuestro pa¨ªs; con objetivos de limpieza ¨¦tnica, que incluyen las violaciones sistem¨¢ticas, la destrucci¨®n de poblados y el desplazamiento masivo de poblaciones. Esto sucede en un pa¨ªs asolado por la sequ¨ªa y las hambrunas, en lo m¨¢s profundo del subdesarrollo. Todos los organismos internacionales han discutido y firmado comunicados, tomado disposiciones y tirado de todas las alarmas. Se ha puesto en marcha una denuncia por genocidio ante la Corte Penal Internacional de La Haya. Naciones Unidas ha organizado una peque?a fuerza de mantenimiento de la paz, que todo el mundo reconoce como insuficiente y sin medios para evitar que prosiga la matanza.
?No les suena a muy familiar todo esto? ?No parece una antigua y amarga canci¨®n repetida una y otra vez, en Ruanda, en Bosnia, en Camboya, y en tantos y tantos lugares? Es de tema tr¨¢gico y descorazonador: ciegos ante el holocausto, dispuestos a lamentarnos ma?ana, al despertar de nuestra somnolencia, nos veremos acosados entonces por los millares de cad¨¢veres extendidos ante nuestra vista y pronunciaremos, una vez m¨¢s, la oraci¨®n in¨²til del nunca m¨¢s.
Lo de ahora, para mayor congoja, no es una s¨²bita guerra declarada en una ins¨®lita regi¨®n, sino que viene produci¨¦ndose a c¨¢mara lenta, desde 2003; en un pa¨ªs sometido a observaci¨®n y control internacional; y viene compitiendo por las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos, aunque con muy escasa fortuna, al lado de lo que de verdad interesa. Hace un a?o y medio, el 18 de agosto de 2004, Yolanda Monge explicaba en EL PA?S su viaje a Darfur y documentaba ya 50.000 muertos, m¨¢s de 120.000 refugiados en Chad y no menos de un mill¨®n de desplazados dentro de territorio sudan¨¦s. "La campa?a de violaciones es sistem¨¢tica y tiene un ¨²nico objetivo: humillar a las mujeres, a sus maridos y a sus padres, y romper los ¨¢rboles geneal¨®gicos tribales y ¨¦tnicos", escrib¨ªa. Ahora mismo, el semanario The Economist calcula que ya son unos 200.000 los fallecidos, y cita fuentes que elevan las cifras hasta 300.000. Son 200.000 los refugiados en el vecino Chad. Y ya alcanza a dos millones el n¨²mero de los desplazados en peligro.
El genocidio, esa palabra sagrada a veces tan fr¨ªvolamente gastada, est¨¢ en boca de muchos desde hace demasiado tiempo. El Congreso norteamericano, el presidente Bush y el ex secretario de Estado Colin Powell la han utilizado, sin efecto alguno. Una fuerza de la Uni¨®n Africana, compuesta por soldados de Ruanda, Sur¨¢frica, Senegal y Nigeria, intenta proteger a la poblaci¨®n civil, tarea en la que se ha revelado insuficiente en n¨²mero y sobre todo en equipamiento y apoyo log¨ªstico y a¨¦reo, hasta el punto de que no hay duda alguna de que, o se hacen cargo de esta crisis de una vez los pa¨ªses m¨¢s ricos, o lo que se avecina har¨¢ sonrojar a quien le quede todav¨ªa un poco de verg¨¹enza y de dignidad entre quienes dirigen la pol¨ªtica y la opini¨®n occidentales.
Se ha hablado mucho, y probablemente de forma incompleta e insuficiente, de los autores de las matanzas y de las operaciones de amedrentamiento masivo de poblaciones. Son las guerrillas paramilitares llamadas janjaweed, mantenidas y apoyadas por el Gobierno sudan¨¦s frente a los rebeldes de esta regi¨®n fronteriza con Chad. Janjaweed significa "hombres armados a caballo", aunque suelen ir tambi¨¦n en jeeps e incluso en helic¨®ptero, y la siniestra sonoridad de su denominaci¨®n les emparienta con los interahamwe, "los que matan juntos", tristemente famosos en el genocidio de Ruanda, hace m¨¢s de diez a?os.
Escasa ha sido hasta ahora la atenci¨®n prestada por la comunidad internacional, con Estados Unidos y la Uni¨®n Europea y Naciones Unidas al frente, a la crisis de Darfur. Incluidos los medios de comunicaci¨®n. Pero hay un motivo de inquietud adicional, m¨¢s espec¨ªfico y sangrante, en estos d¨ªas retorcidos de debates sobre la blasfemia y los tab¨²es religiosos. Unos y otros, los que matan y los que mueren, son musulmanes. Lo son las poblaciones desplazadas. Y los millares de mujeres violadas. Pero estas v¨ªctimas son invisibles para los mandatarios de los 57 pa¨ªses miembros de la Conferencia Isl¨¢mica, cuya Cumbre de La Meca, celebrada en diciembre, dedic¨® su tiempo y sus severas palabras a las vi?etas de Mahoma, pidi¨® su criminalizaci¨®n y penalizaci¨®n, pero no tuvo ni una sola frase para la matanza en curso. Y si crey¨¦ramos al secretario general de la Conferencia, Ekmeleddin Ihsanoglu, pensar¨ªamos que es precisamente en Europa, y no en ?frica, en tierra del Islam, donde ahora mismo est¨¢ en marcha una campa?a de limpieza ¨¦tnica, asesinatos y deportaciones en masa y ataques por comandos terroristas contra los musulmanes, como sucedi¨® con los jud¨ªos bajo el hitlerismo.
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