Rusia se reencuentra con Solzhenitsin
Traicionaba a su patria el diplom¨¢tico sovi¨¦tico Innokenti Volodin o salvaba a la humanidad cuando, un d¨ªa de 1949, llam¨® a la Embajada norteamericana en Mosc¨² desde un tel¨¦fono p¨²blico para revelar que la URSS hab¨ªa logrado hacerse con la bomba at¨®mica? El punto de referencia de este dilema es el teleserial En el primer c¨ªrculo, basado en la novela hom¨®nima del premio Nobel de Literatura Alexandr Solzhenitsin.
La pel¨ªcula, dirigida por Gleb Panf¨ªlov, se ha proyectado en el segundo canal de la televisi¨®n, y es un acontecimiento significativo porque perfila una nueva relaci¨®n entre el escritor y la sociedad rusa actual, que en gran medida ha sido indiferente al gran cronista del Gulag [el estremecedor archipi¨¦lago de campos de concentraci¨®n] y de la represi¨®n estalinista desde que Solzhenitsin regres¨® a su pa¨ªs, en 1994, tras 20 a?os de exilio en Occidente.
Juzgado por criticar a Stalin en su correspondencia, el escritor, en su calidad de matem¨¢tico, pas¨® por varias prisiones
La serie refleja las peripecias del grupo de trabajo organizado en una 'sharashka' para identificar la voz an¨®nima que revel¨® el secreto de Estado
El escritor, de 87 a?os, lleva una vida retirada en su dacha de las afueras de Mosc¨². Su esposa dirige una fundaci¨®n que ayuda a los supervivientes del Gulag
En su novela, el escritor describe la vida en la sharashka, t¨¦rmino con el que se conocen las prisiones privilegiadas para los cient¨ªficos y especialistas que el r¨¦gimen necesitaba. Juzgado por criticar a Stalin en su correspondencia, Solzhenitsin, en su calidad de matem¨¢tico, pas¨® por varias sharashka antes de ser enviado a un campo en el norte de Kazajist¨¢n en el a?o 1950.
El teleserial refleja las peripecias del grupo de trabajo organizado en una sharashka de las afueras de Mosc¨² para identificar la voz an¨®nima (grabada por los servicios de escucha telef¨®nica) que revel¨® el secreto de Estado. Bajo la direcci¨®n de un ling¨¹ista, el grupo rastrea las caracter¨ªsticas de pronunciaci¨®n de varios diplom¨¢ticos hasta dar con dos sospechosos. Uno de ellos, Volodin. Uno de los protagonistas, Gleb Nerzhin, representado por Yevgueni Mir¨®nov, es el prototipo del joven Solzhenitsin.
Como publicidad, en las calles de Mosc¨² apareci¨® una fotograf¨ªa del escritor esbozando una acogedora sonrisa. Esta expresi¨®n relajada, muy diferente al gesto inquisitorial con el que suele ser identificado, tal vez sea el presagio de un reencuentro con la sociedad.
Es pronto para las afirmaciones contundentes, pero hay otros s¨ªntomas, como la aparici¨®n de dos nuevas ediciones de En el primer c¨ªrculo y un aumento de las ventas de esta obra, que en audiencia televisiva se qued¨®, sin embargo, por debajo de El becerro de oro, otro serial, basado en la novela de Ilf y Petrov, un cl¨¢sico sovi¨¦tico dominado por el humor.
Los baremos de audiencia en Mosc¨² indicaban que El becerro de oro iba en primer lugar (entre los teleseriales y pel¨ªculas), con una audiencia del 34,8%, y En el primer c¨ªrculo, el tercero, con un 28,2%.
Opiniones divididas
La serie de Panf¨ªlov, en la que el mismo Solzhenitsin lee algunos fragmentos de su novela, ha provocado pol¨¦micas entre cr¨ªticos y telespectadores. Las opiniones se han dividido. Hay quien desconf¨ªa de los motivos, la estil¨ªstica y el momento pol¨ªtico elegido para la emisi¨®n, y hay quien cree que la serie ha hecho m¨¢s por recuperar a Solzhenitsin como autor interesante y actual que todas las intervenciones sociales y pol¨ªticas del premio Nobel desde su regreso a una sociedad que es muy distinta a la del a?o 1974, cuando fue privado de su ciudadan¨ªa sovi¨¦tica y expulsado del pa¨ªs.
Algunos aspectos de la discusi¨®n trascienden la realidad de Rusia hoy para plantear problemas universales, como la libertad individual de elecci¨®n, lo que es justamente el gran m¨¦rito del serial. ?ste, por otra parte, se ha emitido en v¨ªsperas del 50? aniversario del XX Congreso del Partido Comunista de la URSS, que se conmemora estos d¨ªas. En aquel foro, Nikita Jruschov denunci¨® los cr¨ªmenes del estalinismo y dio pie as¨ª al deshielo, la ¨¦poca de florecimiento cultural, durante la cual Solzhenitsin se revel¨® como escritor.
Solzhenitsin escribi¨® En el primer c¨ªrculo en los a?os cincuenta, antes que Un d¨ªa en la vida de Iv¨¢n Den¨ªsovich (1959), pero s¨®lo la public¨® en 1968 y en Occidente. Con la esperanza de superar la censura sovi¨¦tica, el autor hab¨ªa alterado el argumento. El protagonista de la versi¨®n que los rusos conocieron en el primer samizdat (versiones caseras mecanografiadas) no informaba sobre la bomba at¨®mica, sino que trataba de prevenir a un cient¨ªfico, poseedor de un secreto m¨¦dico, de las amenazas que se cern¨ªan sobre ¨¦l. Esta motivaci¨®n altruista resulta mucho menos pol¨¦mica que la denuncia a los dirigentes del propio pa¨ªs.
Uno de los temas que ha centrado la discusi¨®n ahora ha sido justamente el acierto o desacierto de la actuaci¨®n de Volodin contra un r¨¦gimen represivo, que resulta ser el de su propio pa¨ªs. El auditorio se ha dividido entre quienes aprueban el comportamiento del diplom¨¢tico y quienes lo rechazan. Volodin "comete claramente un delito en contra de su pa¨ªs cuando nombra a los esp¨ªas relacionados con el proyecto at¨®mico, y s¨®lo se puede calificar como traidor, cualquiera que sea nuestra relaci¨®n con el r¨¦gimen", dec¨ªa un oyente de la emisora de radio El Eco de Mosc¨². "Si la URSS no hubiera tenido la bomba, hoy no se podr¨ªa hacer esa serie. As¨ª que Volodin fue un traidor", se?alaba otro oyente.
Natalia Solzhenitsin, la esposa del autor, afirma que ni Rusia ni los rusos ser¨ªan respetados hoy si no tuvieran la bomba at¨®mica.
Volodin pudo ser un h¨¦roe antisovi¨¦tico, pero desde luego no es el prototipo del h¨¦roe de la Rusia de hoy, cuyos dirigentes, veteranos de los servicios de seguridad de la URSS, son propensos a la caza de esp¨ªas entre los cient¨ªficos, los ecologistas y otros disidentes. En Expert, Elena Chudinova afirmaba que Volodin no da "ni un motivo convincente" para su arriesgada acci¨®n. "?Para qu¨¦ necesitan nuestros futuros militares, diplom¨¢ticos y ciudadanos una imagen positiva del diplom¨¢tico-h¨¦roe que traiciona a su pa¨ªs?". "La simpat¨ªa hacia Volodin dif¨ªcilmente sirve para educar a los defensores de Rusia", sentencia.
Un Stalin humanizado
En Nezav¨ªsimaya Gazeta, Andr¨¦i Arj¨¢ngelski y Yan Shenkman advierten contra la humanizaci¨®n de Stalin y contraponen el tratamiento de esa figura por Panf¨ªlov a la ridiculizaci¨®n del dictador, una pr¨¢ctica que ha servido "como m¨¦todo para superar la herencia de miedo al poder". Ahora, Stalin reaparece "grande, poderoso, bondadoso", y eso gracias a los seriales basados en las obras de antiestalinistas reconocidos como Vlad¨ªmir Axi¨®nov, Anatoli Ribakov o Solzhenitsin.
Al mostrar como un ser que cada noche cambia de dormitorio por miedo al sistema de seguridad, el dictador aparece como un prisionero m¨¢s del Gulag que ¨¦l mismo ha creado. Los matices desaparecen y el espectador contempla "una pel¨ªcula respetable" en la que incluso se desenmascara a un esp¨ªa norteamericano. "Un tema muy actual", se?alan.
Solzhentisin sigue en silencio la pol¨¦mica. El escritor, de 87 a?os, lleva una vida retirada en su dacha de las afueras de Mosc¨². Contin¨²a trabajando, pero sus apariciones en p¨²blico son cada vez m¨¢s escasas. Su esposa, Natalia, le representa y dirige la Fundaci¨®n Solzhenitsin, que ayuda a los supervivientes de los campos de concentraci¨®n sovi¨¦ticos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.