'Parabriseando' la ciudad
Cada mes se reparten en Espa?a m¨¢s de 200 millones de folletos por calles y buzones. Chamanes, inmobiliarias camufladas y gotel¨¦
![Joseba Elola](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F351272bd-fef7-4ba9-913d-0d565ff13004.jpg?auth=7faed8d680c0fe2da69fedcf679f0259cfddaefd54940f1ef6df5a4517f96fd0&width=100&height=100&smart=true)
Octavilla: inc¨®modo volante de propaganda del que el peat¨®n intenta zafarse sistem¨¢ticamente. Origen: la peluquer¨ªa de la esquina, el vidente de turno, el artista local del gotel¨¦, las grandes empresas Habitat natural: manos, se?ales, portales, farolas, parabrisas... Destino final: el suelo. O en el mejor de los casos, la papelera. Unos 200 millones de octavillas publicitarias se cuelan cada mes en la vida de los espa?oles. En d¨ªas m¨¢s propios para el mailing y el perching (tambi¨¦n conocido como poming, colgar publi del pomo de la puerta, vaya), sobreviven, inasequibles al desaliento. Eso s¨ª, una existencia desasosegada, entre el pisoteo y el estruje. ?Su objetivo?: agarrarse a la memoria del peat¨®n-vecino-conductor. ?Esperanza de vida?: en parabrisas duran una hora; pegadas con celo en una marquesina, dos; la pegatina va m¨¢s all¨¢ de las 24 horas.
Elena, rumana reci¨¦n llegada, reparte 'publi' en la Gran V¨ªa por dos euros la hora
"La primera vez la tiran; la segunda, la miran; la tercera, la leen; la cuarta, llaman"
"La primera vez la tiran; la segunda, la miran; la tercera, la leen; y a la cuarta, llaman". Entusiastas palabras las de Erasmo Escala, chileno de 42 a?os afincado en Espa?a que desde hace seis se dedica al reparto publicitario. "La clave es la insistencia", dice, "como las publicidades de la tele, que al final ya te sabes hasta la m¨²sica". Erasmo Escala se ajusta las gafas y sonr¨ªe de oreja a oreja, sujetando su malet¨ªn sobre sus rodillas, las dos manos agarradas a las asas. Es un aut¨¦ntico hombre orquesta. Reparte publicidad en buzones, parabrisea (colocarla en coches), busca clientes, dise?a pasquines, los lleva a la imprenta, planifica campa?as. El paro en su tierra madre lo trajo a Espa?a. Era jefe de recursos humanos, pero vio campo en el mundo del marketing seg¨²n aterriz¨® en suelo espa?ol. Su empresa, Buzoneo 100%, factura 14.000 euros al a?o. La cosa le da para vivir. Sin grandes lujos, dice.
Sevilla, Valencia, Barcelona. Tres ciudades complicadas para la publicidad guerrillera, cuenta Escala. Madrid es m¨¢s f¨¢cil. Y eso que hace cuatro a?os, una pegada de carteles en la Gran V¨ªa duraba tres d¨ªas. Ahora, apenas 15 minutos. Los servicios de limpieza se encargan de ello. El folleto m¨¢s b¨¢sico, la fotocopia en blanco y negro, sale por unos 0,01 c¨¦ntimos (2 pesetas). Por 10.000 octavillas repartidas le pagan a Escala unos 240 euros. 2.000 octavillas, asegura, las reparte en cinco horas.
Por sus manos han pasado publicidades de todo pelaje. La que m¨¢s gracia le hizo fue aquella de Maridos de alquiler, hace cuatro a?os: "L¨¢mparas que no funcionan, grifos que gotean, cerraduras que se atascan", dec¨ªa aquel panfleto con vocaci¨®n asonante. Los maridos de alquiler se presentaban en los domicilios con una rosa y un malet¨ªn con lo necesario para cualquier tipo de arreglo. Javier Bueno, uno de ellos, cuenta que m¨¢s de una clienta solicit¨® en alguna ocasi¨®n que se extralimitaran en sus servicios. De hecho, nunca olvidar¨¢ a Encarna, aquella mujer que les recibi¨® con bata y liguero en la puerta y pag¨® 26 euros para que le movieran un sof¨¢. Eso s¨ª, en lo que dur¨® la visita, bata para un lado, bata para otro, cruces de piernas, descruces...
Cuatro a?os despu¨¦s de lanzar su peculiar propuesta, ya no quieren recurrir m¨¢s a la publicidad de calle. Dicen que han llegado a la conclusi¨®n de que no es tan eficaz como pensaban. Que las primeras 2.000 papeletas les trajeron muchos clientes, pero mayores cantidades no aportaron mucho m¨¢s. "La fiabilidad es dudosa", dice Bueno, "no sabes si la mitad de tus folletos van a acabar en una papelera".
Un recorrido por las calles de Madrid permite comprobar que el fen¨®meno del parabriseo no remite y que la oferta de peque?as publicidades es tan constante como ex¨®tica. Cl¨ªnicas que buscan donantes de semen y de ¨®vulos ("se compensar¨¢ econ¨®micamente el tiempo empleado y las molestias"); post its amarillos en los que un supuesto amigo deja un mensaje que, en realidad, es publicidad de una obra de teatro; reformas r¨¢pidas y milagrosas ("??Ni una chapuza m¨¢s!!"), cursos de Kobudo (arte marcial), gimnasios y hasta cl¨ªnicas psicol¨®gicas que ofrecen ayuda para asuntos espinosos, tales como los problemas de control de esf¨ªnteres. Todo cabe en este submundo, surrealismo incluido: en plena Plaza de Tirso de Molina, bajo una se?al de salida de camiones, un cartel anuncia: "Manifestaci¨®n. 14 de febrero, 19.30. Atocha-Plaza Jacinto Benavente". Y punto. ?Motivo de la convocatoria? Un transe¨²nte perplejo resume a la perfecci¨®n: "Esto debe de ser para iniciados".
"Maestro Karan. Enorme vidente africano. Ha trabajado para conocidos Empresarios, Hombres de Negocios, Pol¨ªticos, Diplom¨¢ticos. Se trata del Vidente m¨¢s consultado del Norte de ?frica (...). Soluciona (...) cualquier problema matrimonial, recuperar la pareja y atraer personas queridas, impotencia sexual, negocios, suerte, limpieza y protecci¨®n (...) Con resultados r¨¢pidos y garantizados al 100% de 3 a 7 d¨ªas". El autor de esta publicidad se resiste a hablar. Muchos inmigrantes sin papeles, de hecho, utilizan esta peque?a publicidad de guerrilla para salir adelante. En una oficina de San Blas, dos creativos publicitarios analizan los folletos recogidos a lo largo de dos d¨ªas por distintas zonas de Madrid. "Est¨¢ claro que quieren resaltar la nobleza del vidente", comenta Javier Carrasco, de La Despensa: "Le otorgan el t¨ªtulo de Maestro y parece que fuera uno de sus m¨²ltiples asesores el que ha redactado esta publicidad, mientras ¨¦l est¨¢ a lo suyo, en el mundo de la videncia". Carrasco concede, no obstante, que es una publi trabajada porque al menos est¨¢ cuidada la puntuaci¨®n y la ortograf¨ªa, cosa poco habitual. En La Despensa la hubieran confeccionado colocando al vidente junto a alg¨²n l¨ªder mundial "haciendo un montaje tipo Forrest Gump", y hubieran destacado en la papeleta varias sedes de distintas ciudades, Marraquech, Argel, Madrid, con el tel¨¦fono correspondiente debajo. "Que lo den en el metro es buena idea", a?ade el otro socio de La Despensa, Miguel Olivares: "Ah¨ª la gente va sola, pensando en sus problemas, y en ese momento llega a sus manos la soluci¨®n". Con sorpresa se descubre que tambi¨¦n hay grandes empresas y entidades que parabrisean. El Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, aprovechaba hace 10 d¨ªas las excepciones de su propia ordenanza sobre medio ambiente urbano para colocar folletos en los coches con explicaciones sobre nuevos parqu¨ªmetros. Disney mand¨® repartir, en la primavera de 2005, 20.000 folletos que portaban una gran sonrisa ("Nunca hab¨ªan bajado a la calle y as¨ª se consigui¨® acercar la marca a la persona", comenta Javier Carrasco, que trabaj¨® en aquella campa?a). ?lvaro Cabrera, director de la reci¨¦n creada divisi¨®n de publicidad alternativa de Contrapunto, una de las grandes agencias de publicidad espa?olas, lo confirma. "Las grandes marcas han cogido la calle y eso ir¨¢ a m¨¢s, es una forma f¨¢cil
de ser notorio y de llegar al consumidor".
Algunas inmobiliarias tambi¨¦n utilizan esta publi guerrillera para capturar clientes: se camuflan bajo pasquines que parecen escritos a mano por el vecino del cuarto y fotocopiados en la tienda de la esquina. "Es mucho m¨¢s eficaz que otras v¨ªas que utilizamos", dice Sandra P¨¦rez, de Inmobiliaria Alexandra, en la zona de Vallecas. De 500 papeletas que colocan en coches, llaman 20 personas y dos terminan en compradores.
El sol de febrero calienta la gorra de Alhaji Jallow. "Pack de tres slips de Calvin Klein, 22 euros", reza el cartel que pasea por la Puerta del Sol. ?sta es otra forma de publicidad guerrillera, la del hombre anuncio. Los hombros de Jallow cargan con dos pancartas de un metro de ancho y uno y medio de largo (uno por delante, otro por detr¨¢s), mientras reparte folletos a dos manos. A ¨¦l lo que le gusta es pintar, es a lo que se dedicaba en Gambia, pero a¨²n no tiene papeles y tiene que ganarse la vida como puede. Zapatillas Nike plateadas, m¨®vil Nokia de color rojo, pantalones anchos, sudadera hip hopera, gana 27 euros al d¨ªa por cargar durante siete horas con las pancartas. Eso s¨ª, algo m¨¢s que Elena, rumana de 43 a?os reci¨¦n llegada a Espa?a y que reparte folletos por la Gran V¨ªa: cobra dos euros por hora.
![Un hombre anuncio en el centro de Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RFKCEWQTYJIIPZAGBD2WU56EHE.jpg?auth=9e1c0d733cb2595f9420168303ca258a40098642bd0099912f94a7c9ebecd6e1&width=414)
Entre la papelera y el suelo
Las papeleras de la Puerta del Sol est¨¢n llenas de folletos. El suelo, tambi¨¦n, a pesar de los denodados esfuerzos de gente como Juan Carlos S¨¢nchez, empleado del servicio de limpieza que pasa la escoba por all¨ª todas las ma?anas. Dice que la cosa est¨¢ al 50%. Que la mitad de los folletos que la gente recibe van a la papelera; la otra mitad, al suelo. Los expedientes abiertos por publicidad en v¨ªa p¨²blica pasaron en Madrid de 109 a 125 entre 2004 y 2005. En 2006, llevan ya 30 expedientes.
Barcelona ha puesto en marcha desde enero una ordenanza en la que se multar¨¢, ya no al que reparte la publicidad, si no al que la tira al suelo. En Madrid, s¨®lo se permite el buzoneo: el reparto en calle y el parabriseo est¨¢n prohibidos (salvo excepciones).
En el a?o 2004 se invirtieron m¨¢s de 744 millones de euros en buzoneo y folletos (frente a los 1.734,5 en mailings personalizados), lo que representa un 5,7% de la inversi¨®n total en publicidad, seg¨²n los datos de Infoadex, empresa de control y an¨¢lisis de la publicidad. Juan Antonio Zarzalejos, director gerente de Nacional Post, empresa con 20 a?os de experiencia, piensa que se invierte a¨²n m¨¢s (una parte de los que a esto se dedican permanecen en la opacidad). Varios profesionales del sector coinciden en estimar que en Espa?a se reparten m¨¢s de 200 millones de piezas cada mes. Y hay m¨¢s de 500 empresas, seg¨²n estima Juan M. Ferreres, director de Publidirecta, una de las firmas l¨ªder.
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