Accidentes para la historia
La carrera de Jordi Font, la nueva figura espa?ola, marcada por las lesiones en los momentos importantes
Jordi Font (Barcelona, 1 de mayo de 1975) es un personaje especial de una familia especial. Tambi¨¦n eso explica, como en tantos casos de haza?as deportivas, que la explosi¨®n de genialidad en un momento determinado no sea una casualidad, sino el fruto del peso espec¨ªfico existente detr¨¢s.
El cuarto clasificado en el cross del snowboard, la tercera mejor posici¨®n espa?ola en los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno, s¨®lo superada por el oro de Paquito Fern¨¢ndez Ochoa en el eslalon de Sapporo 1972 y el bronce de su hermana Blanca en Albertville 1992, fue por todas en el trazado de Bardonecchia y asombr¨® a¨²n m¨¢s al competir con un hombro bloqueado, pues se le hab¨ªa salido tras una ca¨ªda d¨ªas antes al ech¨¢rsele encima otro participante en un entrenamiento.
Se le sali¨® un codo y ¨¦l mismo se lo coloc¨®, pero se cogi¨® una arteria y por poco se desangra
Un accidente m¨¢s en su vida. Para cualquier otro habr¨ªa significado tirar la toalla. No para ¨¦l. Era su gran oportunidad, el debut del cross, su especialidad, en los Juegos y no se la pod¨ªa perder. Adem¨¢s, por otro accidente, mucho m¨¢s grave, empez¨® su carrera y ya estaba acostumbrado. Era un signo de que pod¨ªa superar el mal trance.
Jordi es el mayor de tres hermanos. Su madre, Flora, ten¨ªa hasta hace seis meses una conocida poller¨ªa en el mercado barcelon¨¦s de La Boquer¨ªa -se la vendi¨® a los trabajadores- porque sus hijos han ido por distintos caminos. Pero, en realidad, es toda una familia de la nieve. Flora y su futuro marido eran de los que, al principio, iban a pie a esquiar a La Molina. Luego, c¨®mo no, llevaron, ya en tren, a Jordi, que pronto empez¨® a destacar, aunque nunca tuvo un monitor porque a Flora no le gustaba que compitiera. Con 13 o 14 a?os ya se sub¨ªa a la monta?a y se perd¨ªa una hora o m¨¢s, el tiempo pactado con su madre, que despu¨¦s observaba c¨®mo se tiraba desde paredes rectas ante el asombro de la gente. Ella le ve¨ªa seguro y no ten¨ªa miedo de que le pasara algo.
Aquellas pistas se le quedaron peque?as a Jordi, quien, ya con la tabla de snowboard, gan¨® el Campeonato de Catalu?a. Como no estaba ni federado ni pensaba ganar, sigui¨® esquiando y se quedaron con su premio porque no le encontraron.
"?De d¨®nde ha salido este t¨ªo?", era la pregunta generalizada. Y Jordi sigui¨® ganando competiciones hasta que lleg¨® su primer momento clave. Fue hace diez a?os, como si cada tercio de su vida fuera un l¨ªmite. Hab¨ªa una competici¨®n en Baqueira y a la semana siguiente otra en Sierra Nevada. Flora no quer¨ªa que fuera en coche a Granada y le dijo que, si ganaba en el Pirineo, le pagar¨ªa el billete de avi¨®n. ?l ha ido siempre solo a las competiciones porque sus padres le han inculcado los valores, pero le han dejado seguir su camino. Acab¨® el bachillerato y no quiso seguir estudiando. Su familia le ha ayudado, pero, aun con sus dificultades, muchas veces les dec¨ªa: "Ya me arreglo". Siempre pens¨® que se ganar¨ªa la vida con lo suyo.
Jordi gan¨® en Baqueira y, al ir a buscar el billete a la agencia de viajes, se le cay¨® la moto encima y se le sali¨® un codo. ?l mismo se lo coloc¨®. Pero se cogi¨® una arteria y por poco se desangra. Casi sin fuerzas, pudo llamar desde una cabina a una ambulancia. Tuvo que ser operado. No pudo ir a Sierra Nevada. Pero la tremenda peripecia convenci¨® a su madre, que le dej¨® ya competir donde quisiera.
Al principio, la hizo sufrir porque iba sin entrenador ni medios. Pero le dejaba. Y desde hace tres a?os le deja mucho m¨¢s porque, adem¨¢s de tener un magn¨ªfico t¨¦cnico, Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez Cervi, coincidi¨® en Chile con una monitora de esqu¨ª catalana, de padres extreme?os, de las muchas que hacen las Am¨¦ricas en el invierno austral. "He conocido a una chica que me ha sacado una chispa", le dijo a Flora al volver. Y Patricia, con la que se cas¨® avisando diez d¨ªas antes a sus padres, otro signo de independencia, ha sido su complemento ideal. Le ayuda, le vigila, le controla y hasta le abronca cuando lo hace mal. Pero es su gran apoyo, su sombra. Estuvo con ¨¦l inmediatamente despu¨¦s de la ca¨ªda antes de la prueba y fue a buscar la cera adecuada a la Villa Ol¨ªmpica durante la final, en la que hubo todo tipo de condiciones: lluvia, nieve, viento y sol.
Jordi, nada m¨¢s tener un respiro tras su sorprendente cuarto puesto, telefone¨® a su abuelo, de 88 a?os, que vive feliz siguiendo su carrera y quien, como vio que el d¨ªa posterior a la gesta de su nieto un peri¨®dico del que es lector habitual no la alababa suficientemente, ya estaba dispuesto a escribir para quejarse. Cosas de familia.
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