?D¨®nde est¨¢ la raya?
El presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, parece que juega con nosotros al pasatiempo infantil del veo, veo. Encaramado a su atalaya de Moncloa nos anuncia peri¨®dicamente que atisba el comienzo del fin de la violencia terrorista etarra. Sus predecesores, Su¨¢rez, Calvo Sotelo, Gonz¨¢lez y Aznar, tambi¨¦n tuvieron la misma visi¨®n y trataron de explorar ese mismo territorio porque pensaron sucesivamente que all¨ª se escond¨ªan grandes bienes para el conjunto de la ciudadan¨ªa asentada en el Pa¨ªs Vasco y en toda Espa?a, adem¨¢s de consecuencias electorales muy productivas para sus colores pol¨ªticos, am¨¦n de la garant¨ªa de pasar a la historia en letras may¨²sculas. El hecho es que ahora, de nuevo, tenemos a ETA en cabeza de la agenda pol¨ªtica.
Todos los pactos de las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas suscritos para terminar con la lacra del terror han reconocido que la direcci¨®n y la iniciativa en este campo corresponden al Gobierno. As¨ª fue cuando los intentos de Adolfo Su¨¢rez a trav¨¦s de los militares del Cesid. As¨ª sucedi¨® cuando Juan Jos¨¦ Ros¨®n, ministro del Interior con Leopoldo Calvo-Sotelo Su¨¢rez, acord¨® el desistimiento de ETA pol¨ªtico-militar con Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s y Mario Onaind¨ªa. As¨ª figuraba en los Pactos de Ajuria Enea, de Madrid y de Pamplona, suscritos por todos los partidos con representaci¨®n parlamentaria en tiempos de Felipe Gonz¨¢lez. Tambi¨¦n le reconoce esas atribuciones al Gobierno el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, una iniciativa del PSOE adoptada por el PP en tiempos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Nadie discuti¨® al Gobierno socialista su capacidad para concertar encuentros con los representantes de la banda en Argel en 1989, donde estuvo representado por Rafael Vera y Juan Manuel Eguiagaray. Tampoco nadie cuestion¨® al Gobierno popular el encuentro de Z¨²rich en 1999, en cuya delegaci¨®n se incluy¨® a un contratado del PP para las encuestas electorales. Sabemos que antes de Argel el ministro del Interior Corcuera inform¨® al l¨ªder de AP, Manuel Fraga, quien s¨®lo pregunt¨® qu¨¦ quer¨ªa el Gobierno que dijera o hiciera. Sabemos tambi¨¦n que de nada se inform¨® a Joaqu¨ªn Almunia, a la saz¨®n secretario general del PSOE, cuando Z¨²rich, sin que tomara represalia dial¨¦ctica alguna.
En cuando a los medios de comunicaci¨®n, cerraron filas sin excepciones, cualesquiera que fuesen sus afinidades pol¨ªticas. El 4 de noviembre de 1998, al informar de que Aznar mov¨ªa ficha para autorizar la apertura de "contactos secretos" con el entorno de ETA, nadie invoc¨® para nada a las v¨ªctimas. No hubo tampoco entonces guerra de opini¨®n. Todos los medios estuvieron en el mismo bando para favorecer el desistimiento de los terroristas que el Gobierno cre¨ªa vislumbrar. El editorial de Abc de aquel d¨ªa se titulaba: Horizonte de esperanza; el de El Mundo: Otro valiente paso de Aznar hacia la paz. Excuso decir que la cuesti¨®n en ning¨²n momento -ni antes, ni durante, ni despu¨¦s- tom¨® estado parlamentario.
Entre tanto, Aznar se refer¨ªa a los asesinos como "Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco", se supone que para predisponerles, y el ministro portavoz del Gobierno, Josep Piqu¨¦, respond¨ªa a los periodistas que se pod¨ªa hablar de muchas cosas con los inminentes interlocutores etarras y mencionaba, entre otros asuntos, el de la autodeterminaci¨®n. En realidad, esa era una cuesti¨®n resuelta y entregada por Jota Pedro en Bilbao cuando present¨® el "Gran Atlas Hist¨®rico del Mundo Vasco". Vean la frase entrecomillada con la que titulaba su peri¨®dico del 25 de febrero de 1994 el resumen de sus palabras: "Los vascos tienen derecho a la autodeterminaci¨®n". Dos d¨ªas despu¨¦s, en la homil¨ªa dominical acostumbrada, volv¨ªa a defender el inalienable derecho de autodeterminaci¨®n de los pueblos y avanzaba que nada tendr¨ªa que oponer si limpia y democr¨¢ticamente el Pa¨ªs Vasco optara un d¨ªa por la separaci¨®n del resto de Espa?a.
El ahora guardi¨¢n insobornable de las esencias patrias, dec¨ªa entonces tambi¨¦n que "bajo sus expresiones m¨¢s terribles el problema vasco tiene unas ra¨ªces hist¨®ricas tan profundas que s¨®lo ser¨¢ posible solventarlo desde la audacia pol¨ªtica". De ah¨ª que recordara otro art¨ªculo titulado "Un noruego para ETA", en el que propon¨ªa "una v¨ªa de negociaci¨®n tan secreta y remota como la que Israel y la OLP desarrollaron en Oslo". ?D¨®nde est¨¢ la raya?, preguntar¨¢n los ingenuos. La raya se mueve con el PP, que es el camino, la verdad y la vida.
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