Sobre alcaldes y urbanismo
El autor critica la fren¨¦tica carrera urbanizadora de los ayuntamientos y se?ala el riesgo que entra?a para la futura declaraci¨®n del Parque Nacional del Guadarrama.
La reciente condena del Parlamento europeo hacia la pol¨ªtica urban¨ªstica practicada en nuestras costas mediterr¨¢neas no parece que vaya a servir de mucho para terminar con el gigantesco caos creado alrededor de la gesti¨®n del suelo en algunas comunidades aut¨®nomas, pero al menos parece que algo est¨¢ empezando a cambiar en la percepci¨®n que los ciudadanos tienen de las consecuencias medioambientales de esta pol¨ªtica, que afectan no s¨®lo a las costas valencianas, murcianas y andaluzas sino tambi¨¦n, como es sabido, a otros muchos espacios naturales de nuestra geograf¨ªa. Prueba de ello es la fuerte oposici¨®n popular que est¨¢ suscitando la fren¨¦tica carrera urbanizadora a la que se han lanzado muchos ayuntamientos de la sierra de Guadarrama, y que ha llegado incluso a ser causa de lamentables incidentes entre partidarios y detractores del ladrillo en la localidad de Rascafr¨ªa. La incipiente alarma social que estos planes urban¨ªsticos est¨¢n creando entre la poblaci¨®n afectada ha obligado a intervenir a la ministra de Medio Ambiente, quien ha lanzado un serio aviso sobre el riesgo que entra?an para la futura declaraci¨®n del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
El modelo de desarrollo se apoya en las opacas relaciones entre consistorios y promotores
Los argumentos para justificar el crecimiento aluden siempre a razones de ¨ªndole social
Refiri¨¦ndonos s¨®lo a la vertiente madrile?a de la sierra y al entorno m¨¢s pr¨®ximo a ella, el rechazo mayoritario se centra sobre todo en los planes generales de ordenaci¨®n urbana promovidos por aquellos ayuntamientos que m¨¢s destacan en esta competici¨®n por ver qui¨¦n construye m¨¢s en menos tiempo: 7.000 viviendas en San Lorenzo de El Escorial, 2.300 en Los Molinos, otras tantas en Guadarrama, m¨¢s de 2.000 en Miraflores de la Sierra, alrededor de 1.000 en la peque?a localidad de Rascafr¨ªa... Un panorama que asusta pero que representa s¨®lo una peque?a parte del problema si consideramos adem¨¢s las decenas de miles de viviendas que se van a construir en municipios algo m¨¢s apartados del piedemonte, como Galapagar, Moralzarzal o Soto del Real. Es exactamente el mismo modelo de desarrollo urban¨ªstico reprobado hace poco desde Europa y que se apoya en las tantas veces opacas relaciones establecidas entre ayuntamientos y promotores alrededor de los planes generales.
El problema, aunque muy grave, es bien simple: aqu¨ª no se trata de crecer de forma equilibrada, haciendo un uso racional de los recursos y utilizando criterios de conservaci¨®n del paisaje, como se har¨ªa en cualquier espacio de gran valor natural en la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos, sino que se trata m¨¢s bien de aprovechar la ¨²ltima oportunidad para urbanizar masivamente el suelo disponible antes de que la proyectada aunque todav¨ªa incierta declaraci¨®n del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama acabe en muchos lugares con el negocio millonario de las recalificaciones. A pesar de esta palmaria evidencia y como suele ser habitual, los argumentos utilizados para justificar este desmedido crecimiento urbano, al menos en poblaciones de peque?o y mediano tama?o, aluden siempre a razones de ¨ªndole social o de inter¨¦s p¨²blico como, por ejemplo, la necesidad de alcanzar un n¨²mero de habitantes que permita acceder a determinados servicios y dotaciones que redundar¨ªan en indudables beneficios para los vecinos.
Hasta aqu¨ª nada que objetar pues de poco sirve caer en la tentaci¨®n de intentar delimitar esa tenue y escurridiza l¨ªnea que separa algunos intereses privados del verdadero inter¨¦s general de estos municipios, pero s¨ª es necesario insistir sobre algo que a algunos de nuestros regidores no les interesa considerar: el precio que sus ingenuos votantes y escandalizados vecinos tendremos que pagar en el futuro a cambio de las supuestas ventajas que nos traer¨¢ la construcci¨®n de estas verdaderas ciudades-dormitorio y la de esos pol¨ªgonos industriales tan dudosamente necesarios en el entorno de muchos de nuestros pueblos. Nadie o casi nadie duda ya que ¨¦ste ser¨¢, multiplicado por mil, el mismo c¨²mulo de problemas que soportan cada d¨ªa muchas localidades y urbanizaciones de la sierra de Guadarrama y que supone una importante p¨¦rdida en la calidad de vida de sus habitantes: deficiencias en los servicios de alcantarillado y de recogida de residuos urbanos e industriales; serios problemas de suministro de agua, sobre todo si consideramos que alguna localidad, como Miraflores de la Sierra, ha ocupado recientemente las primeras p¨¢ginas de muchos medios de comunicaci¨®n por los graves problemas de abastecimiento producidos este ¨²ltimo verano; necesidad de nuevas e importantes infraestructuras viarias en zonas de alto valor natural y paisaj¨ªstico; problemas de saturaci¨®n de tr¨¢fico en los principales accesos a las poblaciones...
Por si fuera poco, la ejecuci¨®n de estos desmesurados planes puede tener tambi¨¦n consecuencias que van mucho m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito local y que afectar¨ªan de lleno al equilibrio territorial de la regi¨®n, ya que miles de las viviendas proyectadas se pretenden construir dentro de algunas de las zonas de transici¨®n previstas en el Plan de Ordenaci¨®n de los Recursos Naturales de la Sierra de Guadarrama, cuya funci¨®n es servir de colch¨®n protector del espacio del futuro parque nacional. Aunque desde la Consejer¨ªa de Medio Ambiente y Ordenaci¨®n del Territorio de la Comunidad de Madrid se ha lanzado hace poco el mensaje tranquilizador de que no se autorizar¨¢n actuaciones urban¨ªsticas que afecten al futuro espacio protegido, asusta pensar en la posibilidad de que al final se acabe dando luz verde a una parte considerable de estos desprop¨®sitos. Hay que decir que si fuera as¨ª se vulnerar¨ªa gravemente el esp¨ªritu de la Carta Europea de Ordenaci¨®n del Territorio, aprobada en 1983 con la finalidad de inspirar las pol¨ªticas de ordenaci¨®n territorial de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, y que especifica literalmente "que ¨¦stas deben tener sus objetivos fundamentales en el desarrollo socioecon¨®mico equilibrado de las regiones, la mejora de la calidad de vida de sus habitantes, la gesti¨®n responsable de los recursos naturales, la protecci¨®n del medio ambiente y la utilizaci¨®n racional del territorio".
No ignoramos que la construcci¨®n es, hoy por hoy, el principal motor de nuestra econom¨ªa, ?pero hasta cu¨¢ndo vamos a poder mantener un modelo de desarrollo que hace que nuestro pa¨ªs consuma casi la mitad del cemento que se utiliza en la Uni¨®n Europea? Por ello, mientras las cosas cambian, no podemos permanecer pasivos ante este intento de dilapidar el verdadero activo de futuro con el que cuentan nuestros pueblos, que no es otro que un entorno privilegiado que debemos conservar para que pueda seguir siendo no s¨®lo hermoso, sino tambi¨¦n ¨²til y necesario para un modo de vida m¨¢s pausado y sostenible que, queramos o no, tendremos que recuperar en gran parte en el futuro. Aunque seguramente no servir¨¢n de nada, las casi un¨¢nimes reacciones de rechazo hacia esta aut¨¦ntica vor¨¢gine del ladrillo constituyen un inequ¨ªvoco mensaje de reprobaci¨®n a muchos de nuestros regidores por elegir un camino sin retorno severamente condenado desde las m¨¢s altas instancias europeas, y adem¨¢s precisamente en un momento en el que se abren nuevas y esperanzadoras perspectivas de desarrollo sostenible con la posible declaraci¨®n del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Su actitud de desconfianza hacia este gran espacio protegido tan largamente esperado, y su desconocimiento sobre la trascendencia que tendr¨ªa su declaraci¨®n para el futuro de nuestros pueblos resultan, cuando menos, fuera de lugar, porque para la gran mayor¨ªa de sus habitantes es una palmaria evidencia que el otorgar a nuestro entorno la categor¨ªa que conlleva la figura de conservaci¨®n m¨¢s prestigiosa y reconocida internacionalmente no supone un riesgo, salvo para algunos intereses ventajistas bien conocidos, sino una irrepetible oportunidad de futuro que no podemos desaprovechar bajo pena de incurrir en una responsabilidad hist¨®rica que alg¨²n d¨ªa deber¨¢ pasarnos factura.
Julio V¨ªas Alonso es escritor.
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