Un filme apasionante
Era caprichoso, amanerado hasta lo par¨®dico y afectivamente dependiente, hasta los l¨ªmites del patetismo. Era brillante, acerado en la r¨¦plica y un tirano con quienes ca¨ªan bajo su influjo, que no eran pocos, y para empezar, algunas mujeres hermosas y millonarias, a quienes llamaba "mis cisnes". Le hastiaba la pol¨ªtica, viv¨ªa alquilando casas con vistas al mar donde fuera, desde Palm Beach hasta Palam¨®s, pasando por Sicilia, Capri o la costa de Florida; y por encima de todo, fue un escritor de unas pocas novelas, varias colecciones de cuentos y guiones para cine y televisi¨®n, en los que recrea un mundo insobornablemente personal. Truman Capote fue tambi¨¦n algo m¨¢s: un escritor tan adorado en vida como envenenadamente envidiado por su triunfo. Y el hombre que escribi¨® A sangre fr¨ªa.
TRUMAN CAPOTE
Direcci¨®n: Bennett Miller. Int¨¦rpretes: Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Clifton Collins Jr., Chris Cooper, Bruce Greenwood. G¨¦nero: drama, EE UU, 2005. Duraci¨®n: 98 minutos.
Basada en una interesante, aunque a menudo demasiado pormenorizada, biograf¨ªa, obra de Gerald Clarke, Truman Capote es una espl¨¦ndida demostraci¨®n de c¨®mo el genio de un escritor puede ser capturado s¨®lo en un corto e intenso periodo de su vida: desde ese d¨ªa de 1959 en que lee un suelto en el peri¨®dico informando del brutal asesinato de los cuatro miembros de una familia de Kentucky, hasta esa ma?ana de otro d¨ªa, en 1965, en que los dos responsables de los asesinatos fueron colgados. Por qu¨¦ Capote encontr¨® la materia prima para la que ser¨ªa su obra maestra absoluta, y c¨®mo se embarc¨® en una aventura que vitalmente lo dej¨® exhausto, es la inteligente apuesta que el actor y guionista Dan Futterman aisl¨® de entre las m¨¢s de 600 p¨¢ginas de la puntillosa biograf¨ªa de Clarke.
El resultado es una pel¨ªcula apasionante, un retrato extremadamente cuidadoso y nada exagerado (Capote luce aqu¨ª mucho m¨¢s sobrio y contenido de lo que en realidad fue en vida, un prodigio de interpretaci¨®n de un Philip Seymour Hoffman que huele a Oscar) de un escritor con un programa creador, el saber todo de ese atroz asesinato, y de los mecanismos que puso en pr¨¢ctica (entre ellos, hacerse amigo de los asesinos y confidente del m¨¢s cultivado de ellos, Perry Smith) para poder aprehender la inasible materia prima del horror. Y el coste que tuvo que pagar para poder llevar a cabo su prop¨®sito: desde la traici¨®n a los condenados (a los que neg¨® ayuda cuando m¨¢s la necesitaban y a los que minti¨® sin demasiados escr¨²pulos) hasta el principio de su propia decadencia creadora. El cartel que ilustra el plano final de la pel¨ªcula no admite r¨¦plicas: despu¨¦s de A sangre fr¨ªa, Capote no volver¨ªa a terminar una sola obra m¨¢s, duro peaje que pag¨® un escritor que conoci¨® en vida desde la ardua ascensi¨®n hasta la cumbre social y luego la decadencia, el alcohol y el desprecio de algunos amigos.
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