Decidir m¨¢s all¨¢ de la intuici¨®n
Howard Gardner, uno de los grandes investigadores de la mente, defini¨® la inteligencia como una capacidad del ser humano. Sin negar el componente gen¨¦tico, Gardner defiende que es posible desarrollar el coeficiente intelectual de una persona m¨¢s all¨¢ de su capacidad innata.
El fruto de sus investigaciones le llev¨® a definir ocho tipos diferentes de inteligencia: l¨®gico-matem¨¢tica (propia, por ejemplo, de los cient¨ªficos), ling¨¹¨ªstica (escritores, conferenciantes?), espacial (arquitectos, escultores, cirujanos?), musical (cantantes y compositores), kinest¨¦sica (deportistas, artesanos?), naturalista (bi¨®logos), interpersonal (profesores, terapeutas, pol¨ªticos -s¨®lo algunos-) e intrapersonal (que permite entendernos a nosotros mismos y no est¨¢ vinculada a ninguna actividad concreta). La suma de estas dos ¨²ltimas -intra e interpersonal- da lugar a la m¨¢s conocida inteligencia emocional. Es en esta ¨²ltima donde deber¨ªa encuadrarse el argumento del libro recientemente publicado La inteligencia intuitiva, del periodista estadounidense Malcolm Galdwell.
El poder del instinto. Galdwell defiende que hay gente que puede "saber la verdad en dos segundos". E ilustra esta controvertida tesis a trav¨¦s de varios casos: un psic¨®logo que puede predecir divorcios de los matrimonios que vienen a su consulta con s¨®lo observarlos durante tres minutos, un entrenador de tenis que adivina cu¨¢ndo un jugador va a cometer doble falta con su saque y un experto en antig¨¹edades que reconoce falsificaciones a los pocos segundos, sin necesidad de realizar comprobaci¨®n alguna. Todos ellos, en apariencia dotados de poderes m¨¢gicos, utilizan mejor que otros su inteligencia intuitiva, seg¨²n el autor. Para ellos, el instinto vale m¨¢s que la precauci¨®n.
Muchos consideran una patra?a la posibilidad de que exista una inteligencia intuitiva. Sin embargo, la intuici¨®n forma parte del denominado "inconsciente adaptativo", uno de los campos m¨¢s importantes de la psicolog¨ªa. Se ha descubierto que la acumulaci¨®n de experiencias en el inconsciente constituye un formidable capital mental que usamos sin darnos cuenta.
La prisa. Una de las ventajas de la intuici¨®n es que no precisa demasiado tiempo para tomar decisiones. Ignora los informes, los datos, las pruebas y los argumentos de la raz¨®n. En pocos segundos puede decantar la balanza de nuestras decisiones. Seg¨²n Galdwell, las decisiones tomadas aprisa pueden ser tan eficientes como aquellas a las que se dedican d¨ªas.
Un interrogante: ?est¨¢ ligada la intuici¨®n a la velocidad? No necesariamente. Forma nuestra opini¨®n con inmediatez, pero en muchos casos puede basarse en un mayor n¨²mero de indicios si se le brinda tiempo.
Un canalizador. Decidir es el arte de descartar. La buena intuici¨®n es aquella que ayuda a suprimir los infinitos caminos que se le brindan a la raz¨®n cuando debe enfrentarse a un problema. T¨®mese el ejemplo del jugador de ajedrez que se enfrenta a una m¨¢quina. ?sta decide tras analizar todas -?absolutamente todas!- las jugadas posibles. La mente racional no puede actuar as¨ª. S¨®lo puede fijarse en algunas de las consecuencias finales de los cientos de miles de movimientos posibles. ?En cu¨¢les? ?C¨®mo escogerlas? Mediante la intuici¨®n.
Otra de las sorprendentes afirmaciones de Malcolm Galdwell es que la intuici¨®n puede educarse para convertirla en un aliado. El principal enemigo de la intuici¨®n es el prejuicio: aquella opini¨®n que no deja espacio al cuestionamiento ("todos los negros son delincuentes", "los chinos son sucios", "los ¨¢rabes son peligrosos"?). El instinto puede educarse concentrando nuestra memoria en los insignificantes detalles que antes despreci¨¢bamos, de manera que acabaremos haciendo de ellos nuevos criterios.
Imaginemos que el psic¨®logo de La inteligencia intuitiva deduce que su mejor ayuda para predecir los divorcios es que el matrimonio no se mire a los ojos en la consulta. El psic¨®logo sustituir¨ªa su "inconsciente adaptativo" por un prejuicio: "las parejas que no se miran a los ojos acaban divorci¨¢ndose". El criterio inconsciente se ha convertido en un implacable juez.
?Es posible entonces educar el instinto o estamos ante otra patra?a? Probablemente, educar la intuici¨®n no es hacer consciente lo inconsciente, sino darle un espacio a nuestra intuici¨®n. La mejor manera de lograrlo es despojarnos de todo aquello que la limita. Galdwell cita los prejuicios, pero existen muchos otros elementos de bloqueo: miedo, ego¨ªsmo, negatividad y criticismo, incre¨ªbles inhibidores de la intuici¨®n. Para intuir es preciso saber conectar con las emociones. Principalmente con las propias, pero tambi¨¦n con las de los dem¨¢s.
Los mensajes que env¨ªa la intuici¨®n son dif¨ªciles de descodificar, pues se manifiestan en forma de im¨¢genes, s¨ªmbolos e incluso met¨¢foras o simples sensaciones. La inteligencia intrapersonal puede aumentarse si lo hacen tres capacidades: la de percibir las propias emociones, la de controlarlas y, por ¨²ltimo, la de motivarse, producir y crear emociones. La intuici¨®n se ancla en gran medida en estas tres capacidades. Asumiendo que sea posible aumentar, cual caballero jedi, nuestra intuici¨®n, surge otra inquietante cuesti¨®n: a medida que se desarrolle la intuici¨®n, ¨¦sta no siempre acierta. Unas veces s¨ª y otras no.
?C¨®mo saber entonces si optar por la intuici¨®n o por la l¨®gica? Yo no he hallado todav¨ªa la respuesta. Bueno, en cierto modo s¨ª la he encontrado. Pero de ser cierta podr¨ªa volverme loco: "Gui¨¢ndome por mi intuici¨®n". Y digo que me volver¨ªa loco porque casi siempre la intuici¨®n me dice que la l¨®gica es ciertamente mejor?
Fernando Tr¨ªas de Bes es profesor de Esade, conferenciante y escritor.
Un ejemplo en forma de microrrelato
Soy aficionado a escribir microrrelatos y ¨¦ste me parece muy apropiado para el tema que trata el art¨ªculo de esta semana:
?rase una vez la Decisi¨®n, que dijo a todos los que se pon¨ªan ante ella que deb¨ªan escoger un colaborador, pues las decisiones entre dos son m¨¢s acertadas que las decisiones que toma uno solo. El director, que decid¨ªa sobre las organizaciones, se puso un "co" delante y escogi¨® al co-director; el autor, que decid¨ªa sobre las novelas y las historias, se puso un "co" y escogi¨® para ayudarle al co-autor; el responsable, que decid¨ªa sobre los asuntos importantes, se puso un "co" y escogi¨® para ayudarle al co-responsable. Y la raz¨®n, que decid¨ªa sobre el destino de los hombres, se puso un "co" y escogi¨® para ayudarle en las decisiones al co-raz¨®n. Desde aquel d¨ªa, los hombres tomaron sus decisiones con la raz¨®n y con el coraz¨®n: con la l¨®gica y con la intuici¨®n.
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