El imperio vuelve a comprar
Este mes ha habido dos noticias importantes, enterradas en la informaci¨®n econ¨®mica internacional, que deber¨ªan mover a los observadores de la pol¨ªtica del poder a reflexionar detenidamente. La primera es que, tras una guerra de pujas intensa y con muchos millones de d¨®lares en juego, el conglomerado DP World, con sede en Dubai, venci¨® a la empresa de Singapur PSA en la compra del grupo brit¨¢nico P&O, dedicado a transporte mar¨ªtimo, puertos y ferries.
Olvid¨¦monos por un instante de las otras iniciales y concentr¨¦monos en estas ¨²ltimas. ?Qu¨¦ significa P&O? Pues es la abreviatura de uno de los nombres m¨¢s legendarios en la historia de las aventuras y el imperialismo de Occidente en Oriente. Es la Compa?¨ªa Peninsular y Oriental de Navegaci¨®n a Vapor, que, a lo largo del siglo XIX, estableci¨® servicios regulares de transporte entre Gran Breta?a y el mundo mediterr¨¢neo (la "Pen¨ªnsula" es la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica) y m¨¢s all¨¢, hasta Egipto, el Golfo, India, Singapur y otros lugares (Oriente).
No hab¨ªa nada tan grandioso. Arist¨®cratas, funcionarios, oficiales y hombres de negocios brit¨¢nicos, acompa?ados de sus criados, iban y ven¨ªan del mundo asi¨¢tico con todo el estilo y la comodidad del barco de vapor. (El que dispon¨ªa de una cabina verdaderamente privilegiada lograba rehuir las arenas del desierto viajando a babor en la ida y a estribor en la vuelta, "port out, starboard home", de donde procede la palabra posh, "pijo".)
Pero el mundo ha cambiado. Los pa¨ªses de la regi¨®n del golfo P¨¦rsico, con los que los brit¨¢nicos negociaban en otro tiempo tratados de protecci¨®n y privilegio, son hoy Estados llenos de orgullo y ambici¨®n, provistos del dinero del petr¨®leo. Singapur, el centro estrat¨¦gico y comercial del sureste asi¨¢tico, que los brit¨¢nicos adquirieron en 1819, tiene un PIB per c¨¢pita mayor que el de la mayor¨ªa de los miembros de la Uni¨®n Europea, y su ascenso no se detiene.
La operadora de puertos PSA, de Singapur, ha perdido la guerra de pujas frente a P&O, pero eso no es lo importante. Lo importante es que las zonas del viejo Imperio Brit¨¢nico que se encontraban "al este de Suez" est¨¢n hoy comprando masivamente sus bienes materiales y simb¨®licos. No cabe duda de que PSA reaparecer¨¢ muy pronto en el mercado de las compras. Qu¨¦ giro hist¨®rico tan extraordinario.
Y es de destacar asimismo nuestra segunda noticia. El Gobierno indio ha protestado -a mi juicio, con raz¨®n- contra Francia y, sobre todo, ciertos pol¨ªticos franceses que pretenden impedir que la empresa de aceros Mittal Steel puje para adquirir su rival en el sector, Arcelor. Mittal Steel tiene su sede en los Pa¨ªses Bajos, pero su consejero delegado es un indio cuya familia posee la mayor¨ªa de las acciones de la compa?¨ªa; la sede de Arcelor est¨¢ en Luxemburgo.
Si la oferta de Mittal Steel saliera adelante, la empresa abarcar¨ªa el sector de la misma manera que el Imperio Brit¨¢nico abarcaba el mundo a mediados del siglo XIX. Pero tampoco eso es lo principal, como no lo es seguramente la afirmaci¨®n india de que esta nueva muestra de proteccionismo europeo es "racista" (sospecho que quienes se oponen a la adquisici¨®n por parte de Mittal Steel se opondr¨ªan con el mismo ardor si el intento de hacerse con Arcelor viniera de Estados Unidos). No obstante, da cierto placer leer que Kamal Nath, ministro de industria y comercio de India, sermone¨® recientemente a Europa sobre los principios del mercado libre. Seg¨²n dijo, "estamos en una era de globalizaci¨®n, inversiones transfronterizas y liberalizaci¨®n, no es momento de que a los inversores se les juzgue por el color de su piel, infringiendo... normas nacionales de trato".
Dado que Francia envi¨® hace poco a varios ministros importantes al Fondo Econ¨®mico Mundial celebrado en Davos (Suiza), con la tarea de asegurar a la comunidad econ¨®mica internacional que es un actor atractivo y comprometido en esta era del mercado libre, ser¨¢ interesante valorar los gargarismos que salgan de Par¨ªs en respuesta a las acusaciones de Nath.
El caso es que los equilibrios econ¨®micos mundiales est¨¢n cambiando r¨¢pidamente en todos los ¨¢mbitos: en la fabricaci¨®n, el comercio y las finanzas. S¨®lo alguien con orejeras puede negarlo. Por desgracia, hay muchos pol¨ªticos europeos, y todav¨ªa m¨¢s estadounidenses, que llevan orejeras.
Se podr¨ªa pensar que el Gobierno occidental m¨¢s preocupado por esta transici¨®n verdaderamente trascendental en los asuntos mundiales deber¨ªa ser el situado en el centro de Washington.
Es cierto que el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, ha hecho advertencias a Pek¨ªn sobre el aumento del gasto de defensa chino, pero eso no es m¨¢s que un reflejo de la incapacidad del Gobierno de Bush de pensar en t¨¦rminos estrat¨¦gicos generales, pese a su pretensi¨®n de que s¨ª lo hace. S¨®lo sabe pensar en t¨¦rminos militares. Y, obsesionado con Osama bin Laden, se enfanga en Irak, Afganist¨¢n y otros lugares, ciego al hecho de que el capitalismo asi¨¢tico y ¨¢rabe va en una direcci¨®n distinta y se rige por otros criterios. No es una situaci¨®n afortunada.
La famosa Compa?¨ªa Peninsular y Oriental de Navegaci¨®n a Vapor est¨¢ ya en manos de un conglomerado de Dubai, y Mittal Steel seguir¨¢ introduci¨¦ndose en Europa. Si unimos todos esos datos, podr¨ªamos muy bien sacar la conclusi¨®n de que los equilibrios mundiales est¨¢n cambiando bajo nuestros pies a m¨¢s velocidad que en ning¨²n otro momento desde, tal vez, 1945. ?No es suficiente para hacernos reflexionar? Pero ?qui¨¦n reflexiona en la Casa Blanca?
Paul Kennedy ocupa la c¨¢tedra J. Richardson de Historia y es director de Estudios sobre Seguridad Internacional en la Universidad de Yale. Traducci¨®n de M? L. Rodr¨ªguez Tapia.
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