Infidelidad, consumo y Real Madrid
Los hinchas de un equipo de f¨²tbol han sido los adeptos m¨¢s raros que se pueda pensar. Parecen feligreses, sectarios, militantes de un partido o part¨ªcipes de una sociedad mercantil, pero ni todo esto los define de una vez. Ferrari pudo pasar varias temporadas sin ganar en las carreras de F¨®rmula 1 pero no perdi¨®, sin embargo, su cach¨¦. Algo parecido sucedi¨® con el Manchester United y tambi¨¦n, con el Bar?a o el Real Madrid: los seguidores prolongaron, m¨¢s all¨¢ de lo razonable, la estela de su veneraci¨®n. Pero, efectivamente, los ciudadanos de hoy, instruidos y adiestrados en la sociedad de consumo, soportan cada vez peor que el club destinado a proveer satisfacciones a cambio de fidelidad no cumpla las expectativas.
Contrariamente a lo que suele creerse, la sociedad actual se encuentra m¨¢s sensibilizada, personalizada o sentimentalizada que nunca. Si se trata de las multinacionales, d¨ªa a d¨ªa crecen las firmas, desde IBM hasta Merck, donde se atiende de manera decisiva el estado de ¨¢nimo del personal. M¨¢s a¨²n: el capital humano ha llegado a ser m¨¢s relevante en la sociedad de la comunicaci¨®n que el capital financiero o material.
Hasta ahora, se sigue prohibiendo en no pocas compa?¨ªas cortejar o casarse con alguien de la misma n¨®mina, pero un reciente estudio de la universidad de Harvard recomienda, al contrario, por bien de la productividad, que trabajen juntos los conocidos, parientes y sujetos, en general, que simpaticen entre s¨ª o se amen. El amor, asimilado a hallarse en las nubes, se recicla como lluvia de fertilidad laboral.
Nunca hay que exagerar, ni en el nepotismo ni en el embobamiento amoroso, pero el trabajo en red se aviene m¨¢s con las buenas y variadas conexiones horizontales que con la autoridad piramidal. Un reciente art¨ªculo de Business Week comenta la importancia para las empresas de contar con un "mapping informal relationship", un mapa de las relaciones personales entre empleados que revele el grado de cooperaci¨®n y flujo de informaciones, los puntos de bloqueo o de boicoteo. En esa estampa se registra el valor del elemento personal y el discurrir emocional como un t¨®xico o como plasma. Un equipo de f¨²tbol no constituye ni un club ni una mera empresa pero en tanto trate de ser una u otra composici¨®n eficiente en el nuevo mundo de la oferta y la demanda deber¨¢ tener presente el estado del capital personal. Que todos los jugadores sean buenos profesionales pero no todos buenos amigos, no es indiferente como supone Ra¨²l. No lo es en el interior de la corporaci¨®n, ni lo ser¨¢ nunca en la producci¨®n de resultados para los clientes.
Las marcas que hoy triunfan y perduran sobre el mercado son las lovemarks, marcas de amor. No es posible mantener la adhesi¨®n del cliente, el parroquiano o el hincha s¨®lo a trav¨¦s de la fe y ahora menos que nunca. La infidelidad ha llegado a ser tan fundamental en la sociedad de consumo que su desaparici¨®n colapsar¨ªa el sistema: sofrenar¨ªa la producci¨®n, detendr¨ªa el crecimiento, acabar¨ªa con la innovaci¨®n, desacreditar¨ªa el amor. Un club como el Real Madrid, el club m¨¢s contempor¨¢neo del mundo, m¨¢s coherente con el actual paradigma del suceso y el sensacionalismo, del espect¨¢culo y la naturaleza del capitalismo de ficci¨®n, necesita a?adir a su condici¨®n vanguardista el cuidado personal de la clientela. Ser el club m¨¢s rico del mundo es su objeto pero esta ambici¨®n es incompatible sin el debido tratamiento del sujeto. Sin la apropiada atenci¨®n al vestuario y al escenario planetario, al ¨¢mbito personal de la plantilla y al emocionado universo aficionado. Como otros conglomerados importantes del sector "entretenimiento", el artefacto madridista viene obligado a expender felicidad en proporci¨®n a las demandas de la clientela. El mito ha bastado durante a?os para seguir deseando un Jaguar brit¨¢nico tradicional, pese a sus frecuentes aver¨ªas pero ahora, en manos de Ford, es necesario que funcione adecuadamente. El cliente, el hincha o el militante han venido a ser incomparablemente m¨¢s desleales, c¨ªnicos y pr¨¢cticos.
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