El 'Informe PISA', mala gu¨ªa para la LOE
Corren varios errores sobre los informes PISA. El m¨¢s com¨²n es creer que estos estudios realizados por la OCDE para comparar los conocimientos de los alumnos de 15 a?os en diversos pa¨ªses y regiones demuestran que nuestro sistema educativo es un desastre, o por lo menos que los alumnos espa?oles aprenden poco y que estamos a la cola de Europa. Es un error propio de quien no haya le¨ªdo o sabido leer los datos, pues la m¨¢s somera inspecci¨®n intelectual de los mismos pone de manifiesto que los pa¨ªses desarrollados de la OCDE (todos menos M¨¦xico y Turqu¨ªa) tienen resultados muy cercanos a la media de 500. Los alumnos espa?oles alcanzaron los 492 puntos en lectura en el estudio del a?o 2000, y han alcanzado los 485 en Matem¨¢ticas en el a?o 2003. Si alguien tiene estas diferencias por grandes o alarmantes deber¨ªa estar dispuesto a alarmarse mucho m¨¢s comparando los resultados regionales. El Pa¨ªs Vasco, Catalu?a y Castilla Le¨®n han obtenido en el estudio de 2003 medias superiores a 500, 15 o 20 puntos por encima de la media espa?ola, lo que sit¨²a con seguridad a otras regiones 15 puntos por debajo de la media; Andaluc¨ªa, por ejemplo, se ha quedado en torno a los 470 puntos.
No hay relaci¨®n entre el gasto educativo y el aprendizaje de los alumnos
La LOE se centra en las cuestiones pol¨ªticas y deja autonom¨ªa a los centros y los profesores
Otro error muy com¨²n es creer que los informes PISA identifican las causas de las diferencias entre los pa¨ªses. No es as¨ª, en buena parte por la dificultad de explicar diferencias tan peque?as. Cuando, por ejemplo, los informes representan gr¨¢ficamente la relaci¨®n entre gasto por alumno y aprendizaje, lo que se ve es una l¨ªnea ligeramente ascendente. Pero un examen m¨¢s atento permite ver de inmediato que la pendiente se debe a un par de pa¨ªses (M¨¦xico sobre todo) y que sin esos pa¨ªses la l¨ªnea es m¨¢s bien horizontal, lo que significa que no hay relaci¨®n entre gasto educativo y aprendizaje de los alumnos. Es un resultado particularmente duro para la OCDE, una organizaci¨®n basada en la creencia de que invertir en ense?anza es rentable, pero es un resultado innegable. Tampoco las pol¨ªticas educativas explican gran cosa. Tras el primer estudio del a?o 2000, los bajos resultados de Alemania parec¨ªan sugerir que los sistemas comprensivos eran mejores que los segregados, pero en el informe de 2003 no ha quedado ni rastro de esa relaci¨®n. Adem¨¢s, hay enormes diferencias entre regiones de un mismo pa¨ªs, aun cuando sus estructuras son semejantes y muchas veces tambi¨¦n sus pol¨ªticas. Ya hemos mencionado las que se dan en Espa?a. En Italia hay diferencias de 100 puntos entre el Norte y el Sur, en B¨¦lgica los valones quedan a 100 puntos de los flamencos, en Alemania los alumnos de Baviera aventajan unos 60 puntos a los de Bremen.
Un tercer error muy com¨²n es que los informes PISA son una gu¨ªa para la pol¨ªtica. Se trata de un error a medias, porque los informes PISA son una gu¨ªa negativa para las pol¨ªticas, pero no una gu¨ªa positiva. No son una gu¨ªa positiva en el sentido de que no apoyan ning¨²n curso de acci¨®n determinado, pese a los piadosos esfuerzos de sus autores e int¨¦rpretes por apuntalar con sus datos ciertas corrientes pedag¨®gicas. En rigor, lo m¨¢s que se deriva de los datos PISA es un refuerzo a la teor¨ªa de la indiferencia (o contingencia) de las organizaciones educativas. Todas funcionan razonablemente bien, y no hay evidencia de que una sea mejor que otra. Los datos PISA proporcionan tambi¨¦n un fuerte refuerzo a la teor¨ªa de la futilidad de las reformas que afectan a la did¨¢ctica, la organizaci¨®n o los curr¨ªcula. Con todos los modelos educativos se consigue igualmente que los alumnos aprendan (siempre que se sit¨²en en pa¨ªses desarrollados).
Como gu¨ªa para la pol¨ªtica los datos PISA tienen en cambio gran utilidad negativa porque desacreditan pr¨¢cticamente por igual todas los dogmas, teor¨ªas e ideolog¨ªas que se disputan actualmente el campo de la pedagog¨ªa. Tomemos un ejemplo que nos es particularmente caro, las teor¨ªas constructivistas del aprendizaje que tuvieron la suerte de convertirse en doctrina oficial con la LOGSE. Mediante sucesivos decretos, ¨®rdenes y materiales, a los profesores se les prescribi¨® no solamente lo que ten¨ªan que ense?ar, sino c¨®mo ten¨ªan que ense?arlo, a saber, siguiendo las directrices pedag¨®gicas de una escuela particular entre cuyos m¨¢s reputados representantes se cuentan Ausubel y Coll. Pues bien, aunque no se puede decir que PISA sea un test exacto de estas teor¨ªas, s¨ª que proporciona evidencia indirecta poco favorable, no ya a su eficacia pr¨¢ctica, sino incluso a su consistencia te¨®rica. PISA encuentra que la memorizaci¨®n es tan buena estrategia de aprendizaje como la elaboraci¨®n, que el aprendizaje competitivo es complementario y no rival del cooperativo y que la motivaci¨®n declarada de los alumnos apenas se relaciona con el aprendizaje, entre otros hallazgos demoledores para los dogmas pedag¨®gicos m¨¢s corrientes.
A mucha gente no le gustan las relaciones estad¨ªsticas y prefiere aprender de los buenos ejemplos, como Finlandia. ?A qu¨¦ se deben sus buenos resultados? Los finlandeses han sido los primeros sorprendidos por su ¨¦xito, y est¨¢n todav¨ªa intentando explic¨¢rselos. Procurando no resultar arrogantes, han difundido la especie de que la muy alta consideraci¨®n en que tienen a los maestros llama para la ense?anza a los mejores titulados universitarios, sin necesidad de pagarles mucho. No s¨¦ si la receta es buena, pero seguro que es dif¨ªcil. Ah¨ª es nada elevar el prestigio social de una profesi¨®n en que se gana poco. No dicen los fineses que sea cuesti¨®n de gastar m¨¢s. Ellos gastan unos 16.000 d¨®lares por alumno entre preescolar y el final de la Ense?anza Secundaria Obligatoria, Espa?a 14.000, y sus profesores ganan un 10% menos que los espa?oles (OCDE, Panorama de la Educaci¨®n 2005, Santillana, Madrid). Otras presuntas lecciones del ejemplo fin¨¦s, como el predominio de la escuela p¨²blica o considerar la instituci¨®n escolar como una comunidad de aprendizaje, no soportan el m¨¢s ligero examen.
En fin, ni por la v¨ªa de la estad¨ªstica ni por la del ejemplo, se pueden tomar los informes PISA como inspiraci¨®n para la legislaci¨®n, y no es justo tachar de incompetente al gobierno, o a los legisladores, por no copiar un modelo inexistente o seguir una gu¨ªa que no lleva a ning¨²n sitio. Reproche que, adem¨¢s, revela una idea equivocada de para qu¨¦ sirven las leyes. Las leyes, en particular las educativas, sirven para resolver conflictos pol¨ªticos, como los derivados de la ense?anza de la religi¨®n, de la elecci¨®n de centro, de las condiciones de los conciertos o de las materias del curr¨ªculo. A eso, con mayor o menor acierto, es a lo que se aplica la ley ahora en tr¨¢mite. Las leyes de educaci¨®n no sirven ni deben usarse para prescribir a los profesores ninguna forma de did¨¢ctica, ni a los centros detalles de su organizaci¨®n, ni a la gente si debe constituir comunidades de aprendizaje. Felizmente, la LOE se centra en las cuestiones pol¨ªticas y deja m¨¢s autonom¨ªa a los centros y a los profesores en materias de organizaci¨®n escolar y did¨¢ctica, dando marcha atr¨¢s en las exageraciones que, por su intervencionismo excesivo, hicieron tan impopular a la LOGSE. En este sentido, como en muchos otros, la ley que ahora se tramita supone un gran avance sobre la anterior Ley de Educaci¨®n del PSOE.
Julio Caraba?a es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Educaci¨®n en la Universidad Complutense.
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