El centro de Rajoy era esto
"Viva Jos¨¦ Mar¨ªa", bram¨® al terminar su discurso Nicolas Sarkozy y levant¨® las dos manos entre los aplausos del p¨²blico. Mariano Rajoy brinc¨® como un muelle de su silla para subir al estrado y fundirse en un abrazo con el orador. El foco estaba en Sarkozy, pero ¨¦ste se dirig¨ªa a otra persona de la primera fila. Quer¨ªa que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se uniese a ambos. Al ver que el ex presidente del Gobierno se resist¨ªa, Sarkozy grit¨®:
- "?Allez, Jos¨¦ Mar¨ªa!"
Por fin, ante este "?Venga, Jos¨¦ Mar¨ªa!", Aznar sali¨® no sin cierta vacilaci¨®n a su encuentro. Sarkozy, entre Rajoy y Aznar. ?sta fue la ¨²ltima imagen de la convenci¨®n.
La escena es el mensaje. Esta convenci¨®n buscaba dejar sentado, de una vez por todas, que la estrategia de la tensi¨®n del Partido Popular frente al Gobierno socialista es la pol¨ªtica del centro en las circunstancias de la presunta desagregaci¨®n y balcanizaci¨®n de Espa?a hacia la nada. Es decir, si el PP no viaja al centro, el centro viaja hacia el PP. Al mismo tiempo pretend¨ªa confirmar que el l¨ªder m¨¢ximo es... Mariano Rajoy. Pero ni por las escenas ni por el contenido de los discursos se ha podido borrar una realidad: que la l¨ªnea la marca Aznar. Hay un ejemplo sencillo: aunque Rajoy, por ejemplo, form¨® parte del Gobierno de Aznar en 1998 y 1999, no dijo una palabra sobre los contactos con ETA. Ese asunto importante era materia reservada para Aznar.
Y ?qu¨¦ relevancia tiene esto? Pues la siguiente: esta convenci¨®n si por algo ser¨¢ recordada es por la explicaci¨®n de Aznar sobre sus contactos con la banda terrorista. Por su afirmaci¨®n de que, en rigor, ETA le declar¨® la tregua a otros, los nacionalistas, y que ¨¦l, Aznar, actu¨® como notario mayor del Reino para levantar el acta de la rendici¨®n. Que eso hizo cuando dijo aquel d¨ªa, el 3 de noviembre de 1998: "Y yo he querido que los ciudadanos espa?oles supieran y tengan muy claro que el Gobierno y yo personalmente he autorizado contactos con el entorno del Movimiento Vasco... de Liberaci¨®n. Lo he autorizado y quiero que los espa?oles lo sepan. Otra cosa distinta es la materializaci¨®n, si da lugar a un proceso de conversaciones, que tiene que estar sujeto al principio de la discreci¨®n y de la reserva".
El lenguaje de la espada, de Aznar, est¨¢ m¨¢s presente que nunca en el juramento de fidelidad que ayer pronunci¨® al terminar su alocuci¨®n Rajoy. En un discurso h¨¢bilmente construido -es el mejor parlamentario de la democracia, seg¨²n dijo Esperanza Aguirre- trata de ahondar en los problemas abiertos.
Algunos dirigentes del PP se han sentido satisfechos con la en¨¦sima exhortaci¨®n de Rajoy a mirar hacia el futuro. Josep Piqu¨¦, por ejemplo, ha influido en la versi¨®n que recoge el discurso sobre el nuevo Estatuto catal¨¢n. Cuando se repasa lo que dijo Rajoy parecer¨ªa referirse al proyecto que lleg¨® del Parlamento catal¨¢n; no al que hoy, lunes, quedar¨¢ visto para sentencia y pasar¨¢ a la Comisi¨®n Constitucional.
El choque de trenes, pues, ser¨¢ permanente. El PP siente que las elecciones municipales y auton¨®micas est¨¢n m¨¢s cerca -?y falta m¨¢s de un a?o!- y que aqu¨¦llas se celebrar¨¢n como culminaci¨®n de una movilizaci¨®n de sus huestes contra el Gobierno. El peligro de una oposici¨®n a la chilena, la de los a?os setenta, no es una exageraci¨®n.
PS. Ayman al Zawahiri, el n¨²mero dos de Al Qaeda, volvi¨® ayer a instar ataques terroristas como los de Nueva York, Londres y Madrid. Parece que hubiera o¨ªdo las dudas de Eduardo Zaplana el pasado s¨¢bado sobre los atentados del 11-M.
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