El 'tsunami' energ¨¦tico
El d¨ªa de A?o Nuevo, media Europa se despert¨® tiritando de fr¨ªo por la reducci¨®n del suministro de gas ruso decidida por Putin. A la batalla iniciada con la OPA de Gas Natural sobre Endesa se han ido a?adiendo grandes maniobras en el sector energ¨¦tico con la entrada de E.ON en la puja, el intento de ENEL de adquirir Gaz de France, el matrimonio de inter¨¦s de ¨¦sta, privatizada de golpe, con Suez y lo que est¨¢ por venir. Allende el Atl¨¢ntico, el presidente Bush ha tenido que reconocer en el discurso del Estado de la Uni¨®n que la econom¨ªa de Estados Unidos es "adicta al petr¨®leo", cuando ¨¦l y su equipo de petroleros en la Casa Blanca hab¨ªan dise?ado su diplomacia global a partir del mapa de reservas de crudo en todo el mundo, con el brillante resultado de ponerlo a unos precios que est¨¢n representando un aut¨¦ntico Plan Marshall para pa¨ªses como Ir¨¢n, Venezuela, Arabia Saud¨ª Guinea Ecuatorial o el desastre de Irak. Para completar el panorama, China y la India han entrado con fuerza en el mercado de aprovisionamiento.
Este aut¨¦ntico tsunami plantea una situaci¨®n de emergencia a la Uni¨®n Europea y a Espa?a como parte de ella. En primer lugar, por su enorme grado de dependencia de todo tipo de combustibles f¨®siles (carb¨®n, petr¨®leo, gas e incluso uranio), frente al que no existe una pol¨ªtica energ¨¦tica com¨²n. De momento, lo que est¨¢ en marcha es la liberalizaci¨®n del mercado energ¨¦tico acordada en la Cumbre de Barcelona de 2002 (el 1 de julio de 2004 para las empresas y de 2007 para los particulares), pero no existe una pol¨ªtica comunitaria como tal. Brit¨¢nicos y holandeses quieren controlar el 100% de sus hidrocarburos; los franceses defienden su monopolio de Estado y su energ¨ªa nuclear; alemanes, austriacos e italianos quieren la electricidad, pero con las centrales at¨®micas en casa del vecino. La tarea presenta, pues, m¨²ltiples dificultades: la primera es que no se trata de una competencia exclusiva de la Comunidad, sino que es compartida (incluso en la Constituci¨®n), lo que significa que tiene que ser hecha por la Comisi¨®n con los Estados miembros. Por eso, el presidente Barroso har¨ªa bien en concentrarse en elaborar esta pol¨ªtica m¨¢s que en encontrar el f¨¢cil mecanismo de rega?ar a los Estados miembros por sus reacciones nacionalistas. Si las tienen, lo que debe hacer como responsable europeo es preparar el ant¨ªdoto comunitario en forma de respuestas operativas y ¨¢giles. De momento, lo que se ofrece es un libro blanco, es decir, un resumen de todo lo existente con una invitaci¨®n a que los dem¨¢s pongan las ideas. Si de verdad se trata de un tsunami, no hay que copiar al rey Canuto, que, sin saber nadar, orden¨® en la playa que la marea se detuviera.
Otra dimensi¨®n b¨¢sica que se ignora en este proceso es que no es s¨®lo una cuesti¨®n de mercado que interesa a accionistas o inversores. Los prestadores -que no prestatarios- de los servicios de agua, gas y electricidad son empresas de servicio p¨²blico, lo que en Latinoam¨¦rica denominan utilidades (del ingl¨¦s utilities). La liberalizaci¨®n tiene todo su sentido para beneficiar a los usuarios, rompiendo con los monopolios nacionales, en parte naturales por basarse en redes y en la imposibilidad de optar. Una empresa puede hacer autogeneraci¨®n; un usuario urbano, instalar una placa solar, pero lo tiene muy dif¨ªcil para cambiar de proveedor. La l¨®gica del Gobierno socialista espa?ol de crear la Red El¨¦ctrica nacional en 1985 fue un sustancial paso para romper con los monopolios internos. En el caso europeo, la liberalizaci¨®n no se hizo partiendo todos de la misma l¨ªnea de salida; en 2002, Roma y Madrid no reaccionaron ante la resoluci¨®n del Tribunal de Justicia, el cual fall¨® cuando trataban de frenar la expansi¨®n europea de ?lectricit¨¦ de France sin contrapartida. La fusi¨®n que condujo a E.ON en Alemania se blind¨®, en contra del criterio de su propio organismo de defensa de la competencia (Budeskartellamt), lo cual plantea una cuesti¨®n clave no tanto de solidaridad como de reciprocidad. Ahora, las empresas el¨¦ctricas y gasistas que trabajan con mercados casi cautivos y tarifas en porcentaje de los precios han salido de compras con la cartera repleta buscando su futuro, al tiempo que para sobrevivir necesitan integrarse verticalmente (gas-electricidad) y asegurarse fuentes de aprovisionamiento.
El tema afecta a todos los usuarios y a la ciudadan¨ªa en general, al ser empresas que prestan servicios p¨²blicos; en este caso, los denominados servicios de inter¨¦s econ¨®mico general, los alemanes tienen una bella expresi¨®n para denominarlos -daseinvorsorge- como procura o preocupaci¨®n existencial, lo cual se comprende en el caso del agua, el gas o la electricidad. Este tema estuvo en el coraz¨®n del debate de la Convenci¨®n constituyente entre opciones pol¨ªticas y en este momento est¨¢ pendiente en la elaboraci¨®n de la directiva de servicios (ex Bolkestein, ahora Gephardt). Es significativo que el acuerdo transaccional entre socialistas y populares europeos que ha permitido desbloquear la directiva haya dejado fuera estos servicios sobre los que de momento no hay acuerdo, por lo que se ha optado por remitirlo a una futura directiva. La mayor¨ªa de populares y liberales consideran que deben ser sometidos s¨®lo al mercado, mientras que socialistas, verdes y otros pensamos que deben tener una regulaci¨®n conforme con el inter¨¦s general. Y en este punto clave la Comisi¨®n Europea no ha hecho todav¨ªa sus deberes, con el consiguiente peligro de acusar a los dem¨¢s para ocultar sus carencias.
La consideraci¨®n de servicio p¨²blico implica responsabilidades claras para los Gobiernos. As¨ª, el Gobierno espa?ol debe garantizar que la poblaci¨®n pueda ser atendida de manera igualitaria, lo que requiere inversiones y costes no siempre rentables a corto plazo (los ejemplos de los apagones catal¨¢n y canarios son aleccionadores como el californiano o ENRON en EE UU), incluidos los archipi¨¦lagos balear y canario; controlar las centrales nucleares y el almacenamiento de residuos, el carb¨®n o asegurar el cumplimiento de los compromisos de Kioto, adem¨¢s de impedir pr¨¢cticas abusivas. Por eso es importante disponer de un pilar propio para edificar conjuntamente el sistema europeo. El ejemplo de la Uni¨®n Monetaria puede ser instructivo: no se ha eliminado el Banco de Espa?a, sino que ha pasado a formar parte del Sistema Europeo de Bancos Centrales; los bancos privados que prestan sus servicios deben ajustarse a las normas decididas por este sistema con el Banco Central Europeo.
La elaboraci¨®n de una pol¨ªtica energ¨¦tica europea es, pues, una necesidad urgente, que requiere adem¨¢s de las condiciones expuestas en relaci¨®n con los ciudadanos, la introducci¨®n de la competencia en la prestaci¨®n del servicio y consideraciones de pol¨ªtica exterior, seguridad estrat¨¦gica y defensa en el aprovisionamiento. Para comprenderlo, basta con ver d¨®nde se encuentra la mayor¨ªa de las reservas de petr¨®leo y gas en el mundo. ?sta es la respuesta que debemos dar los espa?oles con el resto de los europeos al tsunami energ¨¦tico, la otra es acabar como el rey Canuto.
Enrique Bar¨®n Crespo es presidente de la Comisi¨®n de Comercio Internacional del Parlamento Europeo.
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