Trilog¨ªa jerezana

Es lo que tiene Jerez, un cultivo casi extensivo de soleares, siguiriyas y buler¨ªas que algunos entienden como limitaci¨®n, pero que es de un valor indudable. Tambi¨¦n una gran escuela de guitarra flamenca de la que Mora¨ªto es un eslab¨®n en la cumbre. No es que el tocaor, acaparado por su faceta de acompa?amiento, haya dedicado mucho tiempo a la de concierto, pero cuando decide tom¨¢rselo en serio, hace de ello un ejercicio imponente, como el de la noche del martes en el festival de su ciudad. La extensa n¨®mina de acompa?antes pod¨ªa llamar al equ¨ªvoco, pero no, el guitarrista no se escondi¨® y, apenas calentados los motores con una buler¨ªa, se entreg¨® en solitario a una siguiriya suntuosa, plena de fuerza y sentimiento. ?Qu¨¦ sonido! Luego atac¨® la sole¨¢ con las mismas armas, y complet¨® la trilog¨ªa con otro tema por buler¨ªas. Faena completa. Y, como estaba en su noche, la misma impronta rein¨® hasta los tangos de Rocayisa con los que concluy¨®.

La primera parte de la gala de esa noche la ocup¨® la compa?¨ªa de El G¨¹ito. La figura de Eduardo Serrano es incontestable, y la construcci¨®n de su baile por sole¨¢ se sabe que es can¨®nica; si no fuera porque a estas alturas ya no ofrece ninguna novedad. Tambi¨¦n dibuj¨® una cl¨¢sica farruca. Verlo siempre compensa, a pesar de que su baile templado se hiciera esperar y fuera, adem¨¢s, precedido del de una compa?¨ªa en la que s¨®lo las hechuras de Mar¨ªa Paz Lucena merecieron la atenci¨®n.