De convenciones, espect¨¢culos y 'neocons'
El autor se?ala que una nueva forma de hacer pol¨ªtica se ha instalado entre nosotros de la mano de los asesores americanos del PP
Aunque resulta dif¨ªcil hacer una reflexi¨®n pol¨ªtica sobre lo poco dicho en la reciente convenci¨®n del PP, creo tremendamente ¨²til efectuarla a partir de lo mucho visto en la misma por cuanto ha sido uno de los ejemplos m¨¢s completos de aplicaci¨®n en Espa?a de las t¨¦cnicas pol¨ªticas de los neoconservadores americanos (neocons) que llevaron al poder a un actor como Reagan.
El movimiento radical conservador americano es heredero de los fil¨®sofos posmodernos del pensamiento d¨¦bil, de la cr¨ªtica a los grandes relatos explicativos de la historia y enemigos de cualquier principio de racionalidad en la construcci¨®n de la sociedad o en la actuaci¨®n p¨²blica de los agentes sociales. A partir de ah¨ª act¨²an con un eclecticismo que les lleva a utilizar trozos de liberalismo, autores situacionistas como Debord, anarquistas de derechas, gotas de leninismo, experiencias de propaganda pol¨ªtica iniciadas en la Alemania nazi, etc.
Con ese revoltijo te¨®rico construyen unos principios de actuaci¨®n en los que la acci¨®n pol¨ªtica deja de ser espacio de intercambio racional de ideas entre sujetos con el objetivo de lograr una mejora social para convertirse en or¨¢culo manual para aspirantes al poder en plena sociedad televisiva. Ser¨ªa una especie de Pr¨ªncipe moderno cuyos puntos claves, como se ha visto en la reciente convenci¨®n del PP, ser¨ªan los siguientes:
-La pol¨ªtica es un espect¨¢culo que debe atraer al gran p¨²blico. Conseguir un buen share televisivo en competencia con otros espect¨¢culos medi¨¢ticos de gran tir¨®n, exige preparar los actos en su globalidad: escenario, colores, presentador, situaci¨®n de los actores, artistas invitados, mensajes simples y rotundos... De hecho, una de las cr¨ªticas m¨¢s duras que se han hecho a la intervenci¨®n de Rajoy en la convenci¨®n del PP desde lo que podr¨ªamos llamar filas afines ha sido que no ha logrado interesar a nadie con lo que dec¨ªa. La novedad permanente para mantener el inter¨¦s del p¨²blico en el espect¨¢culo conduce a esas exageraciones, barbaridades, insultos y mentiras que a menudo escuchamos en el Parlamento o en las ruedas de prensa ad hoc, dichas, de la misma manera y forma que en los programas del coraz¨®n, porque decae el share pol¨ªtico.
-La verdad no existe. S¨®lo hay puntos de vista, todos ellos igualmente leg¨ªtimos. El subjetivismo y el perspectivismo son conocidos en la filosof¨ªa e incluso en la literatura. Ahora se llevan a la pol¨ªtica como se est¨¢ llevando a la historia en un aut¨¦ntico revisionismo de la Guerra Civil o el franquismo. Si en una historia fotogr¨¢fica de los ¨²ltimos a?os, se ponen fotos sobre el hundimiento del barco Mar Egeo y se "olvida" poner otras sobre el desastre del Prestige, se espera que, en pocos a?os, quede la duda para algunos de si realmente existi¨® el Prestige, o si fue tan grave el asunto. Y lo mismo respecto a los contactos con ETA del Gobierno de Aznar. No es mentir, s¨®lo es otra forma de verdad.
-La percepci¨®n de la realidad se puede moldear. Mucha gente no tiene informaci¨®n directa de los acontecimientos y s¨®lo los puede conocer y valorar por lo que escucha o dicen otros. Ocupar espacios en ese ruido informativo es fundamental para dar argumentos a los tuyos y hacer dudar a los otros, aunque con ello perdamos de vista lo que en realidad est¨¢ pasando. En el Parlamento, el presidente del Gobierno ha dicho varias veces que no hay negociaciones con ETA y que cualquier cosa que se haga en esa direcci¨®n, por primera vez, se har¨¢ en los t¨¦rminos fijados por y con conocimiento del propio Parlamento. Da lo mismo. Si se mantiene con insistencia que la negociaci¨®n no s¨®lo es un hecho, sino que ha concluido ya con una claudicaci¨®n del Gobierno, al cabo de un tiempo, alguien se lo creer¨¢.
-Descalificar al pol¨ªtico en lugar de criticar sus pol¨ªticas. No es que se discrepe de tal o cu¨¢l propuesta, sino que quien lo propone es incapaz, flojo, sin ideas etc. La t¨¦cnica neocon exige minar la confianza en las personas y en los dirigentes pol¨ªticos ya que, seg¨²n ellos, no hay tanta diferencia entre las pol¨ªticas a aplicar. El problema no es qu¨¦ hacer, sino qui¨¦n lo hace. Por eso llegan al absurdo de criticar cosas que hacen otros aunque sean id¨¦nticas a las que hicieron ellos cuando gobernaban.
-Esta t¨¦cnica admite un refinamiento en la forma de acusar al otro de aquello que t¨² est¨¢s haciendo. Si t¨² mientes, acusa preventivamente al otro de mentir. Si te has quedado s¨®lo, la culpa es del otro, que ha roto un consenso en el que siguen todos menos t¨². Si no quieres dialogar, acusa al otro de no hacerlo al no aceptar tus condiciones, previamente definidas como inaceptables, para el di¨¢logo.
-No hay adversarios sino enemigos. La confrontaci¨®n pol¨ªtica no es entre colectivos que defienden intereses, visiones o posiciones distintas pero que comparten un n¨²cleo b¨¢sico de principios de convivencia, sino entre grupos que no tienen nada en com¨²n ni pueden alcanzar ning¨²n tipo de acuerdo sobre nada porque la distancia es tan grande, y la desconfianza tan inmensa que la lucha s¨®lo puede ser frontal. Y, adem¨¢s, planteada en todo el campo de juego. O conmigo o contra m¨ª es la esencia de este planteamiento que se extiende al ¨¢mbito judicial, period¨ªstico o empresarial. S¨®lo la victoria total en forma de acceso al poder, es una opci¨®n. Lo que se haga luego desde el poder es lo de menos, porque se har¨¢ lo que se pueda o lo que sea necesario para mantenerse en ¨¦l.
Una nueva t¨¦cnica de hacer pol¨ªtica se ha instalado entre nosotros de la mano de los asesores americanos del PP. Una t¨¦cnica que tiene, al menos, un problema b¨¢sico: que carcome de manera total la democracia tal y como la entendemos. Porque excluye la raz¨®n dialogada que es la esencia conceptual y pr¨¢ctica de las democracias parlamentarias actuales. As¨ª, de forma parad¨®jica, quienes m¨¢s est¨¢n defendiendo de boquilla el consenso constitucional y las reglas de juego existentes, son quienes est¨¢n actuando como termitas para destruir no tanto el texto constitucional, sino la pol¨ªtica democr¨¢tica tradicional y sustituirla por un espect¨¢culo agresivo, insultante, bronco, de confrontaci¨®n total y permanente contra todos y contra todo. Con ello, a lo mejor, suben su share televisivo, pero seguro que la democracia pierde y con ella, los que siempre perdemos cuando no hay democracia. Salvo que los ciudadanos, usando el mando a distancia, cambien de canal votando otra vez, de forma mayoritaria, a quienes no son neocons, ni en su versi¨®n PP-espa?ola.
Jordi Sevilla es ministro de Administraciones P¨²blicas.
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