Los estorbos del fundador
Por no ir m¨¢s lejos, apelo a Goethe para aceptar como m¨¦rito del cristianismo su capacidad de conciliar al creyente con el dolor, de justificar y absorber los dolores de la vida y los de la muerte (la religi¨®n como consuelo). Goethe era ilustrado y pagano. Conoc¨ªa la historia. Se inquiet¨® con la lectura de Agust¨ªn de Hipona, detestaba el apag¨®n cultural provocado por el cristianismo durante el largo medioevo, tuvo motivos para temer a los inquisidores. Muri¨® pidiendo luz, m¨¢s luz, quiz¨¢ con la desesperaci¨®n -estoica, pese a todo- del marginado de la gracia de la fe, rindiendo la vida sin saber de d¨®nde se viene, ad¨®nde se va. Hab¨ªa ironizado en su Viaje a Italia sobre c¨®mo los que creen en el m¨¢s all¨¢ (en la felicidad del m¨¢s all¨¢) tambi¨¦n temen morir, desaparecer, la nada.
LA RELIGI?N: ?CUESTIONA O CONSUELA?
J. M. Almarza, J. Herrero, M. Maceiras, J. Mayorga, V. S. Soloniev
Anthropos. Madrid, 2006
143 p¨¢ginas. 12 euros
Durante siglos la religi¨®n
fue un asunto s¨®lo para esp¨ªritus libres, dec¨ªa Walter Benjamin (lo recuerda el prologuista de este inquietante libro, el dominico Marcos Ruiz). El hombre, anta?o, ten¨ªa otros miedos, otros horrores. Hablaba de Dios -?d¨®nde est¨¢ Dios?-, o con los dioses. Adoraba o tem¨ªa. Protestaba o se rend¨ªa. Dialogaba con las divinidades. Un d¨ªa, que dur¨® siglos, la religi¨®n se hizo poder e imperio, y ofreci¨® al hombre protecci¨®n y consuelo a cambio de la sumisi¨®n. Marx, a quien manipulamos de nuevo sacando de contexto la famosa frase, lo dijo a su rotunda manera: "El opio del pueblo". A un lado, tomando a Jes¨²s por su palabra revolucionaria y rebelde, la religi¨®n de hombres libres, aunque ello les cueste sangre, sudor y l¨¢grimas. En el otro, los pont¨ªfices religiosos ofreciendo felicidad y salvaci¨®n a cambio de seguridad y bienestar.
"Imponednos vuestro yugo y dadnos de comer. Por fin habr¨¢n comprendido que la libertad y el pan son incompatibles". Una propuesta de este calado, aun en boca de un inquisidor cristiano, trasciende lo religioso: habla del conflicto entre el anhelo de libertad, el deseo de seguridad y el miedo al sufrimiento: al fin y al cabo, el escenario de las grandes batallas pol¨ªticas e ideol¨®gicas contempor¨¢neas.
Hay decenas de pensadores que han escrito sobre estas cuestiones religiosas y sobre Dios -"si Dios no existiese, habr¨ªa que inventarlo": se refer¨ªa Voltaire, c¨ªnico, a la necesidad de la religi¨®n para controlar al hombre corriente-, pero pocos como Fi¨®dor Dostoievski en Los hermanos Karamazov, de forma brutal en el libro quinto de la novela, titulado El Gran Inquisidor. Cuenta que Jes¨²s, el fundador del cristianismo, viene a Sevilla un Jueves Santo cualquiera, y aunque quiere pasar inadvertido es descubierto por el imponente Gran Inquisidor, hecho preso y sometido a discusi¨®n, en v¨ªsperas de un auto de fe en el que ser¨¢n quemados cien herejes en la plaza p¨²blica, de una vez, a mayor gloria de Dios y en presencia del Rey. "Este cuento bastar¨ªa para situar esta novela entre las creaciones mayores del siglo XIX, y entre las m¨¢s debatidas desde entonces. Una y otra vez, fil¨®sofos y te¨®logos se han sentido interpelados por los argumentos del Inquisidor", escribe ahora el dramaturgo Juan Mayorga.
Sobre esas interpelaciones
trata este libro coral, de t¨ªtulo tan sugerente. Es decir, la religi¨®n, ?cuestiona o consuela? El te¨®logo dominico Juan Manuel Almarza, el fil¨®sofo Manuel Maceiras, el poeta Jacinto Herrero, adem¨¢s de Mayorga, responden por escrito a lo que antes debatieron en la Tercera C¨¢tedra Santo Tom¨¢s, celebrada en ?vila entre el 23 y el 26 de mayo pasado.
El libro incluye otras dos joyas: el relato, in¨¦dito en Espa?a, de El Anticristo, del poeta y te¨®logo ruso Vlad¨ªmir Soloviev, contempor¨¢neo de Dostoievski, y el texto que cerr¨® las jornadas: una lectura dramatizada de El Gran Inquisidor, en versi¨®n de Mayorga. Un ejemplo: "?Por qu¨¦ has vuelto?", pregunta el Inquisidor a Jes¨²s, fr¨¢gil y silencioso preso. "La gente se alegra de verse conducida como un reba?o. La gente se alegra de que les hayamos quitado de encima ese don, la libertad, que tantos tormentos le ha acarreado. ?Sabes por qu¨¦ hemos hecho eso? Por amor a la humanidad. La hemos visto tan flaca, tan desvalida, que hemos decidido aligerar su carga. Sin ti. Todo nos lo diste, todo lo pusiste en nuestras manos. ?Por qu¨¦ vienes ahora a estorbarnos?".
Jes¨²s, un estorbo religioso. Uno de los Karamazov concluye que el Inquisidor no cree ya en Dios; el otro, que "si Dios no existe todo est¨¢ permitido". ?Cu¨¢ntas veces han sido citadas estas ideas? Son algunas de las conclusiones de este libro de Anthropos, un proyecto editorial del profesor Reyes Mate que tuvo en 2003, tambi¨¦n en ?vila, el antecedente de Religi¨®n y tolerancia. En torno a Nat¨¢n el Sabio de E. Lessing, escrito entre otros por Jim¨¦nez Lozano, y en 2004 la publicaci¨®n de La autoridad del sufrimiento. Silencio de Dios y preguntas del hombre, de Emmanuel L¨¦vinas, Julio Lois y Jos¨¦ Mar¨ªa Mardones.
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