En la cumbre de la autobiograf¨ªa
Desde sus principios -Proust con La Recherche y Joyce, al final, con Finnegans Wake- la literatura del siglo XX ha estado dominada por la escritura del "yo", pero hoy me toca hablar de una de las cumbres del g¨¦nero. Michel Leiris (Par¨ªs, 1901-1990), nacido en una familia de la alta burgues¨ªa, fue un autor juvenil, secreto y compulsivo, cuyas relaciones familiares se ampliaron hacia el mundo art¨ªstico, pues fue yerno del galerista y coleccionista de arte Daniel H. Kahnweiler, y propietario al final de su galer¨ªa y colecciones, a trav¨¦s de su esposa Louise (Zette, para sus amigos Simone de Beauvoir y Sartre). Pues el joven Leiris fue un joven inquieto que quer¨ªa ser poeta, estudi¨® qu¨ªmica, se embarc¨® en toda suerte de aventuras, fue surrealista (Simulacros, El punto cardinal, Bagatelas vegetales) por sus contactos con Max Jacob, Picasso y el pintor y grabador Andr¨¦ Masson, y desemboc¨® en la etnograf¨ªa, que orient¨® su vida hasta el final. Nombrado documentalista-archivero de la gran expedici¨®n Dakar-Djibuti, que dirigi¨® Marcel Griaule (ambos eran disc¨ªpulos de Marcel Mauss) y que dur¨® tres a?os, escribi¨® un monumental diario medio autobiogr¨¢fico ?frica fantasma (1934) que supuso su definitiva conversi¨®n a la etnograf¨ªa (aunque entre diversos textos ya hab¨ªa escrito poemas y una novela surrealista, Aurora, bajo el influjo de la Nadja bretoniana, la gran excepci¨®n en el contexto de la desafecci¨®n general del surrealismo hacia la novela). Pero la etnograf¨ªa, la cr¨ªtica de arte y la autobiograf¨ªa y la poes¨ªa consumieron su vida hasta el final.
EDAD DEL HOMBRE
Michel Leiris
Traducci¨®n de Mauricio Wacquez
Laetoli. Pamplona, 2005
196 p¨¢ginas. 22 euros
Leiris, pese a su estatuto de
gran burgu¨¦s, combati¨® en todos los frentes desde el principio. Particip¨® en la Segunda Gran Guerra, fue surrealista comprometido desde el principio (movimiento del que se apart¨® una d¨¦cada despu¨¦s por influencia de Bataille, dedicatario de este libro, con quien fund¨® el Colegio de Sociolog¨ªa), resistente contra los alemanes y existencialista despu¨¦s, bajo el influjo de Sartre, de cuya amistad no reneg¨® jam¨¢s. Pero con la publicaci¨®n de Edad de hombre (1939) -cuya espl¨¦ndida traducci¨®n del gran escritor chileno que fue Mauricio Wacquez recupera la ya publicada en 1979- empez¨® a utilizar sus conocimientos en poes¨ªa, en novela y en etnograf¨ªa para explorar lo que iba a ser su fil¨®n final, la autobiograf¨ªa, que iba a desembocar en su obra maestra, La regla del juego, cuatro vol¨²menes de t¨ªtulos intraducibles: Biffures (1948), Fourbies (1965), Fibrilles (1966) y Fr¨¨le Bruit (1975), donde el combate por la expresi¨®n real que puede traducir la experiencia autobiogr¨¢fica culmina en la batalla m¨¢s encarnizada, minuciosa y exasperada posible. De su herencia surrealista le llega su afici¨®n a los juegos de palabras, de su etnograf¨ªa el an¨¢lisis de las costumbres, de su existencialismo el de los sentimientos y de su implacable vocaci¨®n de poeta la lucha por la expresi¨®n m¨¢s justa y hermosa. Todo esto culmina en esta obra maestra de la autobiograf¨ªa que es La regla del juego, que ya ha aparecido completa en La Pl¨¦iade con buena serie de variantes, introducciones, cronolog¨ªa, noticias y repercusiones varias, preparada por Denis Hollier, a quien se debe tambi¨¦n la edici¨®n p¨®stuma de su monumental Diario (1992). Pues, en franc¨¦s, juego (jeu) y yo (je) suenan igual, lo que multiplica el (los) resultado(s) de este combate descomunal.
Edad de hombre incluye una introducci¨®n escrita unos diez a?os antes de La literatura considerada como una tauromaquia, resultado de la hispanofilia de Leiris, a la que nunca renunci¨®, sobre todo en sus a?os existencialistas, pues lleg¨® a ser miembro fundador, con Sartre, de la revista Les Temps Modernes, con la que colabor¨® sin cesar, y sin abdicar de sus ideas progresistas nunca, lo que puso en peligro sus trabajos en el Museo del Hombre, del que lleg¨® a ser director al final. Esta introducci¨®n, tan oportunamente aqu¨ª incluida, y que entra en su concepci¨®n de la literatura como una "regla del juego" m¨¢s, poniendo en juego la vida del escritor frente a su texto como un riesgo f¨ªsico semejante al del cuerpo del torero frente al cuerno del toro, lo que supone un riesgo mortal, es la primera regla del escritor que resume su enfrentamiento ante la escritura -autobiogr¨¢fica y mucho m¨¢s al final, pues asume su vida entera de etn¨®grafo y poeta a la vez-, es un texto clave para entrar en su obra total.
Edad de hombre es una espe
cie de ensayo general de La regla del juego, aunque sea una obra muy diferente. Empieza con una descripci¨®n de su f¨ªsico, luego de sus primeras sensaciones, de los sentimientos de la vejez, la muerte y el tiempo, de lo sobrenatural, de los espect¨¢culos que ve¨ªa en su ni?ez y su adolescencia, hasta fijarse en las primeras im¨¢genes tr¨¢gicas -Lucrecia, Judith y Holofernes- que le impresionaban, hasta seguir con sus primeras experiencias er¨®ticas, como el cap¨ªtulo de Kay, impresionante descripci¨®n de los ambientes juerguistas juveniles, aunque el erotismo expl¨ªcito ir¨¢ desapareciendo de su obra, que optar¨¢ al final por la abstracci¨®n y el combate "taurino" con la palabra. No es La regla del juego, desde luego, mucho m¨¢s encarnizada que descriptiva. Pero el resultado final es impresionante. Una introducci¨®n general a una obra maestra absoluta, la obra de un poeta secreto y genial, que viene realzada por su portada, que reproduce el retrato del autor por Francis Bacon.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.