Militar a la fuerza en la Ciudad Universitaria de Madrid
Mariano Arribas buscaba oficio y termin¨® en el Ej¨¦rcito republicano
Mariano Arribas sali¨® de Barajas de la Sierra (?vila) en 1929 para buscarse la vida en la capital. Ten¨ªa 22 a?os y no ten¨ªa oficio, pero enseguida se busc¨® la vida vendiendo de todo: "Bollos, leche, incluso helado", se?ala Aniceto, uno de sus hijos. Pero la historia quiso que se viera envuelto, como tantos otros, en la Guerra Civil. Falleci¨® en 1981; por eso es uno de sus hijos el encargado de mantener viva la memoria que late entre los papeles que le pertenecieron: cartas, recortes, c¨¦dula de identidad.
"Mi padre se libr¨® de la mili por ser hijo de viuda", cuenta Aniceto. Pero de esa guerra fratricida que asol¨® Espa?a entre 1936 y 1939 no hubo quien le librara. "En Madrid, en el frente de la Ciudad Universitaria, pas¨® todo el conflicto b¨¦lico", contin¨²a Aniceto.
En ese mismo frente fue inmortalizado con su poco m¨¢s de metro y medio de estatura. Apoyado orgulloso sobre una bomba de aviaci¨®n que hab¨ªa llegado a tierra sin explotar. Sus hijos dicen que se emocionaron al ver aparecer esa imagen en el tomo 3, La Guerra Civil I, de la colecci¨®n La Mirada del Tiempo, de EL PA?S. Su hijo recuerda que la instant¨¢nea "fue portada o contraportada en un diario de la ¨¦poca", y guarda el recorte en el que aparece su padre erguido junto al explosivo, entre otros papeles que le pertenecieron.
"Apenas tenemos recuerdos de aquella ¨¦poca", comenta Aniceto, el segundo, junto a su melliza, de cinco hermanos. "A mi padre nunca le gust¨® hablar de aquello. Tal vez porque ¨¦l no era militar y lleg¨® a la guerra como muchos otros, por obligaci¨®n. Aunque tambi¨¦n pudo ser porque despu¨¦s, durante la dictadura, tampoco se pod¨ªa decir mucho de aquella ¨¦poca. Sobre todo si se hab¨ªa sido rojo".
Mariano tuvo dos ascensos. Uno a sargento, en diciembre del 37, y otro a teniente, en 1938. Si no recuerdos orales, lo que s¨ª leg¨® a sus hijos este militar forzado fue m¨¢s de 350 negativos fotogr¨¢ficos. "Reflej¨® todo lo que pasaba en la trinchera y nos dej¨® un documento gr¨¢fico maravilloso".
Entre los recuerdos enredados de Aniceto, que intenta desenmara?ar con sendas llamadas a madre y hermana, aparece uno n¨ªtido. "Rata que pillaban, rata que se com¨ªan". En el frente, los suministros no acostumbraban a llegar con la regularidad deseada. "Igual les sobraba que les faltaba. Y cuando era esto ¨²ltimo, hab¨ªa que comer lo que hubiera".
Cuando la guerra acab¨®, Mariano fue a dar con sus huesos en la c¨¢rcel. "Estuvo en el colegio Miguel de Unamuno. Alguien le consigui¨® madera y, mientras estuvo all¨ª, tall¨® un ajedrez que por desgracia ya no conservamos". Lo que s¨ª conserva Aniceto es un grato recuerdo de su padre: "Deb¨ªa de ser una buena persona, porque siempre estuvo rodeado de gente y nunca le falt¨® alguien que le echase una mano".
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