El cielo es m¨¢s grande en el desierto de Atacama
Las estrellas en el negro cielo de Cerro Paranal (en el desierto chileno de Atacama) no titilan apenas, tan estable es el aire all¨ª. Y se ven tantos, tant¨ªsimos astros, que la b¨®veda celeste muestra un relieve inesperado: unas estrellas son brillantes, como si estuvieran cerca, y otras, m¨¢s d¨¦biles, hacen de fondo. La V¨ªa L¨¢ctea atraviesa el cielo nocturno y parece iluminada artificialmente de tanto brillo que acumula. Precisamente por su cielo espl¨¦ndido se eligi¨® este lugar, en el desierto m¨¢s seco del planeta, para instalar el conjunto de telescopios VLT (siglas, en ingl¨¦s, de Telescopio Muy Grande). En la cima del cerro se levantan sus cuatro edificios cil¨ªndricos de 28,5 metros de altura, como una casa de diez pisos, y otros tantos de di¨¢metro.
"Queremos que los espa?oles vengan a hacer con nosotros los nuevos desarrollos tecnol¨®gicos de este magn¨ªfico proyecto", dice el director adjunto
Pero por la noche, cuando se apuntan hacia las estrellas los espejos perfectos y las c¨¢maras, no hay nadie en los telescopios. Los astr¨®nomos est¨¢n en la sala de control, rodeados de computadoras en un edificio acostado a la ladera y unido a los observatorios por m¨²ltiples conexiones electr¨®nicas y t¨²neles de emergencia.
Explosi¨®n de rayos gamma
En medio de una docena de monitores, Emmanuel Jehin, de 33 a?os, astr¨®nomo belga del Observatorio Europeo Austral (ESO), realiza la primera observaci¨®n de la noche con uno de los cuatro telescopios de 8,2 metros de di¨¢metro. "Tenemos una explosi¨®n de rayos gamma que hace unas horas han detectado unos colegas con un sat¨¦lite; han dado el aviso y estamos ahora siguiendo el fen¨®meno con el VLT. Es un objeto que ha estallado en el cielo, tal vez al juntarse dos agujeros negros, o por una explosi¨®n de una estrella supernova... no lo sabemos a¨²n". Con ¨¦l est¨¢ la ingeniera chilena ?ngela Cort¨¦s, 30 a?os, responsable esta noche del control de la unidad 1 del VLT. Otros se ocupan igualmente de las unidades 2, 3 y 4, cuyos nombres oficiales en mapuche son Kueyen, Melipal y Yepun (el primero es Antu).
Hace mucho tiempo que los astr¨®nomos no miran por los telescopios directamente, ni siquiera colocan en ellos sus placas fotogr¨¢ficas. Es a trav¨¦s de ordenadores como se controlan los miles de sensores y mecanismos de estas colosales m¨¢quinas cient¨ªficas, y las im¨¢genes se registran en dispositivos electr¨®nicos como los de las c¨¢maras digitales corrientes, s¨®lo que mucho m¨¢s avanzados y voluminosos. Las estrellas o los an¨¢lisis de su luz se presentan en las pantallas de la sala de control.
Junto a Jehin y Cort¨¦s est¨¢n impacientes dos j¨®venes astr¨®nomos: Richard Wilman y Allen Shone, de la Universidad de Durham (Reino Unido). Tienen asignadas dos noches del telescopio para cumplir su programa de investigaci¨®n y han cedido la primera hora para seguir el inesperado estallido de rayos gamma. "Nosotros queremos obtener los espectros de la luz de centenares de galaxias lejanas para conocer el medio intergal¨¢ctico y las propias galaxias", explica Wilman. El trabajo forma parte de la tesis doctoral de Shone, 22 a?os, que viene por primera vez al VLT.
El italiano Paolo Molaro (Observatorio Astron¨®mico de Trieste) y su colega Sebasti¨¢n L¨®pez (Universidad de Chile) tienen tres noches en la unidad 2 para desarrollar un proyecto de f¨ªsica fundamental observando qu¨¢sares lejan¨ªsimos. "Estudiamos la variabilidad de constantes f¨ªsicas. Queremos analizar la estructura at¨®mica a distancias de 10.000 millones de a?os luz", explica Molaro.
?Qui¨¦n puede venir a observar a Cerro Paranal? ?Qui¨¦n apunta estos monstruos de vidrio, metal, cables y chips a las galaxias m¨¢s lejanas, a las regiones donde nacen estrellas, hacia los astros moribundos, los planetas fuera del Sistema Solar o los cuerpos que explotan ganando un gran brillo transitorio? Los usuarios son los cient¨ªficos, en gran medida de los 11 pa¨ªses miembros del ESO -a los que este a?o se sumar¨¢ Espa?a-, pero no s¨®lo. Los astr¨®nomos preparan sus proyectos y piden horas de los telescopios; luego los comit¨¦s cient¨ªficos determinan cu¨¢les son las investigaciones m¨¢s interesantes, y asignan para ellas los tiempos de observaci¨®n. En algunos casos, los cient¨ªficos acuden a Paranal para observar ellos mismos, pero en otros encargan el trabajo, que lo realizan los astr¨®nomos del ESO y despu¨¦s reciben los datos.
"No s¨®lo queremos que vengan los astr¨®nomos espa?oles a observar", invita el ingeniero italiano Roberto Tamai, director adjunto de Paranal. "Hay mucho trabajo que hacer a¨²n aqu¨ª y queremos que los espa?oles vengan a ayudarnos, a hacer con nosotros los nuevos desarrollos tecnol¨®gicos de este magn¨ªfico proyecto".
Revoluci¨®n astron¨®mica
En el mundo hay una docena de telescopios de espejo principal de ocho a diez metros de di¨¢metro. Los primeros fueron los dos Keck estadounidenses, de 10 metros, que en la d¨¦cada pasada abrieron sus c¨²pulas en Mauna Kea (Hawai). Comenz¨® as¨ª esta revoluci¨®n en la astronom¨ªa ¨®ptica desde el suelo, complementaria de la que se hace desde el espacio con sat¨¦lites como el Hubble. ?ste, por cierto, tiene un espejo comparativamente peque?o, de 2,4 metros, y debe su excelencia al hecho de estar por encima de la perturbadora atm¨®sfera terrestre.
Antes de los Keck, o los VLT europeos, o el Subaru japon¨¦s, tambi¨¦n de ocho metros, los telescopios no superaban los 4,5 metros de di¨¢metro, y parec¨ªa imposible fabricar espejos mayores que no se deformasen. La soluci¨®n fue un salto tecnol¨®gico: hacer espejos muy delgados (17 cent¨ªmetros los de VLT) y acostarlos sobre una cuna mec¨¢nica, con decenas de puntos de apoyo din¨¢micos que presionan selectivamente el espejo flexible desde abajo manteniendo su forma perfecta. Cada espejo del VLT, de una pieza de 8,2 metros, es como una lentilla gigantesca sujeta por muchos dedos expertos.
La otra opci¨®n, la de los Keck y la del telescopio que Espa?a construye en Canarias, es formar el espejo con varios trozos e igualmente sostenerlos con mecanismos ultraprecisos. El ESO, que ya ten¨ªa en Chile -y tiene- el m¨¢s convencional observatorio de La Silla, eligi¨® Cerro Paranal, tras estudiar la calidad del cielo en diferentes lugares, para realizar su colosal proyecto de ingenier¨ªa astron¨®mica, aunando el trabajo de industrias europeas y de cient¨ªficos con las tecnolog¨ªas m¨¢s avanzadas. El resultado son estas m¨¢quinas de estudiar el cielo, inauguradas entre 1998 y 2000.
Un prodigio tecnol¨®gico
"Para m¨ª, esto es cada noche como una f¨¢brica que debe producir horas ¨®ptimas de observaci¨®n astron¨®mica", afirma Tamai. "Paranal no tiene un enfoque amateur, sino, digamos, industrial, y todo tiene que funcionar". Los datos de operaci¨®n son excelentes: s¨®lo un 2% o un 3% de noches de cierre por motivos t¨¦cnicos, "frente a un 15% o 20% de otros observatorios", destaca el director adjunto. "Es como un Ferrari en la frontera de la tecnolog¨ªa y funcionando a pleno rendimiento". El observatorio cost¨® 60 millones de euros y a su mantenimiento dedica el ESO otros 10 millones al a?o.
Una ventaja de estos telescopios es que el gran tama?o del espejo permite captar mucha luz de los astros y ver en poco tiempo objetos celestes extremadamente apagados (hasta 4.000 millones de veces m¨¢s d¨¦biles que los que se distinguen en el cielo a simple vista). Pero tambi¨¦n la calidad y variedad de la docena de c¨¢maras y sensores del VLT, as¨ª como la sensibilidad y eficacia de los equipos, ha colocado a Paranal en la vanguardia de la astronom¨ªa.
Otra caracter¨ªstica singular convierte en ¨²nico el observatorio de Atacama. "El VLT se concibi¨® desde el principio como un conjunto que puede combinar la luz captada por los telescopios individuales y, con la t¨¦cnica denominada interferometr¨ªa, lograr una alt¨ªsima resoluci¨®n, captando im¨¢genes con mucho detalle", explica el brit¨¢nico Paul Lyman. Ni los Keck ni otros observatorios fueron dise?ados para esto y adaptarlos est¨¢ resultando muy complicado. Tan poderosa es esta t¨¦cnica que con ella, en principio, se podr¨ªa ver a un astronauta en la superficie de la Luna.
Para hacer interferometr¨ªa se han instalado junto a los cuatro telescopios grandes otros tres de 1,8 metros, y el cuarto estar¨¢ listo este verano. Bajo el conjunto, unas galer¨ªas subterr¨¢neas alojan un enjambre de dispositivos ¨®pticos de alta precisi¨®n y l¨¢seres que permiten combinar los haces de luz captados por varios telescopios simult¨¢neamente. El astr¨®nomo franc¨¦s Emmanuel Galliano, del ESO, trabaja con esta t¨¦cnica. "Se puede medir con precisi¨®n, por ejemplo, el tama?o y la forma de una estrella, algo que muy dif¨ªcilmente se logra hacer directamente con un solo telescopio, incluso de ocho metros", explica.
Dos nuevos telescopios
Aunque la labor esencial, la raz¨®n de ser del observatorio, se hace de noche, por el d¨ªa hay mucho que hacer. En Cerro Paranal trabajan 65 ingenieros y 30 astr¨®nomos, en turnos, y en todo momento hay un total de unas 130 personas. Tienen que ocuparse del mantenimiento, no s¨®lo de los telescopios, hasta la ¨²ltima lente y sensor, sino de todo el observatorio, incluidos los generadores de electricidad y las bombas de agua (cada d¨ªa llegan tres camiones cisterna procedentes de la ciudad m¨¢s pr¨®xima, Antofagasta, a 120 kil¨®metros).
Adem¨¢s, las construcciones y desarrollos no han concluido. Dos nuevos telescopios de 2,8 y 4,5 metros de di¨¢metro, respectivamente, est¨¢n poni¨¦ndose a punto para hacer rastreos amplios de regiones del cielo. Y se acaba de estrenar una nueva t¨¦cnica de ¨®ptica adaptativa, creando con un l¨¢ser una estrella artificial en el cielo, a 90 kil¨®metros de altura. Ese astro perfectamente definido ayuda a los sensores de los telescopios y las c¨¢maras a compensar la distorsi¨®n que las turbulencias del aire producen en la luz estelar, de manera que se pueden obtener resultados casi como si el observatorio estuviera en el espacio.
?Y con tanta tecnolog¨ªa, qu¨¦ queda del mito rom¨¢ntico del astr¨®nomo mirando el cielo junto al telescopio, en la fr¨ªa oscuridad nocturna? Es costumbre en Paranal que los cient¨ªficos que se preparan para trabajar en la noche abandonen sus ordenadores por unos minutos y se concentren junto al edificio de Yepun para contemplar la puesta de sol y las primeras estrellas que aparecen en el cielo, todav¨ªa azul.
Astronom¨ªa a 5.000 metros de altura
EN EL LLANO DE CHAJNANTOR, a 5.000 metros de altura en los Andes chilenos, junto a la frontera con Bolivia y Argentina, se est¨¢ contruyendo el radiotelescopio Alma. Es la siguiente frontera del Observatorio Europeo Austral (ESO), un proyecto que se desarrolla junto con EE UU y Jap¨®n. "Estar¨¢ integrado por 66 antenas de 12 metros de di¨¢metro que podr¨¢n colocarse en diferentes puntos, por lo que tenemos que construir 175 cimientos de hormig¨®n para ellas, repartidos en un ¨¢rea de unos 14 kil¨®metros de di¨¢metro", explica el arquitecto alem¨¢n Claus Dierksmeier, responsable de la construcci¨®n. "El conjunto de Alma podr¨¢ variar de configuraci¨®n en funci¨®n de lo que quieran observar los astr¨®nomos, de maneta que las antenas se situar¨¢n m¨¢s juntas o m¨¢s separadas, haciendo como un zoom gigantesco".
Las dificultades para construir una instalaci¨®n como ¨¦sta a 5.000 metros de altura, donde el ox¨ªgeno del aire escasea, son enormes, pero es que aqu¨ª la sequedad y la transparencia del aire son ¨®ptimas para la radioastronom¨ªa. La edad del universo, su tama?o y estructura, la formaci¨®n de las primeras galaxias, la b¨²squeda y caracterizaci¨®n de planetas que giran alrededor de otros soles o las nubes de gas y polvo en las que est¨¢n naciendo estrellas ser¨¢n algunos de los objetivos de Alma.
Para despu¨¦s, la astronom¨ªa internacional planea ya otro gran desaf¨ªo: un telescopio ¨®ptico con un espejo principal -segmentado- de entre 30 y 100 metros de di¨¢metro. Todav¨ªa est¨¢ en fase de dise?o y, de momento, se conoce como ELT (Telescopio Extremadamente Grande, en siglas inglesas).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.