"Los hombres se inventan dioses para no mirar la realidad"
Michel Onfray es un fil¨®sofo at¨ªpico. De entrada, porque escribe con incontinencia period¨ªstica. Nacido en 1959 lleva publicada una treintena de libros, algunos de los cuales aut¨¦nticos ¨¦xitos editoriales dentro de una disciplina que los pone siempre bajo sospecha. De su Antimanuel de philosophie (Br¨¦al, 2001) vendi¨® 100.000 ejemplares y del Trait¨¦ d'ath¨¦ologie (Grasset, 2005), que ahora se traduce al castellano, m¨¢s de 200.000 encontraron comprador en las librer¨ªas francesas. "Hay gente a la que agrada escuchar la palabra de un ateo en medio de tanta m¨²sica gregoriana", resume Onfray. Porque, seg¨²n ¨¦l, estamos viviendo en pleno retorno de lo religioso. "Basta con abrir la televisi¨®n. ?Qu¨¦ vemos? A Bush rezando, a Bin Laden hablando de erradicar a los imp¨ªos, a Sarkozy refiri¨¦ndose a su cultura cat¨®lica, a gente debatiendo sobre si hay o no que tolerar el velo o pa?uelo isl¨¢mico en institutos...". La pol¨¦mica sobre las caricaturas de Mahoma ratifica su diagn¨®stico. Pero Onfray es tambi¨¦n at¨ªpico porque hace ya algunos a?os decidi¨® abandonar la carrera acad¨¦mica y el prestigio de las c¨¢tedras para filosofar en pantuflas desde su Universit¨¦ Populaire, en Caen. "Imparto dos horas de clase todos los martes, de seis a ocho de la tarde, ante 600 personas. Entrada libre, sin matr¨ªcula ni t¨ªtulo a la salida", nos explica Onfray. "Cuando empec¨¦ lo hice ante 50 personas. Solo. Sin presupuesto. Ahora somos nueve profesores. Ofrecemos cursos de cine, de filosof¨ªa para ni?os, de psicolog¨ªa, de arte contempor¨¢neo, de historia".
"Hay gente a la que agrada escuchar la palabra de un ateo en medio de tanta m¨²sica gregoriana"
La duda ante la audiencia obtenida por Onfray -no s¨®lo se venden sus libros sino que sus clases son editadas por una discogr¨¢fica- pasa por saber si las instituciones oficiales le hubieran impedido encontrar el mismo eco. Una emisora p¨²blica emite sus clases. Una discogr¨¢fica se ha comprometido a editar 144 horas de sus discursos filos¨®ficos y ya lleva 6.000 discos vendidos. "Si siguiera trabajando dentro del Ministerio de Educaci¨®n deber¨ªa respetar un programa, unos autores, unos conceptos, preparar a los alumnos para superar unos ex¨¢menes de acuerdo con unas determinadas f¨®rmulas... todo eso est¨¢ bien pero hay mucha gente que satisface esa demanda, que se adapta al molde. En el Ministerio te dejan ense?ar la filosof¨ªa como quieres, pero s¨®lo oficialmente porque hay que hablar de Plat¨®n, de Arist¨®teles, de todos los grandes autores, antiguos y modernos... no queda tiempo para adentrarse en otros terrenos". Y ¨¦l prefiere hablar de La Metrie, Feuerbach y Holbach en vez de Rousseau, Diderot y Voltaire. "Y del abate Jean Meslier, de quien s¨®lo se publicaron sus memorias una vez hubo muerto, puesto que las dedic¨® a demostrar la inexistencia de Dios. Meslier escribe que es partidario de 'ahorcar a todos los nobles con los intestinos de todos los capellanes". El tremendismo criminal de la f¨®rmula divierte a Onfray, sobre todo por venir de quien viene.
En el Trait¨¦ d'ath¨¦ologie, On
fray dedica muchas m¨¢s p¨¢ginas a arremeter contra los tres grandes monote¨ªsmos que a construir su alternativa atea. Y el cristianismo y el islam le soliviantan mucho m¨¢s que el juda¨ªsmo. "El juda¨ªsmo est¨¢ pensado para salvar a la propia naci¨®n. No tiene la furia asesina de las otras dos religiones respecto a los que considera infieles". Eso s¨ª, los tres monote¨ªsmos comparten id¨¦ntica "pulsi¨®n de muerte. ?Para merecer la vida eterna nos exigen que vivamos como si ya estuvi¨¦semos muertos!: prohibidos los placeres, prohibidos los deseos, las pulsiones, el cuerpo". Insoportable para un hombre que se autodefine como un "materialista epic¨²reo" y que ha escrito libros con t¨ªtulos que, traducidos, dar¨ªan La raz¨®n golosa, El arte del placer, Teor¨ªa del cuerpo amoroso, La invenci¨®n del placer o Magias anat¨®micas. Su descubrimiento de que otra filosof¨ªa es posible "se la debo a Lucrecio. De ¨¦l aprend¨ª la posibilidad de una moral sin necesidad de Dios y trascendencia. Los hombres se inventan dioses porque no son capaces de mirar la realidad cara a cara".
El ¨¦xito de sus ¨²ltimos libros se lo explica "porque la gente est¨¢ harta de tanta religi¨®n, del discurso cristiano. Creo que revela el sentimiento de la ¨¦poca. Como las novelas de Houellebecq, corresponde a un deseo y a una realidad. Y en el caso del Antimanuel debo decir que tambi¨¦n juega a mi favor descubrir autores que la filosof¨ªa oficial oculta o minusvalora". En un primer momento el editor del Tratado de ateolog¨ªa no crey¨® en la viabilidad comercial ni en el inter¨¦s del libro. "Me dec¨ªa que el t¨ªtulo era viejo, que remit¨ªa a la ¨¦poca de la III Rep¨²blica, a una tradici¨®n anticlerical que ya no ten¨ªa raz¨®n de ser. ?Sin darse cuenta ¨¦l mismo parec¨ªa estar defendiendo la necesidad de dejar a Dios tranquilo!". La necesidad de trascendencia, de darle a la existencia un valor superior, le irrita: "Mi colega Luc Ferry ya se ocupa de ello. O George Steiner, que es muy bueno en ese tipo de reflexi¨®n. Yo no veo ninguna contradicci¨®n en ser Spinoza y pante¨ªsta. El atomismo, desde Dem¨®crito, ya nos ahorra las explicaciones trascendentes. Steiner utiliza el arte, la satisfacci¨®n o el placer que produce el arte, para hablar de Dios. Pero el arte es algo tangible, la belleza no tiene nada que ver con la divinidad y s¨ª con el sistema neurovegetativo. Existen muchos pensadores marginales, subversivos, divertidos, a los que les agrada re¨ªr, comer y beber, gente que ha sabido vivir, que son enamorados de la vida, del amor, de la amistad bajo todas sus formas. Basta con recordar a Aristipo de Cirene y la gente de su escuela, a Di¨®genes y los c¨ªnicos, a Gassendi y su elogio del libertinaje, a Jacques La Mettrie, a Diderot, Helv¨¦tius, a Charles Fourier o a Raoul Vaneigem y los situacionistas... ?la lista es larga!".
Escrito en un tono pr¨®ximo al
panfleto, con una buena bibliograf¨ªa pero sin sentirse obligado a llenar el texto de notas, Onfray parece sintonizar con el marqu¨¦s de Sade que, en un poema, llegaba a quejarse de que Dios no existiese porque eso le imped¨ªa insultarle. "Lo peor de libros como la Biblia o el Cor¨¢n es que ah¨ª se puede encontrar todo y su contrario, las proclamas de misericordia y la instigaci¨®n al crimen. El Cor¨¢n es de una violencia extraordinaria respecto a los que considera infieles. De acuerdo, la gente del Libro, jud¨ªos y cristianos, pueden vivir en territorio musulm¨¢n -es la tolerancia conocida como dhimma- y de eso presumen imanes y mollahs, pero no dicen que, durante siglos, esa mansedumbre para quienes no le rezan cinco veces al d¨ªa a Al¨¢ s¨®lo se aplicaba si pagaban la gizya, que tambi¨¦n pudiera llamarse extorsi¨®n o impuesto revolucionario. Es la protecci¨®n que te ofrecen las mafias. La descripci¨®n misma que se hace en el Cor¨¢n del para¨ªso debiera poner en evidencia el car¨¢cter perverso de una religi¨®n que, en el otro mundo, te premia con carne de cerdo, mujeres y efebos en abundancia, te libera de plegarias, te augura borracheras en abundancia, con vino y carne servida en vajillas de oro... Es decir, la vida de cada d¨ªa tiene que ser miserable y repleta de prohibiciones para tener luego acceso a la org¨ªa perpetua. ?Extra?a l¨®gica religiosa esa que determina que en el para¨ªso deja de ser pecado todo lo que lo era en este valle de l¨¢grimas!".
El trato dispensado a la mujer por las tres grandes religiones monote¨ªstas -los jud¨ªos proh¨ªben a la mujer estudiar la Torah, los cristianos la hacen hija de una modesta costilla del macho Ad¨¢n, los musulmanes no s¨®lo le impiden mostrar el cabello o la piel de brazos y piernas sino que, legalmente, valoran su testimonio en la mitad de lo que vale uno masculino- hace que Onfray diga que "para ellas la mujer est¨¢ de m¨¢s. Es la tentaci¨®n perpetua, simboliza todos los excesos -de placer, de deseo, de pasi¨®n, de irracionalidad, de sexo- y est¨¢ ah¨ª como un personaje de segunda categor¨ªa: Dios prefiere a los hombres".
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