El mundo no es como parece
Sabido es que a Lady Di la mataron los servicios secretos brit¨¢nicos porque estaba embarazada de un musulm¨¢n y pensaba convertirse al islam; puede incluso que estos servicios contaran con la ayuda de extraterrestres. Hablando de extraterrestres, tambi¨¦n es evidente que el ser humano jam¨¢s puso los pies en la Luna: fue el director de cine Stanley Kubrick quien film¨® un falso alunizaje en unos estudios. Es igualmente obvio que el sida fue creado por m¨¦dicos jud¨ªos para acabar con los negros, o quiz¨¢ por m¨¦dicos cat¨®licos para acabar con los homosexuales. En cuanto al presidente John Fitzgerald Kennedy, no cabe duda de que su asesinato fue un complot de la Mafia, la CIA, el FBI, Castro y el exilio cubano. ?Demasiada gente? No, en absoluto. Nadie deber¨ªa extra?arse por alianzas tan vastas, puesto que en la misma Espa?a tenemos el caso de los atentados del 11-M, que, como denuncian algunos pol¨ªticos y periodistas, fueron organizados al alim¨®n por sectores policiales locales y agentes secretos marroqu¨ªes y franceses, con la colaboraci¨®n de Al Qaeda y ETA y el benepl¨¢cito de la izquierda y alg¨²n que otro medio de comunicaci¨®n.
AMOS DEL MUNDO
Juan Carlos Castill¨®n
Debate
Barcelona, 2006
368 p¨¢ginas. 19 euros
S¨ª, as¨ª de retorcidas ven las
cosas decenas de millones de personas en todo el planeta: los adictos a las llamadas teor¨ªas conspirativas, un fen¨®meno a cuyo origen hist¨®rico y desarrollo actual ha dedicado el periodista barcelon¨¦s Juan Carlos Castill¨®n su tan entretenido como bien documentado Amos del mundo. Teor¨ªa conspirativa, recuerda Castill¨®n, es una tesis que rechaza la interpretaci¨®n com¨²n de un hecho y lo atribuye a la acci¨®n de fuerzas ocultas y malintencionadas. En su versi¨®n m¨¢s grandilocuente y paranoica, una teor¨ªa conspirativa incluso puede llegar a interpretar todos los acontecimientos de la humanidad como resultado de un plan previo, la Gran Conjura, cuyos protagonistas pueden ser los jesuitas, el Opus, los masones, los extraterrestres, los plut¨®cratas o los jud¨ªos de Los protocolos de los sabios de Si¨®n, con el sempiterno trasfondo, eso s¨ª, de los templarios y los Illuminati.
Aunque hoy asociemos las teor¨ªas conspirativas a Estados Unidos -donde impregnan la cultura popular a trav¨¦s de novelas, series televisivas y pel¨ªculas de Hollywood-, ¨¦stas, sostiene Castill¨®n, nacieron en Francia en forma de ensayos que se pretend¨ªan serios. Francia era el pa¨ªs de referencia en los siglos XVIII, XIX y comienzos del XX, y all¨ª personajes como el abate Barruel alumbraron el g¨¦nero, en un intento por encontrarle una explicaci¨®n reaccionaria a los grandes cambios del Siglo de las Luces y la Revoluci¨®n de 1789.
Seg¨²n Barruel, todo aquello fue la obra de unos "conspiradores que hab¨ªan jurado odio al trono y al altar"; en concreto de los Illuminati, que hab¨ªan logrado hacerse con el control de las logias mas¨®nicas. Con Barruel y con sus secuaces naci¨® tambi¨¦n el modus operandi de los creadores de teor¨ªas conspirativas, un sistema basado en medias verdades, datos inexactos, rumores jam¨¢s confirmados, sospechas generalizadas y errores que se van transmitiendo de autor en autor y que son citados como hechos probados.
Castill¨®n aborda este asun
to con erudici¨®n, ya que este periodista demuestra ser un buen conocedor tanto de la literatura y la historia europeas como de las pel¨ªculas y series de televisi¨®n norteamericanas. Ahora bien escribe y cuenta sin pedanter¨ªa. Su libro, que incluye divertidas referencias personales, se lee con soltura, aun abordando el fen¨®meno como es debido: sin desde?arlo en absoluto. No olvidemos que en sus versiones pol¨ªticas m¨¢s peligrosas, como las antisemitas de Hitler, las teor¨ªas conspirativas pueden ensangrentar el mundo, mientras que en su aspecto m¨¢s benigno, el de la cultura popular, pueden entretener a mucha gente y hacer millonario a un escritor como Dan Brown, autor de El c¨®digo Da Vinci.
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