Rodar f¨¢bulas como verdades hist¨®ricas
Cineastas analizan el auge del "falso documental" y sus virtudes frente a la "manipulaci¨®n" de los medios
"La clave del falso documental es poder mentir sin enga?ar al espectador", explicaba ayer el realizador Isaki Lacuesta, director de la estimulante Cravan versus Cravan y jurado de la secci¨®n de documentales en el Festival de M¨¢laga. La paradoja esconde el nuevo g¨¦nero de moda y el secreto de los nuevos realizadores que flirtean con la ficci¨®n. Con formato realista de documental, ruedan secuencias que simulan protagonistas y hechos de la historia reciente. "Se trata de inocular virus para evitar que la enfermedad de la mentira se propague", a?ad¨ªa metaf¨®rico Lacuesta.
La intenci¨®n de estos creadores es, adem¨¢s de recrear su particular f¨¢bula, educar al espectador para que entienda cu¨¢les son las claves a la hora de enfrentarse a una realidad que a menudo se presenta como "objetiva". Una sugerente vuelta de tuerca en el mundo de la imagen y la manipulaci¨®n por parte de los medios de comunicaci¨®n en la presentaci¨®n de la "realidad objetiva" y a la que el espectador se presta casi a diario. "Ante la construcci¨®n de la realidad que realiza el poder, los creadores se alzan y preguntan... ?y si todo esto fuera mentira?", interroga el cr¨ªtico Casimiro Torreiro, que ayer coordin¨® la mesa redonda sobre el falso documental.
"El espectador no debe dejarse enga?ar y creer que cualquier forma de rodar es l¨ªcita"
La carpa de mesas redondas acogi¨® un apasionado debate con la presencia de los directores Carlos Molinero, Diego Mastrelles e Isaki Lacuesta, y con la presencia del director del Instituto del Cine, Fernando Lara. Para Torreiro es l¨®gico que hoy d¨ªa muchos nuevos creadores tiendan a "subvertir la realidad" para presentar como ciertos hechos que no lo son.
Mois¨¦s Salama, responsable de la secci¨®n de documentales a concurso, opina que los directores "siempre incurrieron en una cierta manipulaci¨®n" al rodar la realidad a la que se enfrentaban, y de ah¨ª que "se forzaran muchos planos". "Lo importante hoy d¨ªa es que cuando un espectador vea un producto no se deje enga?ar y crea que cualquier forma de rodar es l¨ªcita".
El Festival de M¨¢laga exhibi¨® ayer el ¨²ltimo ejemplo de una larga lista, La niebla en las palmeras, dirigida por Carlos Molinero. La cinta relata los fragmentos biogr¨¢ficos de Santiago Bergson, f¨ªsico, fot¨®grafo y un personaje de aventura a trav¨¦s de acontecimientos que marcaron su vida: un amor adolescente, la revoluci¨®n de Asturias, el final de la Segunda Guerra Mundial...
Pese a su buena y reciente fama, uno de los problemas a los que se enfrenta el g¨¦nero documental es la multiplicidad de formatos que contiene. "Es un h¨¢ndicap que arrastra al ser un saco tan ancho. En el documental caben tanto En construcci¨®n de Guer¨ªn como los documentales de Operaci¨®n Triunfo o las ¨¢cidas cr¨ªticas de Michael Moore", ejemplifica Cuesta.
En lugar de utilizar recursos narrativos de la ficci¨®n, el falso documental utiliza los c¨®digos del documental para armar una ficci¨®n, pero esto no lo convierte en documental.
En toda obra hay un punto de vista subjetivo, un posicionamiento de c¨¢mara, y una puesta en escena. "En el debate qued¨® claro que por ejemplo en el famoso documental Nanuk el esquimal, la segunda mujer del esquimal en realidad no era una amiga del pueblo...", recuerda el director Diego Mastrelles. Seg¨²n los directores de falsos documentales, el espectador debe poner en tela de juicio "sus formas de representar la verdad". Pero la petici¨®n no est¨¢ re?ida con el juego. "Yo reivindico que podr¨ªa ser un ejercicio l¨²dico el pervertir los c¨®digos", apunta el realizador.
"?Por qu¨¦ justo ahora se pone de moda el t¨¦rmino falso documental? Un espectador que vea el documental de Telemadrid sobre el 11-M no tendr¨¢ la misma noci¨®n del atentado que otro que vea uno rodado por una productora independiente. La gente est¨¢ preocupada por si lo que ve est¨¢ manipulado", resume Mastrelles.
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