Por un pu?ado de d¨®lares
PROP?SITO de la enmienda: a fin de no perpetuar los roles (como he venido haciendo desde hace a?os en mis homil¨ªas dominicales), acabo de mandar a Javier C¨¢mara, actor aclamado dentro y fuera de nuestras fronteras, a comprar jab¨®n de lavadora, suavizante y flufl¨² para los azulejos. Voy a contar un detalle a mi juicio digno de estudio por eminentes neur¨®logos: ?por qu¨¦, siendo s¨®lo tres cosas las que le he mandado comprar a dicho actor, me he visto en la tesitura de apunt¨¢rselas en un papel, como a los ni?os, porque no le entraban en la cabeza? ?C¨®mo es posible, le he preguntado con la misma confianza con la que se lo preguntar¨ªa a un hermano, que alguien capaz de memorizar una obra de nuestro teatro cl¨¢sico no se acuerde de algo tan simple: jab¨®n, suavizante y flufl¨²? Y ¨¦l me ha contestado, as¨ª, sin cortarse, como haciendo ver que pagaba confianza por confianza, que la memoria es selectiva y que a un c¨®mico le funcionan mejor las neuronas cuando le pagan por ello, y cuando ha acabado de hacer esta declaraci¨®n reveladora ha extendido la mano y se ha quedado en silencio, en un gesto lleno de tensi¨®n. Yo, de momento, me he quedado en el molde, pero enseguida he reaccionado: pero t¨² de qu¨¦ vas, le he preguntado, ?no querr¨¢s que te pague por hacerme el recado?; y me ha dicho: no, co?o, pagarme no, pero al menos darme el dinero para la compra. Qu¨¦ fuerte, le he dicho. Y me dice: qu¨¦ fuerte qu¨¦. Y me remarca: qu¨¦ fuerte qu¨¦. Y le digo: que si yo no te hab¨ªa dado el dinero es porque me parec¨ªa un dinero que no va a ning¨²n sitio. Y me dice: pues si no va a ning¨²n sitio por qu¨¦ te cuesta tanto soltarlo, porque te est¨¢ costando. Y yo he pensado: la madre que lo pari¨®. Y en un gesto contenido de rabia y dignidad he cogido el monedero y le he dicho: anda, toma, y casi le he tirado un pu?ado de d¨®lares a la cara. Y me ha dicho: que no, t¨ªa, que no, que era broma. Me ha dicho t¨ªa. T¨ªa, me ha dicho. Qu¨¦ da?o nos hizo la EGB. Qu¨¦ pena de generaci¨®n. Y me he guardado los diez d¨®lares otra vez, por no liarla. Va y me pregunta: ?y d¨®nde est¨¢ la droguer¨ªa? Lo preguntaba como con desgana, como para que yo dijera: anda, d¨¦jalo, que ya voy yo. Pero yo soy como una mula, yo he educado a varios adolescentes, yo no me achanto, y le he dicho: cruzas Broadway y te la encuentras enfrente; vamos, que te das con ella. Y me ha mirado como diciendo: no te pases, bonita, que no soy tonto. Y luego me ha mirado como diciendo: voy a ir, pero te estoy haciendo un favor que te cagas. Y se ha ido, haciendo un gesto chulillo de despedida, toc¨¢ndose la visera de la gorra. Javier parece inocente, pero ya, ya. Se ha ido hace una hora de reloj y no ha vuelto. Sabiendo que me preocupo. Luego aparecer¨¢ con una sonrisa y dir¨¢: t¨ªa, que era broma. Con el poco cuajo que tengo yo para las bromas. De eso habl¨¢bamos precisamente antes de mandarle a la droguer¨ªa, que en parte le he mandado a comprar porque no me dejaba escribir. Se ha puesto delante de m¨ª y me ha dicho: t¨² escribe, escribe, que yo me quedo aqu¨ª quietecito en este rinc¨®n. Le he dicho que yo no puedo escribir con otra persona en el cuarto. Y me ha dicho: pues hija. Pues hija, me ha dicho, como sufriendo una gran decepci¨®n. Los actores no entienden los trabajos solitarios. Y cuando se juntan conmigo, que busco cualquier excusa con tal de no escribir, formamos un c¨®ctel explosivo. Conclusi¨®n: que nos hemos puesto a hablar. Y si los espa?oles arreglan Espa?a a diario, nosotros, m¨¢s humildes, hemos arreglado la gala de los Goya, que tambi¨¦n parece una empresa imposible. Por esto me hac¨ªan gracia las cr¨ªticas a la gala de los Oscar, por eso me parec¨ªa extraordinario que se hablara de la falta de coraje del gui¨®n. Dios m¨ªo, se hicieron bromas sobre Dick Cheney disparando a Bj?rk, los homosexuales -"la pel¨ªcula Capote ha demostrado que no todos los homosexuales son cowboys, tambi¨¦n hay intelectuales amanerados"-, el apoyo de los actores al Partido Dem¨®crata, un chiste bastante macabro sobre los jud¨ªos, y sobre los propios actores, que aguantaron estoicamente lo suyo: "En realidad, Buenas noches y buena suerte se llama as¨ª porque es lo que les dice George Clooney a las t¨ªas antes de dejarlas", y el m¨¢s corrosivo de todos, sobre la pirater¨ªa: "Se?ores, sean conscientes de que cuando ustedes compran DVD piratas les est¨¢n quitando el dinero a esta gente", y el presentador se?al¨® a las enjoyadas actrices hollywoodienses. Seamos sinceros, le preguntaba yo a C¨¢mara, qu¨¦ guionista espa?ol se atrever¨ªa a hacer una broma ahora mismo sobre un vicepresidente que ha disparado a un t¨ªo en la cara, sobre los grupos de presi¨®n, sobre las subvenciones o sobre el propio cine espa?ol. Imposible escribirlo e imposible encontrar a un presentador que tenga el morro de decirlo, porque ese supuesto presentador, sobre todo si es actor, sabe que las bromas en Espa?a no se perdonan. Ten¨ªa mucha raz¨®n George Clooney cuando dec¨ªa que el cine americano navega a contracorriente. Es cierto. Mientras Am¨¦rica vive una deriva ultraconservadora, ellos han reaccionado haciendo buen cine. Pero aunque las pel¨ªculas sean serias, cr¨ªticas, sociales, jam¨¢s pierden el sentido del espect¨¢culo, y esa noche ah¨ª est¨¢n, en sus butacas, siendo admirados por medio mundo -"ese medio mundo que espera ser adoptado, dijo el presentador, por Angelina Jolie"- y ri¨¦ndose, aunque les duela. De eso hablaba con C¨¢mara, ese actor que se fue a comprar flufl¨² y no ha vuelto. ?Dir¨¢s que llama? Para nada. Sabiendo como sabe que me preocupo.
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