"Si EE UU quiere paz debe respetarnos"
El antiguo diplom¨¢tico recibe una paga mensual del Gobierno y defiende negociar con los restos del r¨¦gimen anterior
"Si Estados Unidos quiere paz en Afganist¨¢n, debe respetarnos". ?ste fue el mensaje que Abdul Salam Zaif envi¨® a la Casa Blanca cuando tres funcionarios norteamericanos fueron a visitarle recientemente a su casa para pedirle que trabajara para el Gobierno de Hamid Karzai. El ex embajador talib¨¢n declin¨® la oferta, pero dijo a sus visitantes que "s¨®lo el compromiso y la negociaci¨®n" con todas las fuerzas afganas, incluidos los talibanes, permitir¨ªa al pa¨ªs dar definitivamente carpetazo a la guerra.
Salam Zaif asegura que su tiempo en la pol¨ªtica ha pasado y que, tras la traum¨¢tica experiencia sufrida, ahora s¨®lo quiere tener las puertas abiertas a cualquier afgano que desee conversar.
"El Gobierno de Karzai quiere hablar con los talibanes, pero Estados Unidos no le deja porque dice que son terroristas. Eso es un error", afirma Abdul Salam Zaif sin referirse directamente a los jefes de la insurgencia. En un momento en el que la violencia se recrudece y los ataques se hacen cada vez m¨¢s arriesgados, el ex representante del r¨¦gimen del mul¨¢ Omar hace hincapi¨¦ en que "s¨®lo el compromiso, la negociaci¨®n y el entendimiento son la soluci¨®n, porque no se puede imponer la paz por la fuerza".
La resoluci¨®n de Naciones Unidas contra el r¨¦gimen talib¨¢n hace muy dif¨ªcil una negociaci¨®n. Existe una lista de 136 supuestos genocidas afganos que pa¨ªses como Rusia, con grandes intereses en la zona, podr¨ªan poner sobre la mesa si se emprende una negociaci¨®n formal.
Entre las condiciones aceptadas por Salam Zaif para su puesta en libertad est¨¢ la de residir un a?o en Kabul. "Me sac¨® de Guant¨¢namo el Gobierno afgano porque EE UU segu¨ªa consider¨¢ndome un combatiente enemigo", dice. La Administraci¨®n de Karzai le ha ofrecido una vivienda en las afueras de la capital que tiene una garita con un hombre armado ante la cancela de acceso. La voz de los talibanes en el exterior hasta la ca¨ªda de ¨¦ste es, sin duda, un objetivo militar para m¨¢s de un antiguo enemigo de las decenas de milicias de se?ores de la guerra de las m¨¢s variopintas lealtades que se vienen resistiendo a entregar las armas.
El ex embajador en Pakist¨¢n -el gran aliado de los talibanes y uno de los tres pa¨ªses que reconoci¨® ese r¨¦gimen oficialmente- recibe tambi¨¦n del Gobierno afgano una paga de 1.300 euros mensuales y afirma que el coche y otras necesidades se los proporcionan sus amistades (en el patio de entrada hay varios hombres que podr¨ªan ser guardias, aunque no van armados). "No soy enemigo de nadie, ni lo ser¨¦. Mis puertas est¨¢n abiertas para todo aquel que quiera venir a mi casa", afirma Zaif, que reconoce que en estos seis meses ha recibido dos visitas de funcionarios norteamericanos y otras tantas de funcionarios afganos.
Este mul¨¢ de 38 a?os se declara convencido de que los talibanes no volver¨¢n a gobernar Afganist¨¢n, "no s¨®lo porque no lo quieran los afganos, sino porque el mundo est¨¢ en contra de los talibanes". Sin embargo, considera que Karzai y sus ministros tampoco han sido capaces de satisfacer las aspiraciones de la poblaci¨®n y critica las duras condiciones econ¨®micas en que se encuentra la inmensa mayor¨ªa de los 25 millones de afganos. "La gente se queja porque los salarios apenas alcanzan los 2.500 afganis (45 euros) al mes y eso es claramente insuficiente", se?ala.
Aunque admite que bajo el r¨¦gimen talib¨¢n la situaci¨®n era peor, lo disculpa con el argumento de que entonces el presupuesto nacional era de 70 millones de euros. "Ahora, sin embargo, llegan miles de millones de euros en ayuda exterior ?D¨®nde est¨¢n?", se pregunta.
Salam Zaif asegura que el Gobierno de los estudiantes (talibanes) isl¨¢micos "ni impuso el burka, ni prohibi¨® trabajar a las mujeres". Se limit¨®, sostiene, a exigirles que cumplieran la ordenanza del Cor¨¢n de cubrirse, y fue la tradici¨®n past¨²n -buena parte de los dirigentes talibanes pertenec¨ªan a esta etnia mayoritaria en Afganist¨¢n y en el noroeste de Pakist¨¢n- la que recurri¨® al burka. En cuanto a que las mujeres no trabajasen, indica que el Cor¨¢n exige al hombre responsabilizarse de la alimentaci¨®n de su familia. "Entonces no hab¨ªa trabajo para todos y, como el que est¨¢ obligado a cumplir con el mantenimiento de la familia es el hombre, la mujer se retir¨® a su obligaci¨®n de cuidar a los hijos, pero durante dos a?os el Gobierno les envi¨® el salario a casa", destaca con la convicci¨®n de quien se apoya en sus m¨¢s firmes principios.
"Nunca m¨¢s volver¨¦ a la pol¨ªtica. Fui insultado, golpeado y humillado. Amo a mi pa¨ªs y quiero concentrarme en apoyar a mi gente y en especial a los prisioneros de Guant¨¢namo con los que he compartido casi cuatro a?os de mi vida", afirma Abdul Salam Zaif, que indica que muchos de los liberados de esa prisi¨®n estadounidense viven con el miedo a volver a ser capturados.
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